Ejemplos con gigantón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aguantaba a sus amigos con capacidad de enfermera, al ruso que hablaba de coches de oro, o contaba esmeraldas sobre la nieve, o al gigantón Diego Rivera que creía que las personas y las cosas eran arañas que venían a comerlo, y arrojaba sus botas contra las bombillas y quebraba todos los días el espejo del lavabo.
· El primer caballo que se le asignó al gigantón Richard Kiel no pudo soportar su peso y hubo de proporcionársele otro más fuerte.
Mientras que en Japón, fueron desafiados a una lucha por un gigantón pero nunca levantó un dedo.
El día de sus once cumpleaños todo cambiará: Rubeus Hagrid, un misterioso gigantón, le llevará un sobre amarillento.
Un gigantón paseaba entre los grupos, devorando con mordiscos de fiera un mendrugo cubierto de carne sanguinolenta y cruda, alimento excelente, según él, para conservar la fuerza.
Urquiola era otro panegirista que en las reuniones de jóvenes católicos ensalzaba, entre risas, la gran treta que su tía había jugado a aquel marido gigantón con cara de vinagre.
Pero Aresti no la hizo caso y se dejó abordar por aquel hombre, diciéndose mentalmente: ¡Qué magnífico animal! Tembló por su mano, cuando se la agarró el gigantón con una de sus garras de dedos callosos y gruesos.
Por una asociación de recuerdos, volvió a su memoria el , y sin saber por qué, sintió una tentación infantil de reír ante el gigantón de aspecto imponente, de arrojarse a su cuello, repitiendo, como Dios le diera a entender, aquella frase de , que debía encerrar algún misterio mágico para apoderarse de los hombres.
¡Pero, si es Luis!dijo el gigantón sin atreverse a mirar a su esposa.
Buenodijo el gigantón con aspecto indeciso, rascándose la cabeza por debajo de la boina.
Quiero que usted arregle eso, don Luiscontinuó el gigantón con energía,ó lo arregla usted que es tan bueno o doy el gran escándalo.
Debía ser un gigantón, a juzgar por la facilidad con que retorcía y moldeaba toda clase de metales.
¿Cómo va? Bien, ¿y tú, gigantón?.
Yo soy el acusado, yo el ladrón, yo el ogro de cuentos infantiles, yo el gigantón de leyenda, yo el morazo de romance.
¡Como que no le van a arrastrar por las calles de Aranjuez, como al gigantón de Pascua florida!.
pigmeo un gigantón de las Indias, de unos horribles monstruos hacía ángeles, cosa que.
Llegó un bravo gigantón, un castillo.
Al otro día, muy temprano, se largaron a Robacío la hermana y el cuñado de Neluco, y pocas horas después, ¡ay! me abandonó también toda la familia del gigantón de la Castañalera.
Se le traía a cuento a cada instante, y nadie, incluso el gigantón de la Castañalera, tocaba su sillón, que les parecía sagrado ya.
hasta con clavos «trabaderos» y cuanto habíamos podido haber a las manos en una mechinal de la bodega en que acumulaba Chisco las reservas de esta especie, lo que la diligente y afanada nieta del gigantón de la Castañalera nos iba alargando con sus manitas primorosas, de lo desparramado por el suelo.
La luz que Facia había encendido en la lamparilla del dormitorio al salir de él, y que aún conservaba en la mano, iluminaba un poco aquellas fauces entenebrecidas, y así pude entreverlas atascadas, materialmente, de figuras apiñadas y oscilantes que miraban hacia nosotros con impaciencias voraces, y aun hubiera jurado yo que allá en el fondo, detrás de toda la masa, pero alzándose un codo sobre la cabeza del más talludo, relucían, como dos linternas en un túnel, los ojazos verdes y saltones del gigantón de la Castañalera.
Por no acercar demasiado al gigantón de la Castañalera al cuadro que tan tristemente le impresionaba, comimos todos con él en la perezosa de la cocina, servidos por Tona, mientras su madre cuidaba del enfermo.
Algunos días después aparecen en la mesa dos huéspedes más: un gigantón, hosco de mirada, cerdoso de bigotes, rasgado y muy abierto de boca, purpúreo de color y muy largo de brazos, y su señora, el tipo opuesto: aguileña, oscilante, lánguida y sentimental.
Nunca se había visto enfrente del Provisor, a quien temía por los rayos que manejaba, pero nada más hasta el punto que un gigantón salvaje puede temer a quien puede aplastar, en último caso, de una puñada.
Erdosain saludó por orden, primero a la anciana Espila encorvada por el tiempo y cubierta de ropas negras, luego a las dos hermanas mozas, Luciana y Elena, luego al sordo Eustaquio, un gigantón encanecido y delgado como si estuviera tuberculoso, que, según su costumbre, comía con la nariz en el plato, mientras sus ojos grises vigilaban el jeroglífico de una revista, interpretándolo al tiempo que masticaba.

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