Ejemplos con frutera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Vaya, don Gil! ¿Y usted se anda en chismes con la frutera? ¡Buena está ella! No me vuelva usted acá con enredos.
Me dijo la frutera que ayer te vio salir con él de paseo, y.
Según tú, en esos días, yo te lo había quitado, pero andaba también con la del puesto de periódicos, con la frutera, con la de los caldos y hasta con la de las garnachas.
-¿Un antiguo panadero? -preguntó la frutera.
A cuya mi ya putativa madre servía de guión en todas las más de sus acciones una punta de hechicera -como vuesa merced adelante verá-, no obstante que los dos tenían sus devociones, que es muy de la frutera haber asalariado el ciego para que la rece, y aun derramar lágrimas oyendo el paso de los azotes, y dar con el dedo para que el peso supla lo que en él no ha puesto.
En fin, que ya no avía cabeça, ciruelas, ni vientre, porque, yendo con él Gilillo a casa, como del breve tiempo que con la frutera estuvo conociesse algunos de aquellos muchachos que el mismo menester que el suyo exercitavan y uno dellos le diesse un pescoçón diziéndole:.
¡Vaya, don Gil! ¿Y usted se anda en chismes con la frutera? ¡Buena está ella! No me vuelva usted acá con enredos.
Me dijo la frutera que ayer te vio salir con él de paseo, y.
La pobre frutera le había hecho mil preguntas sin conseguir más respuesta que una mirada triste, siempre la misma.
Los dos hombres habían ido a buscar a la niña a casa de la frutera, donde la había dejado Fauchelevent la víspera.
Después la deposito el tiempo necesario en casa de una vieja frutera, amiga mía, bien sorda, que vive en la calle Chemin-Vert, donde tiene una camita.
-¿A quién buscáis, lindo joven? -le preguntó la frutera de enfrente.
Luego habla de un perro que tuvo, y de la madre del perro, y de la casta de la perra madre, y de los perritos que tuvo, y de cómo él se divertía con los perritos y de cómo los perritos fueron regalados, y de lo que la gente decía de los perritos en el barrio, y de cómo una frutera que quería un perrito.
Hallaremos que tanto apretó a Gilillo y tanto le fatigó, que se le fue, no como hijo pródigo, antes como hijo podrido: ¡imprudencia grande de hombre que a tal le forçó! Gil no quería casas ni viñas, sino comer, para lo qual buscó una frutera con quien hizo assiento.

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