Ejemplos con guijarros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se pudo constatar, durante su excavación, la existencia de una especie de anillo , de guijarros de río de mediano tamaño, que lo circundaban en su totalidad.
Características físicas: en general los suelos son producto de la constante depositación que hacen las corrientes fluviales del área, siendo los de mayor abundancia e importancia los de tipo solonchak y regosol, en menor proporción se encuentran el cambisol, fluvisol, gleysol y feozem, caracterizados por ser arcillosos, arcillo-arenosos, arenas, capas de guijarros y depósitos arenosos con guijarros.
El zaguán se abre a un patio de gran tamaño empedrado de pequeños guijarros, con un huerto central de naranjos y limoneros.
En un rincón del palacio real un compartimiento contenía sacos de rafia llenos de guijarros: era el censo.
Está construida de guijarros y ladrillos, y comporta una nave única con un ábside plano abovedado en cañón, dotada de una capilla lateral al norte.
Anduvo Febrer entre paredes de piedra seca que contenían pendientes bancales, y otras veces por senderos pavimentados de guijarros azules, que las lluvias de invierno convertían en encajonados barrancos.
Los guijarros, despedidos por sus brazos débiles, fueron a perderse en la sombra o rebotaron contra el porche.
Los caminos, empedrados de guijarros azules, entre altos ribazos de piedra seca, convertíanse en cataratas.
El pavimento era de guijarros, y entre ellos crecía el musgo de la humedad.
A mí no me importa beber, ni fumar, ni andar en pelota, ni comer lentejas con guijarros.
La Xuantipa les arrojaba guijarros.
Era un palmeral surgiendo entre rocas, pero las rocas no pasaban de ser guijarros, y las palmeras anélidos de mar, simples gusanos que se mantenían en vertical inmovilidad.
El eco de sus pasos, el roce de sus hombros, desprendían terrones y guijarros de los dos taludes.
Los menudos pies, montados en altos tacones, vacilaban doloridos cada vez que descendían de la acera al arroyo empedrado con guijarros desiguales.
Las bellas y regocijadas artesanas de Sarrió, cogieron, como siempre, la ocasión por los pelos para bailar habaneras y mazurcas sobre los duros guijarros de la calle.
A esa carta pertenece este párrafo: Muy hidalgos corazones he sentido latir en esta tierra, vehementemente pago sus cariños, sus goces, me serán recreo, sus esperanzas plácemes, sus penas, angustias, cuando se tienen los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajero en su camino: los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida.
Eran diamantes tan enormes que hacían dudar de su autenticidad, esmeraldas del tamaño de guijarros, amatistas, topacios y perlas, muchas perlas, a centenares, a miles, caídas como granizo sobre las vestiduras de la Virgen, Los forasteros admirábanse ante esta opulencia, deslumbrados por su enormidad, mientras Gabriel, habituado a la visita diaria, lo miraba todo fríamente.
Los balcones mostrábanse colgados con antiguos tapices y mantones de Manila, las calles estaban entoldadas, con el pavimento cubierto por una capa de arena para que la carroza eucarística pudiera deslizarse sobre los agudos guijarros.
La salvaje soledad de las alturas contrastaba con la riqueza de la capilla del Ochavo, llena de reliquias en vasos de oro y arquillas de esmalte y marfil, con la magnificencia del Tesoro, que amontona las perlas y las esmeraldas con tanta profusión como si fuesen guijarros, con la elegante abundancia del guardarropa, lleno de telas sobre las cuales reproducía el bordado todos los matices de la pintura.
Silbaban los guijarros entre las ramas, haciendo caer una lluvia de hojas y rebotando contra troncos y ribazos, los perros barraqueros salían con ladridos feroces, atraídos por el estrépito de la lucha, y las mujeres, en las puertas de sus casas, levantaban los brazos al cielo, gritando indignadas:.
Se veía muchacho pelón jugando con los chicos de la vecindadlos días en que su tío lo convidaba a comeren aquel portal inmenso, obscuro, rezumando humedad por entre su empedrado de guijarros.
Y Juanito sintióse feliz, en aquella temporada de Cuaresma, cada noche que cenaba con la familia, puesta de veinticinco alfileres, comiendo incómoda con la de teatro y estremeciéndose de impaciencia, mientras abajo sonaban las coces del caballo contra los guijarros del patio y los tirones que daba a la galerita.
La monja pasaba trun, trun hiriendo los guijarros con aquel pie duro que debía ser como la pata de una silla, y no concedía a la prisionera ni respuesta ni mirada.
Oyose, sin poder determinar por dónde, un arrastrar de pies sobre los guijarros del suelo.
Volaba, con los puños apretados, haciendo saltar guijarros y tierra al golpe de sus piececillos encallecidos por la planta.
Media pulgada de roña le cubría la piel, y en cuanto al cabello, dormían en él capas geológicas, estratificaciones en que entraba tierra, guijarros menudos, toda suerte de cuerpos extraños.
No se pudo escudar tan bien don Quijote que no le acertasen no sé cuántos guijarros en el cuerpo, con tanta fuerza que dieron con él en el suelo, y apenas hubo caído, cuando fue sobre él el estudiante y le quitó la bacía de la cabeza, y diole con ella tres o cuatro golpes en las espaldas y otros tantos en la tierra, con que la hizo pedazos.
Tan altos eran los gritos de don Quijote, que los oyeron y entendieron los de la carreta, y, juzgando por las palabras la intención del que las decía, en un instante saltó la Muerte de la carreta, y tras ella, el Emperador, el Diablo carretero y el Ángel, sin quedarse la Reina ni el dios Cupido, y todos se cargaron de piedras y se pusieron en ala, esperando recebir a don Quijote en las puntas de sus guijarros.
No ha de ser así replicó el otro, porque se han de echar dentro de las talegas, porque no se las lleve el aire, media docena de guijarros lindos y pelados, que pesen tanto los unos como los otros, y desta manera nos podremos atalegar sin hacernos mal ni daño.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba