Ejemplos con formidable

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Leí en un ensayista francés: ¡Quién poseyera la retina de la mosca! ¡Qué formidable panorama de la creación le ha sido otorgado a la mosca y negado al que llamamos rey de la tierra! Pues con penetrar un poco en todas las ciencias, así puras como aplicadas, se descompone al punto una imagen en millares de imágenes, como ya he esbozado en el paradigma del árbol.
Y fueron viniendo botellas, aumentándose copas a la ya formidable batería que cada convidado tenía ante sí, anchas y planas, como las de los relieves antiguos, para el espumante Champagne, verdes y angostas, finísimas, para el Rhin, cortas como dedales, sostenidas en breve pie, para el Málaga meridional.
De una iglesia que tuvo los techos pintados, y dorados de oro fino de lo más viejo de América los capiteles de los pilares, quedaba en pie, como una concha clavada en tierra por el borde, el fondo del altar mayor, cobijado por una media bóveda: un bosquecillo había crecido al amor del altar, la pared interior, cubierta de musgo, le daba desde lejos apariencia de cueva formidable, y era cosa común y sumamente grata ver salir de entre los pedruscos florecidos, al menor ruido de gente o de carruajes, una bandada de palomas.
Era aquello un tesoro de gran valor, una palanca formidable que, bien manejada, podía dar al traste en breve tiempo con gran parte de los políticos revolucionarios que pululaban en España.
Frunció, pues, Butrón el formidable pliegue, y mirando la ceniza de su cigarro, dijo solemnemente:.
¡Berr!hizo Butrón como si le dieran náuseas, y con las manos cruzadas a la espalda, actitud de las grandes perplejidades, y fruncido el formidable guardapolvo de sus cejas, señal en él de graves preocupaciones, comenzó a medir a grandes pasos la estancia.
Otro periódico ministerial, , completaba estas noticias con el siguiente sueltecito, en que no asomaba ya la manaza, sino la pataza del excelentísimo Martínez, descargando una coz digna de la formidable pezuña del legítimo :.
Y tuvo una explosión de alegría formidable, rompiendo a reír violentamente y entrecortando su risa con profundos sollozos sin lágrimas.
Y como si todavía hubiese podido deslizarse en aquella absoluta carencia de realidades algún error ilusorio, el viajero, rascándose a veces un momento con el extremo del lápiz la ancha y hermosa frente, prosiguió trazando guarismos y haciendo cálculos, hasta tirar otra raya horizontal, derecha, negra e inflexible como un destino adverso, por debajo de la cual apareció esta vez algo menos que cero, una cantidad negativa, una deuda formidable, que era, sin duda alguna, la única realidad con que aquel hombre contaba en el mundo:.
Habíase quedado estupefacto, latíale el corazón, temblábanle las rodillas, y revolvía aquellos papeles con el ansia temerosa, el gozoso terror, si así es posible sentirlo, del débil hombrecillo que se encontrara de repente entre las manos fabulosas riquezas de un gigante formidable que no ha de dejárselas arrebatar.
Todo quedó en silencio un breve rato, oyéronse después los ligeros pasitos en diversas direcciones, tornáronse a acercar a la puerta, sintiéndose tras ella el roce del vecino sospechoso que espiaba, y más tarde, al dar la una en el reloj del hotel, oyóse un golpe semejante al de un cuerpo pesado que cae sobre un colchón de muelles, después un ¡Aaaaaah! prolongadísimo, un bostezo formidable, que vino a tranquilizar a Jacobo.
¿Sería quizá en el cuarto vecino, o en el corredor de entrada, o tal vez en el bulevar, algún incendio formidable que hiciera penetrar a través de las maderas sus inflamados miasmas? El tío Frasquito corrió primero a la puerta de entrada, a la de comunicación luego, y a la ventana por último, sin encontrar rastro alguno de incendio, con las narices abiertas, olfateando siempre y percibiendo, mientras más se movía de una parte a otra, el alarmante tufo más marcado.
¡Alto ahí, canalla, o te rompo el morro!exclamó Diógenes poniendo su formidable puño en las narices mismas de Jacobo.
También Villamelón había visto algo, sentado de espaldas al escenario, en el fondo del palco, apoyada la pensadora cabeza en el débil tabiquillo y fijos los ojos en el techo, recibía de lleno el formidable soplo de aquel feísimo Eolo que, por detrás del carro de Febo, parece lanzar pulmonías y catarros sobre las calvas, vistas en proyección, de los melómanos faltos de pelo.
