Ejemplos con gentilhombre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Teniente Coronel de Infantería Rodrigo López de Ayala y Varona, Mayordomo de Semana y gentilhombre, se unió al clamor de Molina pidiendo a voces al pueblo que se armase, porque los franceses se llevaban al infante.
Era el Molière de El Burgués gentilhombre, del que el valón encontraba la vena a través de la representación de un tipo de todos los tiempos: el rico imaginario.
I Marqués de Gandul, señor de Marchenilla, gentilhombre de cámara de su majestad, caballero de la Orden de Calatrava, caballero maestrante de Sevilla, caballero veinticuatro, alcaide del Castillo de Constantina y procurador mayor de Sevilla.
Gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre.
Gentilhombre de cámara con ejercicio.
Señor de Casablanca Gentilhombre de Cámara con entrada.
Fabián Gutiérrez Lasso de la Vega fue caballero maestrante de la Real de Sevilla, gentilhombre de cámara con ejercicio de su majestad la Reina Isabel II y del Rey Alfonso XII, y político muy influyente en su tiempo.
Su llegada a la Nueva Granada, según la tradición familiar, se deriva de un incidente presentado en la Corte de España, cuando, actuando como Cadete de la Real Caballería y gentilhombre de cámara de Carlos III, impidió la entrada en el real despacho de uno de los mas encumbrados títulos de España.
Fernando Fajardo y Álvarez de Toledo, noble español perteneciente a la Casa de Fajardo, que ostentó los títulos y dignidades de VI Marqués de los Vélez, V Marqués de Molina, II Marqués de Martorell, Señor de Mula, Señor de Lebrilla, Señor de Alhama, Señor de Benitaglar, Señor de Rosanés, Señor de San Andreu, Señor de Molins del Rey, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Murcia, Condestable de las Indias, caballero de la Orden de Santiago, Comendador de Segura, gentilhombre de la cámara del Rey de sus Consejos de Estado y Guerra, Gobernador de Orán, Virrey y Capitán General de Cerdeña y Nápoles, Caballerizo Mayor de la reina María Luisa de Orleáns, presidente del Consejo de Indias y superintendente general de la Hacienda.
Posteriormente, y siguiendo la tradición familiar, entró al servicio de los reyes, ocupando el cargo de gentilhombre de cámara, con ejercicio, de Felipe V.
Hasta fines del siglo XVIII, esta calle se había llamado Gurmendi ya que se encontraba la casa de don Bernardo de Gurmendi, Caballero de Santiago, Gentilhombre de la Cámara del Rey y miembro del Tribunal del Consulado de Lima.
Leía con avidez el relato de las recepciones palaciegas, conocía la etiqueta tan bien como un gentilhombre de cámara, cómo se saludaba a los reyes, cómo se les besaba la mano, cuándo se había de hablar en su presencia, cómo había que retirarse.
Era hijo primogénito de los marqueses de Villamelón, grandes de España, gentilhombre él de su majestad el rey, y dama de honor ella de su majestad la reina.
Mas cuando el alabardero de guardia a la puerta de la Saleta dio el golpe de alabarda que anuncia la llegada de un Grande de España, crecióse el orgullo de Currita, despertó de nuevo su energía, y armada de toda su audacia atravesó la antecámara y penetró en la cámara misma, dispuesta a comenzar la batalla, creyendo encontrar allí a la camarera mayor o al gentilhombre de servicio, o quizá a todos juntos.
Era un payo con casaca de gentil-hombre y la camisa desgarrada y sucia.
—¿Qué es lo que decís, gentilhombre? ¿Dónde está Cornelia?.
Tomas de Avendaño, y vestido como señor: notaron que Lope asturiano era muy gentilhombre despues que habia mudado vestido, y dejado el asno y las aguaderas: pero con todo eso no faltaba quien en el medio de su pompa, cuando iba por la calle no le pidiese la cola.
—Dígame, gentilhombre, y ¿quién le ha de fiar a él? que en verdad que me parece que mas necesidad tiene de ser fiado que de ser fiador.
—¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para dónde bueno camina?.
