Ejemplos con granujas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Central en la historia del Astral son las muchas aventuras con los espíritus mágicos y criaturas, la competición con la empresa rival Goetia, miembros granujas, los tabúes y el Mago Oscuro de la Sociedad: Ofion.
Allí, un joven deberá elegir entre una actriz famosa y una estudiante apasionada, entre los políticos y los granujas, entre la despreocupación y la madurez.
Todos los libertinos y granujas sin vergüenza que tienen contactos sexuales con adolescentes u hombres jóvenes rezan para rogar el auxilio del ídolo de yeso.
Dos granujas en el oeste es un comedia dentro del subgénero de los spaghetti western dirigida por Michele Lupo y protagonizada por el famoso actor Bud Spencer.
Debido a ello, se dedican a apropiarse de todo lo que flote sobre el mar, asaltando todo barco que encuentran y exceptuando solo a los pequeños pescadores, sin embargo, no pasan de ser unos granujas, sin llegar nunca a provocar conflictos sangrientos.
Crook and Ladder, llamado Granujas y escaleras en España y Pillos con escaleras en Hispanoamérica, es un episodio perteneciente a la de la serie de televisión de dibujos animados Los Simpson.
Estrenó, entre otras, las obras El jardín cerrado, Los chicos de la escuela, Los granujas, Alma de Dios, Los perros de presa y La sobrina del cura.
En el bar La oficina regentado por Prudencia y su marido se llevan a cabo los timos de una panda de granujas.
¿Cómo presento estos granujas a Dios? El Todopoderoso va a creer que soy una sucia y una mala madre.
En realidad, yo podía y hasta debía rechazar este desafío, porque no es costumbre que los hombres decentes se batan con los granujas, aunque éstos lleven un título del reino.
De pequeños recordaba Cecilia que cierta tarde en la romería de Elorrio bailando la giraldilla con otras chicas de su edad, se llegaron unos granujas a estorbarlas, tirándolas del pelo desde fuera, empujándolas con fuerza y metiéndose en el corro gritando para hacerlas perder el compás.
De las techumbres de paja de las barracas salían las bandadas de gorriones como un tropel de pilluelos perseguidos, y las copas de los árboles empezaban a estremecerse bajo los primeros jugueteos de estos granujas del espacio, que todo lo alborotaban con el roce de sus blusas de plumas.
Al pasar por el comedor salió a saludarla el ama de llaves, muy atenta y obsequiosa, ensanchando cuanto pudo su robusta persona para taparle la vista de la mesa en que se hallaban los restos de la francachela que, en ausencia de su amo, celebraban aquellos granujas.
Iba delante de mí un grupo de chiquillos que venían de la Escuela Nacional , alegres, parlanchines, con sus bolsas de brin en bandolera, muy cuidadosos de sus tinteros, unas botellitas tapadas con un corcho y pendientes de un hilo que los granujas se enredaban en el índice de la mano derecha.
En todas partes se oían los gritos de los vendedores: ¡Cuarenta nueces! ¡Al buen tostado! ¡A tomar la niii eve! ¡De limón y de leche! En los espacios libres de paseantes jugaban al toro los granujas.
En aquel instante levantaban frente a nosotros a cincuenta pasos de la acera, un árbol de fuego, la pieza principal, que era saludada por los granujas con jubiloso vocerío.
Algunos granujas con tufos y blusa blanca bailaban íntimamente agarrados con femenil contoneo, empujando a la muchedumbre curiosa, chocando muchas veces contra el tablado de la música.
¡Bailad tranquilos, granujas alegres e insolentes, mirad la , burgueses bondadosos, reíd como gallinas cacareadoras, mujercillas que celebráis las contorsiones de los monigotes! Todos ignoráis que el volcán ruge a pocos pasos de vosotros, no sabéis que hay un hombre que prepara la más horrible de las tragedias, y mañana, cuando salga en los periódicos la extensa relación de lo ocurrido, no podréis imaginaros que la fiera en figura humana que mató al rival, a la novia y hasta a la mamá, si es que se decide a bajar, era el joven dulce y simpático que, pálido como un muerto, estaba hecho un poste cerca del cafetín.
¡qué granujas son los hombres!.
¿Qué era aquello? Que los granujas de la vecindad habían pegado fuego a un montón de paja que en mitad del patio había, y después robaron al maestro Curtis todas las eneas que pudieron, y encendiéndolas por un cabo empezaron a , el cual juego consistía en formarse de dos en dos, llevando los juncos a guisa de velas, y en marchar lentamente al son de la campanilla que uno de ellos imitaba y de la marcha real de cornetas que tocaban todos.
No dejaba acercar a nadie, quería que todos los granujas se retiraran y ser ella sola la que guiase a las dos damas hasta arriba.
Entre el confuso tropel de carruajes pasa una carretela donde lleva un matador a sus peones: en el pescante el criado muestra con orgullo los estoques y el lío de capotes, los diestros sonríen serenos, el sol arranca destellos a los bordados de las chaquetillas, la escolta de granujas forcejea por subirse a la trasera, y al desaparecer el coche deja tras sí un murmullo de admiración jamás inspirada por los hombres que mejor sirvieron a la patria Luego cesan poco a poco el cascabeleo y los trallazos, hacia la Puerta de Alcalá se divisa una larga fila de simones que vuelven con el puesto, y la calle recobra su aspecto normal.
Oíanse, a lo lejos, sonar de tambores, chillar de chicos, renegar de grandes, gritos, risotadas, y de rato en rato un estrépito infernal y belicoso movido por una docena de granujas que, a todo correr, subían y bajaban la calle Imperial, llevando cada uno a rastra una lata de petróleo: algunas veces se entraban por la calle de Botoneras, y cuando pasaban ante la puerta de la casa parecía que estallaba un trueno en la caja de la escalera.
Bajo los faroles, al borde del arroyo, las chulas y los granujas voceaban periódicos y décimos de lotería.
Aquellos niños cojos y mancos, en cuyos grandes ojos negros parece centellear el genio del gran pueblo que guerreó durante siete siglos con los moros y descubrió, conquistó y dominó regiones y continentes hasta que ya no había más mundo para saciar su ambición, aquellos niños, digo, son la más graciosa pareja de pilletes que he visto en mi vida, y cuanta sal, ingenio y travesura ha derramado la Naturaleza en granujas de Madrid, léperos de Méjico, lazzaronis de Nápoles, lipendes de Andalucía, pilluelos de París, de Londres, es nada en comparación de su gran ciencia.
Tal era mi cólera, que resolví mostrar la mayor energía y les dije: Pillos, granujas, váyanse de aquí noramala , pero ellos se rieron de mí y siguieron tocando.
Cuerpos reglamentados españoles, con algunos suizos y walones, regimientos de línea que eran la flor de la tropa española, regimientos provinciales que ignoraban la guerra, pero que se disponían a aprenderla, honrados paisanos que en su mayor parte eran muy duchos en el arte de la caza, y por lo general tiraban admirablemente, y por último, contrabandistas, granujas, vagabundos de la sierra, chulillos de Córdoba, holgazanes convertidos en guerreros al calor de aquel fuego patriótico que inflamaba el país, perdidos y merodeadores, que ponían al servicio de la causa nacional sus malas artes, lo bueno y lo malo, lo noble y lo innoble que el país tenía, desde su general más hábil hasta el último pelaire del Potro de Córdoba, paisano y colega de los que mantearon a Sancho, tales eran los elementos del ejército andaluz.
Ningún español se encaminaba hacia allí, a no ser los granujas que entonces, como ahora, gustaban de meter las narices en todas partes.
Cuando los granujas trasegaron a sus estómagos, en dos sorbos, las pócimas infames que les sirvió el tabernero, pagó Pipa el gasto con la media peseta, más un cuarto que sacó de un pliegue de su mugriento gorro, y salieron todos a la calle.
Gime, herida, la infeliz, lloran asustados los granujas, y el iracundo marinero sale al balconcillo renegando de su estrella y maldiciendo a su mujer.

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