Ejemplos con ganancia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero hay una que manda en ti y en mí con mayor fuerza que los tres ochavos de una buena ganancia, y esa ambición está reñida con las manos manchadas de vino tinto y con las ropas que huelen a anisado.
En suma, él cayó en melancolía tal, que vino a serie indiferente hasta la honrada y lícita ganancia que debía a su industria: y como los facultativos le recetasen el sano aire natal y el cambio de vida y régimen, traspasó la lonja, y con magnanimidad no indigna de un sabio antiguo, retirose a su pueblo, satisfecho con lo ya logrado, y sin que la sedienta codicia a mayor lucro le incitase.
Gané más de lo necesario, me seguía, como rendida amante, la suerte, pero aquella especulación sin tregua ni entrañas me provocaba náuseas, y quise probar alguna labor en que entendimiento y cuerpo fuesen unidos, y en que la ganancia no alcanzase más que a no dejarme morir de hambre.
Nadie comprendía lo que era para aquellas infelices la pérdida de su mísera mercancía, la desesperada vuelta al tugurio paterno, donde aguardaba la madre dispuesta a incautarse del par de reales de ganancia o a administrar una paliza.
Y para probarlo, no había más que fijarse en don Ramón Morte, un filántropo, que hacía el bien encaminando a la ganancia los pequeños capitales que yacían muertos y dedicando las ganancias propias a obras de beneficencia.
Husmeaba la ganancia a cien leguas, colocaba los capitales ajenos con la mayor seguridad, tenía esclavizada la fortuna, y a pesar de esto, ¡qué sencillo! ¡Con qué modesta afabilidad trataba a los pequeños! Era un señor pequeñín, enfermizo por el exceso de trabajo, con gafas de oro y esa sonrisa atractiva y cándida cuyo secreto sólo poseen los grandes hombres de negocio o los Padres de la Compañía.
Eso de arrojar la fortuna al viento, con la esperanza de una ganancia loca, quedaba para los tontos que se creen poseedores de infalibles secretos.
Serán para algunos escrúpulos necios, pero ¿qué quieres? Después de tantísimos años de probidad comercial, de prosperidad lenta pero segura, no puedo conformarme con esta vida de agitación y sobresalto que noto en torno mío, ni menos ver con tranquilidad una ganancia inmoral y estrepitosa.
¿Y puedo yo estar tranquilo? Al principio, Antonio era prudente y no exponía gran cosa, pero la ganancia le ciega, y ahora ¿sabes? me he enterado de que se mete tan hondo, que si la fortuna le volviese la espalda, en veinticuatro horas quedaba limpio, sin cubrir sus compromisos, y por tanto, deshonrado.
La fiebre de ganancia que les dominaba por las noches al hablar de negocios volvía a reaparecer.
Un espendedor de bollos, tortas y merengues, que aprovechaba aquella solemnidad y aquel concurso para hacer una ganancia loca.
Lo de la honradez, que ella anhelaba ignorando el valor exacto de las palabras, no tenía sentido, pero ya que no fuese honrada, al menos pareciéralo, y esto iba ganando, que no era floja ganancia.
No, no le arriendo la ganancia.
A este paso no le arriendo la ganancia, porque no va a sacar para disgustos.
No les arriendo la ganancia a los primeros que pongan la mano en nuestros sacerdotes y en nuestro culto.
—Con su pan se lo coma, dijo Rincon a este punto, no le arriendo la ganancia, dia de juicio hay donde todo saldrá, como dicen, en la colada, y entónces se verá quién fué Callejas, y el atrevido que se atrevió a tomar, hurtar y menoscabar el tercio de la capellanía: y ¿cuánto renta cada año, dígame, señor sacristan, por su vida?.
—La estrena no será mala, porque estoy de ganancia, y soy enamorado, y tengo de hacer hoy banquete a unas amigas de mi señora.
Un muchacho asturiano, que fué a quien hicieron la pregunta, respondió que el oficio era descansado, y de que no se pagaba alcabala, y que algunos dias salia con cinco y con seis reales de ganancia, con que comia y bebia, y triunfaba como cuerpo de rey, libre de buscar amo a quien dar fianzas, y seguro de comer a la hora que quisiese, pues a todas lo hallaba en el mas mínimo bodegon de toda la ciudad, en la cual habia tantos y tan buenos.
Hecho esto se fueron a ver la ciudad, y admiróles la grandeza y suntuosidad de su mayor iglesia, el gran concurso de gente del rio, porque era en tiempo de cargazon de flota, y habia en él seis galeras, cuya vista les hizo suspirar y aun temer el dia que sus culpas les habian de traer a morar en ellas de por vida: echaron de ver los muchos muchachos de la esportilla que por allí andaban, informáronse de uno dellos qué oficio era aquel, y si era de mucho trabajo y de qué ganancia.
