Ejemplos con ganchudas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Fruto bilobulado, con cerdas ganchudas.
A diferencia de otros muchos miembros de la familia Asteraceae, cuyas semillas son transportadas por el aire gracias a un penacho de sedosa cabellera que recuerda paracaídas en miniatura, el aquenio está encerrado en un pequeño y duro cadillo ovalado de doble cámara, cubierto por rígidas espinas ganchudas.
¡Pobre cigarra! ¡Infeliz artista del mundo de las hojas, calumniada en el mundo superior de los hombres! Como no almacena, es una bohemia indigna de respeto, como se alimenta de miel y canta a todas horas, no trabaja seriamente, como carece de mandíbulas y abandona el sitio a los que se deslizan a traición por debajo de su vientre, los usureros subterráneos, las bestias de patas ganchudas que engordan con los muertos, tienen derecho a robarle su obra.
Las manos se hacían ganchudas, acompañando con movimientos agresivos las vibraciones de una voz aguda y cortante.
De no ser así, se comía al habitante, introduciendo después en el nacarado refugio su posterior, armado de dos patas ganchudas.
Las manos ateridas y ganchudas se soltaban del madero, volviendo a agarrarse a él con esfuerzos supremos de voluntad.
Tenía los ojos rojos como dos tizones inflamados, los dientes largos y salientes como los colmillos de un cerdo, una boca enorme, tan grande como el brocal de un pozo, labios que le colgaban sobre el pecho, orejas movibles como las del elefante y que le cubrían los Hombros, y uñas ganchudas cual las garras del león.
Como no almacena, es una bohemia indigna de respeto, como se alimenta de miel y canta á todas horas, no trabaja seriamente, como carece de mandíbulas y abandona el sitio á los que se deslizan á traición por debajo de su vientre, los usureros subterráneos, las bestias de patas ganchudas que engordan con los muertos, tienen derecho á robarle su obra.
Tan abombado lo dejó a Ruperto con el discurso, tan desilusionado con toda su chafalonía, tan mareado, tan marchito y desarmado, que pudo entonces, con un puñado de pesos, desflorar a su gusto la fortunita del gaucho con sus ganchudas manos de pulpero.

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