Ejemplos con fogosidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde Brasil, la fogosidad de este género, rápidamente, invadió el mundo.
El caballo parece contener apenas la fogosidad que se trasluce en su expresiva cabeza.
Y además el arrojo y la fogosidad indomable de los súbditos disgustan a los que mandan, el alejamiento y el aislamiento por sí mismos son más sospechosos cuanto mejor nos protegen.
La experiencia del uno hacía contrapeso a la natural irreflexión y fogosidad del otro.
Presidía la estancia un retrato litográfico de Carlos VII, montado en brioso corcel de flotantes crines, que lanzaba por narices y boca los vahos espumosos de su fogosidad.
Lo que Vérod había dicho se confirmaba: la idea de hacer bien al alma enferma de Zakunine aparecía dominante en el pensamiento de la Condesa: con su suavidad y dulzura, por ley de atracción entre contrarios, debía sujetar la fuerza impetuosa, la fogosidad indomable del rebelde, como se recogen las riquezas brutas de las cuales se puede extraer un valor puro.
El seminarista español se indignaba contra su antigua fe con toda la fogosidad de un temperamento vehemente.
En el aula de oratoria sagrada dejaba estupefactos al profesor y los alumnos por la fogosidad y la convicción con que pronunciaba sus sermones.
Dígase lo que se quiera, el arrebatado carácter de Ramos había tomado asiento con los años, enfriándose un poco la fogosidad que con la existencia recibiera de los Caballucos padres y abuelos, la mejor casta de guerreros que ha asolado la tierra.
La fogosidad de su imaginación llevábale a compararse con los colosos de infortunio, pero superándolos a todos: tan pronto recordaba a Job de la antigüedad hebraica, como a Edipo, de los tiempos heroicos, y hasta en sus coloquios, en sus alegatos ora tiernos, ora coléricos con la divinidad se les parecía.
-Las circunstancias -añadió Serafinita- obligan a los hombres a sofocar algunas veces su natural impulso y fogosidad patriótica.
Tú no tienes vehemencia ni fogosidad en tus sentimientos.
Como modelos de varonil belleza, entre los jóvenes concurrentes al baile de la Sociedad aquella noche, pudiera hacerse mención del Teniente coronel de Lanceros del Rey, Rafael de la Torre, quien unos días después murió estrellado contra las ruedas de los quitrines en el Paseo, junto a la estatua de Carlos III, víctima de la fogosidad de su caballo, Bernardo Echeverría y O’Gabán, que en los días de gala gustaba vestir el uniforme de gentil-hombre de Cámara con entrada, por cuanto podía lucir las bien hechas y rollizas piernas, Ramón Montalvo, en la flor de su edad, bello como un inglés de la más pura sangre, José Gastón, el verdadero Apolo de Cuba, Dionisio Mantilla, recién llegado de Francia, que venía hecho un cumplido parisiense, Diego Duarte, el feliz campeón de las corridas de cañas celebradas el año anterior, con motivo de las nupcias de Fernando VII con María Cristina de Nápoles, varios oficiales de la marina y del ejército español en sus vistosos uniformes, más propios de una parada que de un baile particular.
Dios, por dicha, no le había negado la capacidad de amar, sólo que las mujeres con quienes hasta allí había tropezado, o habían cedido a la fogosidad de sus afectos, a la intrepidez de sus pocos años, o a la influencia de su.
Felipe María, desde la misma puerta de la villa, ha entregado las riendas a Alejo, y este brega por igualar y contener a los dos magníficos y rebeldes potros color flor de romero -un pelo que, según opinión de los inteligentes, denuncia condición falsa y traidora, mientras los alazanes reúnen a la fogosidad la nobleza-.
Tú convienes a la fogosidad de mi carácter, tú sola puedes realizar las ilusiones de mi impetuosa imaginación, no te asustes, pero es preciso que seas mía.