Juan, que habia de ser Andres Caballero, que en todo aciertas, sino en el temor que tienes, que no debo de ser muy verdadero, que en esto te engañas sin alguna duda: la palabra que yo doy en el campo, la cumpliré en la ciudad, y adonde quiera, sin serme pedida, pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso: mi padre te dará limosna por Dios y por mí, que en verdad que esta mañana di cuanto tenia a unas damas, que a ser tan lisonjeras como hermosas, especialmente una dellas, no me arriendo la ganancia.
Salió Preciosa rica de villancicos, de coplas, seguidillas y zarabandas y de otros versos, especialmente de romances, que los cantaba con especial donaire, porque su taimada abuela echó de ver que tales juguetes y gracias en los pocos años y en la mucha hermosura de su nieta habian de ser felicísimos atractivos é incentivos para acrecentar su caudal, y ansí se los procuró y buscó por todas las vias que pudo, y no faltó poeta que se los diese, que tambien hay poetas que se acomodan con jitanos, y les venden sus obras, como los hay para ciegos, que les fingen milagros, y van a la parte de la ganancia: de todo hay en el mundo, y esto de la hambre tal vez hace arrojar los ingenios a cosas que no están en el mapa.
—En esto de restituir no hay que hablar, respondió el mozo, porque es cosa imposible por las muchas partes en que se divide lo hurtado, llevando cada uno de los ministros y contrayentes la suya, y así el primer hurtador no puede restituir nada, cuanto mas, que no hay quien nos mande hacer esta diligencia a causa que nunca nos confesamos, y si sacan cartas de descomunion, jamas llegan a nuestra noticia, porque jamas vamos a la iglesia al tiempo que se leen, sino es los dias de jubileo, por la ganancia que nos ofrece el concurso de la mucha gente.
Dejé tomada casa en un pueblo junto a Augusta, juntéme con estos peregrinos, que tienen por costumbre de venir a España muchos dellos, cada año, a visitar los santuarios della, que los tienen por sus Indias, y por certísima granjería y conocida ganancia.
Yo vine despechado tras él, y con buenas y corteses palabras le he pedido que me diese siquiera ocho reales, pues sabe que yo soy hombre honrado y que no tengo oficio ni beneficio, porque mis padres no me le enseñaron ni me le dejaron, y el socarrón, que no es más ladrón que Caco, ni más fullero que Andradilla, no quería darme más de cuatro reales, ¡porque vea vuestra merced, señor gobernador, qué poca vergüenza y qué poca conciencia! Pero a fee que, si vuesa merced no llegara, que yo le hiciera vomitar la ganancia, y que había de saber con cuántas entraba la romana.
Vuestra merced sabrá que este gentilhombre acaba de ganar ahora en esta casa de juego que está aquí frontero más de mil reales, y sabe Dios cómo, y, hallándome yo presente, juzgué más de una suerte dudosa en su favor, contra todo aquello que me dictaba la conciencia, alzóse con la ganancia, y, cuando esperaba que me había de dar algún escudo, por lo menos, de barato, como es uso y costumbre darle a los hombres principales como yo, que estamos asistentes para bien y mal pasar, y para apoyar sinrazones y evitar pendencias, él embolsó su dinero y se salió de la casa.
¿Por ventura es cosa nueva deshacer un solo caballero andante un ejército de docientos mil hombres, como si todos juntos tuvieran una sola garganta, o fueran hechos de alfenique? Si no, díganme: ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? ¡Había, en hora mala para mí, que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso don Belianís, o alguno de los del inumerable linaje de Amadís de Gaula, que si alguno déstos hoy viviera y con el Turco se afrontara, a fee que no le arrendara la ganancia! Pero Dios mirará por su pueblo, y deparará alguno que, si no tan bravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos no les será inferior en el ánimo, y Dios me entiende, y no digo más.
Dile también que de la amenaza que me hace, que me ha de quitar la ganancia con su libro, no se me da un ardite, que, acomodándome al entremés famoso de La Perendenga, le respondo que me viva el Veinte y cuatro, mi señor, y Cristo con todos.
Sí, que no fue disparate La ingratitud vengada, ni le tuvo La Numancia, ni se le halló en la del Mercader amante, ni menos en La enemiga favorable, ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas, para fama y renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado.
Cuanto más, que si la mora, como ella decía, daba dineros para rescatarlos a todos, que, estando libres, era facilísima cosa aun embarcarse en la mitad del día, y que la dificultad que se ofrecía mayor era que los moros no consienten que renegado alguno compre ni tenga barca, si no es bajel grande para ir en corso, porque se temen que el que compra barca, principalmente si es español, no la quiere sino para irse a tierra de cristianos, pero que él facilitaría este inconveniente con hacer que un moro tagarino fuese a la parte con él en la compañía de la barca y en la ganancia de las mercancías, y con esta sombra él vendría a ser señor de la barca, con que daba por acabado todo lo demás.
Mas él, que a las derechas es buen cristiano, aunque quisiera casarla luego, así como la vía de edad, no quiso hacerlo sin su consentimiento, sin tener ojo a la ganancia y granjería que le ofrecía el tener la hacienda de la moza, dilatando su casamiento.

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