Ejemplos con foja

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dicha hoja será puesta por la unidad de administración documental como foja inicial del expediente, a continuación de la carátula y antes de toda actuación.
-¡Hola! ¡hola! -interrumpió Foja-.
Fueron: el señor Foja, ex-alcalde, Paco Vegallana y Joaquín Orgaz.
Paco el Marquesito, que como buen aristócrata se creía obligado a ser religioso en la forma por lo menos, se opuso al principio a los proyectos de Foja y Orgaz, pero considerando que su amigo, su ídolo Mesía deseaba tener allí al otro para que le ayudara a desacreditar al Provisor, y considerando que iban a divertirse de veras en el gaudeamus de la noche, falló que debía ayudar y ayudaba a los enemigos del Magistral y se agregó a la comisión que fue a buscar a don Pompeyo.
Foja y Joaquinito Orgaz, que capitaneaban la partida de los murmuradores, propusieron a don Álvaro que fuera una comisión a buscar a don Pompeyo para restituirlo al Casino, «de donde nunca debió haber salido».
No había más que acabar con él ayudando a Foja, ayudando a Glocester, a todos los enemigos del tirano eclesiástico».
Tal maña se daban Glocester y don Custodio y otros señores del cabildo, algunos empleados de la curia eclesiástica, y entre el elemento lego Foja y don Álvaro, este por debajo de cuerda y conteniéndose en lo que se refería a la simonía y despotismo que se achacaba al Provisor.
-¡Mire usted el pueblo! -dijo un concejal de la otra bolsa, volviéndose a Foja, el ex-alcalde liberal.
-Pues más varonil es la del bajo -decía Foja.
-¡Se acuerdan ustedes de la Pallavicini! ¡Qué voz de arcángel! -decía Foja, socarrón, escéptico en todo, pero creyente fanático en la música de los cuartetos de ópera de lance.
-Sí, señor Provisor, es usted un ladrón, y un simoniaco, como le llama a usted el señor Foja.
En aquel momento se le ocurrió una frase y para exponerla a su auditorio con toda solemnidad se detuvo, extendió la mano, como separando a los otros dos, y echando el cuerpo del lado de Foja le dijo al oído, a voces:.
El ex-alcalde Foja se paseaba en medio del Arcediano, el ilustre Glocester, y del beneficiado don Custodio, el más almibarado presbítero de Vetusta.
y sueco? Él era el Magistral de Vetusta, un cura del siglo diecinueve, un carca, un obscurantista, un zángano de la colmena social, como decía Foja el usurero.
-Permítame usted, señor Foja o señor diablo.
Pero, en fin, si te fastidia, si tanto desagrado te causa, doblemos la foja y que no se hable más.
-Todo esto es verdad -contestó Foja, el ex-alcalde usurero, que estaba presente siempre en conversaciones de este género.
Pero ya que Foja lo decía.
Foja, desde la puerta, se atrevió a decir:.
-¡Adiós! ya se desató -interrumpió Foja.
-Señor Foja -respondió Mesía, seguro de que todos esperaban que él hablase- hay cuando menos notable exageración en todo lo que usted ha dicho.
Su propósito era agradar a don Álvaro, por causas que él conocía, y aunque el presidente del Casino fingiera defender al canónigo, a Foja le constaba que no le quería bien ni mucho menos.
Foja, que sabía insultar, pero también perdonaba los insultos, no se tuvo por ofendido.
-Y yo juro que es verdad, señor don Álvaro -gritó Foja.
Dijeron que no Ronzal, Orgaz padre, el Marquesito, Mesía y otros cuatro, que sí Foja, Joaquinito y otros dos.
El que empleaba estas reticencias era Foja.
-El Casino no es un establecimiento público -interrumpió Foja.
Foja se encargó de poner las cosas claras.
-Se trataba -añadió Foja- de las varas que toma o no toma cierta dama, hasta hoy muy respetada, y de los refuerzos espirituales que su atribulada conciencia busca o no busca en la dirección moral de don Fermín.
-Y, vamos a ver -preguntó el señor Foja, el ex-alcalde- ¿qué tiene que ver eso de las varas que Mesía quiere poner a la Regenta con el Magistral y la confesión?.

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