Ejemplos con guarionex

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Anthony suele opfrecer conciertos continuamente a dúo, acompañando su guitarra de la percusión, habiendo trabajado con grandes maestros del intrumento como Guarionex Aquino, Isidro Bobadilla, Edmundo Rodriguez, Ronny Vasques.
Hijo del Mayor General Guarionex Estrella Sadhalá y nieto del General Piro Estrella.
¡Cuánto rencor encerraban las palabras de Guarionex, y cuánta angustia se mezclaba en su pecho a este rencor que le abrasaba! Pudiera muy bien compararse esta mezcla de sentimientos, al gemido del náufrago, que se deja oír por entre el bramido de las ondas, que su vida combaten.
-Guarionex la vio, y sintió en su pecho el fuego de la dicha, y en su brazo el poder de la victoria.
-Pero Guarionex fue desarmado, y entonces uno de los suyos, se lanzó a recibir el terrible golpe que amenazaba a su señor.
Viole Guarionex y fuese contra él.
Atónitos los caribes con tal ataque, sin poder hacer uso de sus mortíferos arcos, se veían obligados a sostener cuerpo a cuerpo, una lucha, en que si bien la ventaja del número estaba de su parte, tenían que combatir con los fuertes y aguerridos soldados de Guarionex, que peleaban, no tanto por amor de gloria, cuanto por no caer en las garras del enemigo, que condenaban al prisionero a ser víctima de su voracidad.
La confusión y la muerte reinaban junto a Guarionex, que semejante a un león, tan solo despojos dejaba en su carrera.
-Guarionex salió a su encuentro, y fue saludando con una descarga por parte de los invasores.
«Es necesario, añadió, que los vasallos de Guarionex, prueben que las flechas enemigas no les arredran, y que ellos solos, bastan para vencer a sus contrarios cualquiera que sea su número.
El cacique Mayagoex estaba ausente, y en su defecto Guarionex, después de enviarle un expreso con tan inesperada nueva, reunió la escolta que había traído de sus estados, y que se componía de más de cien gandules escogidos entre los más valientes y robustos de sus vasallos.
Pocos años antes de la llegada de los españoles a aquel país, heredaba Guarionex la corona de sus padres, y hallábase accidentalmente en las tierras de Mayagoex, celebrando las bodas de una de sus hermanas con este cacique.
Antes de proseguir la narración, parece oportuno referir un suceso interesante de la vida de Guarionex, que aunque sin relación directa con esta historia, dará a conocer su carácter guerrero, circunstancia apreciable en un país como el suyo, rodeado de enemigos, y cuya calidad, a falta de otras, bastaría por sí sola a darle grande importancia entre aquellos caciques.
No descuidaban los caciques, instigados por Agueinaba y Guarionex, la manera de extinguir en el abatido ánimo de sus vasallos, la fatal preocupación de que los dominadores eran inmortales, por tanto, acordada, una convocación general de caciques, se verificó ésta en un valle de los dominios de Agueinaba, circundado de altos y lejanos montes, al rayar el alba de un hermoso día.
Este duelo por parte de Guarionex era, aunque injusto, consecuente, porque cuando el odio guía el brazo, el homicidio es un resultado criminal, pero lógico.
Un gozoso clamoreo anunció la llegada del valiente Guarionex, que armado de su macana daba recios golpes.
Guarionex, de pie y clavado como una estatua la miraba con inflamados ojos.
Loarina al par que víctima, del amor que el cristiano la inspirara era inocente verdugo del corazón de Guarionex.
-¡Guarionex! -murmuró la india prorrumpiendo en sollozos.
-Guarionex, jamás fui desdeñosa contigo, pero mi corazón.
¿Por qué ha de estar Guarionex privado de tu cariño? Ocho veces ha pasado ya la estación de los truenos y de las lluvias, y en todo este tiempo he administrado justicia, a la puerta de la choza en que nací, bajo el árbol de mis padres, o he guiado a los míos a la guerra, pues bien, durante todo este tiempo era feliz, porque no te conocía, el día tenía para mi luz y la noche descanso.
Con todo, en nuestro humilde entender, juzgamos existía alguna cosa en su alma, parecida al remordimiento, y por tanto, cada palabra del enamorado Guarionex, debía hacerla sentir su aguijón punzante.
-Guarionex, sé bien venido -respondió con mentida calma.
-Hermosa -dijo el cacique con alterada al par que respetuosa voz- mi corazón da gracias al Cemí que me permite verte, ojalá que, el pobre Guarionex se separe de ti más feliz de lo que es ahora.
Hubiérale amado la hermosa india, a no andar malparado su espíritu a causa de la pasión que la inspirara cierto joven caballero español, que al mirarla había introducido en su corazón la ponzoña, haciendo en él más estragos que la flecha de Guarionex en un día de batalla.
En la edad media, en aquellos siglos de hierro, en que la manopla del poderoso ahogaba sin piedad al desvalido, y en que destituida la sociedad de todo apoyo en favor del débil, se creaban como una necesidad, las ilustres y generosas congregaciones, de que hoy, sin objeto, sólo queda el vano título, Guarionex, trasladado a Europa y educado a la usanza feudal, habría sido, obedeciendo a su corazón apasionado y valiente, todo un noble y cumplido caballero.
El combate y el amor hallaron a Guarionex siempre pronto.
Era Guarionex.
Hubo un momento en que acometido Guarionex por todas partes, pues era el que ofrecía más resistencia, estuvo a punto de ser prisionero o muerto, su macana era inútil contra tantas armas, pero en este instante debilitaron los contrarios el ataque, y tuvo ocasión de ganar en dos saltos la distancia y la espesura, guardando su vida y libertad para otros días.
Guarionex se las había con Salazar, acosado por éste, que le acometía armado de superior manera, se batía en retirada: atento no solo a los golpes que le iban dirigidos sino a contener con la agilidad de un tigre, la embestida de los contrarios, evitaba de este modo el exterminio de los suyos, que huían temerosos a las vecinas selvas.

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