La ira, la pasión y la grosería del pueblo se manifestaron en ella de golpe, con explosión formidable.
Llegó día en que Maxi se expresaba con una violencia muy opuesta a su carácter pacífico, y cuando no le contradecían, se contestaba él, echando leña por sí propio en la hoguera de su ira, y por fin se iba refunfuñando, cerraba con golpe formidable la puerta, y bajaba la escalera de cuatro en cuatro peldaños.
Su casa era una de las que forman el costado occidental de la Plaza Mayor, y como el basamento de ellas está mucho más bajo que el suelo de la Plaza, tienen una altura imponente y una estribación formidable, a modo de fortaleza.
El cura de Boán no quiso más garrote que el suyo, que era formidable, Ramón Limioso, fiel a su desdén de la grey villana, asió el látigo más delgado, un latiguillo de montar.
Julián murmuró una oración, desvióse aprisa, creyendo sentir bajo sus plantas el cuerpo de bronce de su formidable enemigo.
El niño entonces vio una cosa terrible, una cosa que recordó años después y aun toda su vida: el hombre emboscado se incorporaba, con su único ojo centelleante y fiero, se echaba a la cara la formidable tercerola, se oía un espantoso trueno, voz de la bocaza negra, flotaba un borrón de humo, que el aire disipó instantáneamente, y al través de sus últimos tules grises el abuelo giraba sobre sí mismo como una peonza, y caía boca abajo, mordiendo sin duda, en suprema convulsión, la hierba y el lodo del camino.
Si es verdad que éste influye mucho en Galicia, merced al carácter sumiso de los labriegos, allí en Cebre no podía contrapesar la acción de curas y señoritos reunidos en torno del formidable cacique Barbacana.
Al introducirla en la cerradura y empujar la puerta, otro relámpago bañó de claridad fantasmagórica el sitio en que iba a penetrar, rodó el carro del trueno, pausado al principio, después ronco y formidable, como una voz hinchada por la cólera, y Nucha retrocedió con espanto.
En el comedor encontró Julián al marqués cenando con apetito formidable, como hombre a quien se le ha retrasado la pitanza dos horas más que de costumbre.
Ambos jadeaban: su dificultosa respiración parecía el resuello de un accidentado, las triples roscas de la papada y el rollo del pestorejo aureolaban con formidable nimbo de carne las faces moradas de puro inyectadas de sangre espesa, y cuando se volvían de espaldas, en el mismo sitio en que el Arcipreste lucía la tonsura ostentaba su hermana un moñito de pelo gris, análogo al que gastan los toreros.
Refugiáronse al huerto el cura de Naya y Julián, pasando por la cocina, donde la algazara de los criados, primas del cura, cocineras y músicos era formidable, y los jarros se evaporaban y la comilona amenazaba durar hasta el sol puesto.
El Arcipreste era respetado más por su edad que por su ciencia teológica, y se sosegó un tanto el formidable barullo cuando se incorporó difícilmente, con ambas manos puestas tras los oídos, vertiendo sangre por la cara, a fin de dirimir, si cabía lograrlo, la contienda.
Esta fornida guisandera, un tanto bigotuda, alta de pecho y de ademán brioso, había vuelto la casa de arriba abajo en pocas horas, barriéndola desde la víspera a grandes y furibundos escobazos, retirando al desván los trastos viejos, empezando a poner en marcha el formidable ejército de guisos, echando a remojo los lacones y garbanzos, y revistando, con rápida ojeada de general en jefe, la hidrópica despensa, atestada de dádivas de feligreses, cabritos, pollos, anguilas, truchas, pichones, ollas de vino, manteca y miel, perdices, liebres y conejos, chorizos y morcillas.
Y no obstante trascendía a clérigo, revelándose el sello formidable de la ordenación, que ni aun las llamas del infierno consiguen cancelar, en no sé qué expresión de la fisonomía, en el aire y posturas del cuerpo, en el mirar, en el andar, en todo.
Formidable flujo y reflujo, una lucha entre fuerzas no bien manifiestas, agitaban la silenciosa esfera.
Él mismo, cuando no ocultaba su calvicie con seis pelos llenos de pomada, cuando no se teñía el bigote, cuande andaba derechito y espigado por la poca pesadumbre de los años, había sido un Tenorio formidable.

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