Ejemplos con gauchaje

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La estancia quedó, obsequiosamente, entregada a la tropa. Eran patrones los jefes. El gauchaje, amontonado en el galpón de los peones, pululaba felinamente entre el soguerío de arreos y recados.
El gauchaje se ejecuta, en silencio, con una interrogación increíble en sus cabezas de valientes.
Por quinta vez, el gauchaje sorprendía el campamento realista, y en el aturdimiento de todos, lazo y bola habían hecho su obra.
Más que el respeto, la admiración del gauchaje supo conquistar Agapito con su rebenque.
Mucho gauchaje se había juntado, en la pulpería de don Manuel Fulánez, aquel día, y todos se entretenían, jugando a la taba o al choclón, corriendo carreras y mamándose como cabras.
Había mucha gente gauchaje, bastante, pero también una punta de extranjeros, con sus hijos, nacidos éstos en el país, los más endiablados para correr.
¡Changa linda para el pobrerío! y si el viento sur ha soplado feo para el hacendado, lo bendice el gauchaje.
Mozo serio, el coimero, muy ponderado entre el gauchaje, como formal y recto.
No era el Rubio un gaucho cualquiera, sino que parecía marcar una especie de transición entre el gauchaje verdadero, de melena y barba cerrada, de chiripá y de poncho, hábil enlazador y gran jinete, y el paisano de chacra, criado en las orillas del pueblo, del cual ha tomado los vicios algo refinados ya, sin haber adquirido la destreza peculiar y la resistencia del verdadero hombre de campo.
Hace muchos años, era grande la fama de Faustino Videla, como payador, entre el gauchaje del sur, pero, como ser payador, no era, por supuesto, oficio ni profesión, Videla, capataz en una estancia, sólo dedicaba a la guitarra y al canto los momentos de ocio que le dejaba su obligación.
Después, a los años de estar tranquilo el país, había surgido por el lado de las cordilleras, el fantasma chileno, y los jóvenes, los hijos ahora, habían tenido los ejercicios del domingo, -sin armas, porque no alcanzaban para todos-, chapaleando durante cuatro horas por semana, a pie, en el polvo o en el barro del camino real, maniobrando, como bandada de gansos, el gauchaje, por el modo de caminar, y mandados por un exvigilante destituido por borracho, que hacía de oficial.
Mucho gauchaje se había juntado, en la pulpería de don Manuel Fulanez, aquel día, y todos se entretenían, jugando a la taba o al choclón, corriendo carreras y mamándose como cabras.
Demasiado afianza con hechos su indiscutible superioridad, para necesitar afirmarla con palabras, y su orgullo ligeramente protector con el gauchaje corriente, fácilmente se vuelve desdén para con el labrador que no doma más que la tierra, víctima mansa que no corcovea.
Aunque, en su tierra, nunca hubiera andado a caballo, pronto se había hecho medio jinete y no dejaba de empezar a querer alborotar al gauchaje con sus proezas, causándoles gracia siempre, a todos, el verlo salir de las casas a todo galope, castigando a dos lados, desde el palenque, como si la carga de duraznillo que debía traer del cañadón, en el petizo, se le hubiera podido escapar.
Cuando haya, para él, tantas escuelas como de pulperías ha habido para sus antepasados, pronto se verá que el gauchaje sólo ha sido turba, mientras no se ha tratado de hacerlo gente, y saltará a la vista que la ignorancia en la cual lo han mantenido, era como el agua que se echa en las orejas del bagual, para poderlo jinetear.

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