-Admiro esa fogosidad de imaginación que todo lo atropella y facilita cuando se habla del objeto que la avasalla: ¡ah!, no os dejéis dominar por ella en los combates.
¡No pocas veces admiraron su pujanza, su fogosidad e intrepidez los monarcas de Aragón y los príncipes de Castilla! Conocido únicamente en sus justas y torneos por el caballero del Cisne, se atrajo los aplausos de ambas cortes, y gozó en secreto de que le admirasen sin conocerle hasta los más encarnizados enemigos de la casa de Pimentel.
Angustias le miró muy contenta, y dijo con noble fogosidad:.
Y a su vez, no dejó ella de hacer ver una parte considerable de los dones que poseía y de las maravillosas aptitudes de las griegas, las amorosas facultades de las egipcias, los movimientos lascivos de las muchachas árabes y la fogosidad de las etíopes, el candor asustado de las francas, y la ciencia consumada de las indias, la experiencia de las hijas de Circasia y los deseos apasionados de las rubias, la coquetería de las hijas del Yamán y la violencia muscular de las mujeres del Alto Egipto, la pequeñez de órganos de las chinas, el ardor de las hijas de Hedjaz, y el vigor de las mujeres del Irak y la delicadeza de las persas.
Olvidado del respeto que a la santidad del lugar debía, la llevé aparte, y con toda la fogosidad de mi alma, le dije: «Ya la he visto.
El Duque, vencido por O'Donnell en la guerra de intrigas, y desairado por la Reina, desmentía su fogosidad y bravura, encerrándose en un quietismo incomprensible.
Pero incompleto sería semejante cuadro, a no figurar entre sus bellezas, esa alma que presta el hombre a todo cuanto le rodea, por lo que vamos a ofrecer al lector una de aquellas escenas de la vida, tanto más propia, cuanto que estarán íntimamente relacionados en ella, el hombre y la naturaleza: esta con todas sus galas, aquel con toda la rudeza y fogosidad de un corazón primitivo.
Por tanto, aunque Nicias llegó a verse desembarazado de Cleón, no tuvo tiempo de tranquilizar y afianzar del todo la república, sino que, habiendo conseguido llevarla por el buen camino, la apartó de él la violencia y fogosidad de Alcibíades, impeliéndole otra vez a la guerra, lo que sucedió de esta manera: Los que principalmente se oponían a la paz de la Grecia eran Cleón y Brásidas: aquel, porque en la guerra no se descubría tanto su maldad, y éste, porque en ella resplandecía más su virtud, como que al uno le daba ocasión para grandes injusticias y al otro para gloriosos triunfos.
también el corazón y evapóranse los humos de la fogosidad con mucha espera, y tal vez a.
Diríase que por la fogosidad de su ímpetu,.
Un natural menos ardiente, un alma menos impetuosa que la del señor de Bembibre no hubiera adoptado probablemente tan temeraria determinación como era la de entrar en el Temple, cuando cielo y Tierra parecían conjurados en su daño, pero el vacío insondable que había dejado en su corazón el naufragio de su más dulce y lisonjera esperanza, la necesidad de emplear en alguna empresa de crédito la fogosidad y energía de su carácter y más que todo quizá el deseo de venganza, fueron móviles bastantes poderosos para allanar toda clase de embarazos.
Pero le olió bien pronto don Gonzalo, y aquéllos sus intentos de atormentar a Magdalena con la conquista de Osmunda, que le devoraba con los ojos y le aturdía con una fogosidad sin ejemplo, trocáronse súbito en un arrebato de despecho que acabó por inflamar su mimosa pasión en un infierno de deseos.
Señor, es de las más eminentes y perseverantes, como que ocupa una extensión de diez carros de tierra, y no se ve seca de sus líquidos ni en la fogosidad del verano, por lo cual abundan en ella las ranas cuadrúpedas y los peces acuáticos de ambos sexos, quiero decir, de varias dimensiones».

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