Eso creo yo muy bien dijo a esta sazón Sancho, porque el decir gracias no es para todos, y ese Sancho que vuestra merced dice, señor gentilhombre, debe de ser algún grandísimo bellaco, frión y ladrón juntamente, que el verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más gracias que llovidas, y si no, haga vuestra merced la experiencia, y ándese tras de mí, por los menos un año, y verá que se me caen a cada paso, y tales y tantas que, sin saber yo las más veces lo que me digo, hago reír a cuantos me escuchan, y el verdadero don Quijote de la Mancha, el famoso, el valiente y el discreto, el enamorado, el desfacedor de agravios, el tutor de pupilos y huérfanos, el amparo de las viudas, el matador de las doncellas, el que tiene por única señora a la sin par Dulcinea del Toboso, es este señor que está presente, que es mi amo, todo cualquier otro don Quijote y cualquier otro Sancho Panza es burlería y cosa de sueño.
¿Adónde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre?.
Las nuevas deste lugar son que la Berrueca casó a su hija con un pintor de mala mano, que llegó a este pueblo a pintar lo que saliese, mandóle el Concejo pintar las armas de Su Majestad sobre las puertas del Ayuntamiento, pidió dos ducados, diéronselos adelantados, trabajó ocho días, al cabo de los cuales no pintó nada, y dijo que no acertaba a pintar tantas baratijas, volvió el dinero, y, con todo eso, se casó a título de buen oficial, verdad es que ya ha dejado el pincel y tomado el azada, y va al campo como gentilhombre.
Léamela vuesa merced, señor gentilhombre dijo Teresa, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja.
Vuestra merced sabrá que este gentilhombre acaba de ganar ahora en esta casa de juego que está aquí frontero más de mil reales, y sabe Dios cómo, y, hallándome yo presente, juzgué más de una suerte dudosa en su favor, contra todo aquello que me dictaba la conciencia, alzóse con la ganancia, y, cuando esperaba que me había de dar algún escudo, por lo menos, de barato, como es uso y costumbre darle a los hombres principales como yo, que estamos asistentes para bien y mal pasar, y para apoyar sinrazones y evitar pendencias, él embolsó su dinero y se salió de la casa.
Cuando se hubiera casado esa señora con algún paje suyo, o con otro criado de su casa, como han hecho otras muchas, según he oído decir, fuera el daño sin remedio, pero el haberse casado con un caballero tan gentilhombre y tan entendido como aquí nos le han pintado, en verdad en verdad que, aunque fue necedad, no fue tan grande como se piensa, porque, según las reglas de mi señor, que está presente y no me dejará mentir, así como se hacen de los hombres letrados los obispos, se pueden hacer de los caballeros, y más si son andantes, los reyes y los emperadores.
Finalmente, por encerrarlo todo en breves palabras, o en una sola, digo que yo soy don Quijote de la Mancha, por otro nombre llamado el Caballero de la Triste Figura, y, puesto que las propias alabanzas envilecen, esme forzoso decir yo tal vez las mías, y esto se entiende cuando no se halla presente quien las diga, así que, señor gentilhombre, ni este caballo, esta lanza, ni este escudo, ni escudero, ni todas juntas estas armas, ni la amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza, os podrá admirar de aquí adelante, habiendo ya sabido quién soy y la profesión que hago.
Si no fue Roldán más gentilhombre que vuestra merced ha dicho replicó el cura, no fue maravilla que la señora Angélica la Bella le desdeñase y dejase por la gala, brío y donaire que debía de tener el morillo barbiponiente a quien ella se entregó, y anduvo discreta de adamar antes la blandura de Medoro que la aspereza de Roldán.
Pero, ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo, por cierto, sólo Lotario era éste, que con toda solicitud y advertimiento miraba por la honra de su amigo y procuraba dezmar, frisar y acortar los días del concierto del ir a su casa, porque no pareciese mal al vulgo ocioso y a los ojos vagabundos y maliciosos la entrada de un mozo rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que él pensaba que tenía, en la casa de una mujer tan hermosa como Camila, que, puesto que su bondad y valor podía poner freno a toda maldiciente lengua, todavía no quería poner en duda su crédito ni el de su amigo, y por esto los más de los días del concierto los ocupaba y entretenía en otras cosas, que él daba a entender ser inexcusables.
Pero el que más se holgó con mi ida fue un hijo segundo del duque, llamado Fernando, mozo gallardo, gentilhombre, liberal y enamorado, el cual, en poco tiempo, quiso que fuese tan su amigo, que daba que decir a todos, y, aunque el mayor me quería bien y me hacía merced, no llegó al estremo con que don Fernando me quería y trataba.

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