Ejemplos con flamígeros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los últimos cuatro rayos flamígeros ubicados entre: noreste este, suroeste oeste, noroeste norte, sureste sur, sugieren las cuatro épocas de mayor riqueza agrícola de nuestra Provincia y región, debida al caucho, al cacao, al café y a la palma africana.
El conjunto está rematado por un friso de enrejados flamígeros.
Otra fachada que se remata ahora es la fachada de la Catedral de Saint-Etienne de Toul, siguiendo un esquema parecido al de Tours, en tres calles, y con muchos elementos flamígeros decorativos.
repisas y doseletes para estatuas que en los siglos XII y XIII suelen llevar figuras de castillitos, en el siglo XIV semejan boveditas de crucería con pequeños gabletes y en el XV se adornan con calados flamígeros y arquitos conopiales o se terminan por una elevada torrecilla y altos gabletes,.
Mientras que la versión que utiliza la bandera de Uruguay cuenta con ocho rayos rectos y ocho flamígeros, también intercalados.
La versión que figuraba en la primera moneda argentina y en su actual bandera contiene dieciséis rayos rectos y dieciséis rayos flamígeros intercalados que salen de un sol con rostro humano.
Se encuentra la escena situada dentro de un interior con ventanales flamígeros al fondo, donde hay unos ángeles cantores y se aprecia detrás de ellos el paisaje.
En la parte superior, se halla el sol naciente figurado, dorado de veintiún rayos, flamígeros y rectos alternados.
A ello debemos sumar su relación estilística con los flamígeros Theodor Van Thulden y Adriaen Van der Werff, a los cuales ya conocía de su etapa en Baviera.
En el centro superior de la franja blanca se sitúa el sol de oro pleno con treinta y dos rayos flamígeros y rectos dispuestos alternadamente, igual al de la Bandera Nacional.
Los cuatro rayos flamígeros ubicados entre: norte noreste, sur suroeste, este sureste y oeste noroeste, aluden a los cuatro comités de provincialización, que impulsaron la jerarquización de Santo Domingo.
Contagiado el gracioso cubano de los escapes flamígeros de mi pensamiento, aseguró que él iba más allá, y que dentro de un par de siglos levantaría la simpática bandera de la supresión de todo gobierno que es como decir.
Usted, que ha pasado dos veces ese infernal Estrecho, dígame: ¿cuál es el tipo y cariz de la hembra patagona? ¿Es bravía, procerosa de talla, alta de pechos, de ojos flamígeros y boca hasta las orejas? ¿Se pinta, , rayas negras en la cara, y se cuelga de la nariz un arete?.
Al pasar el jinete junto a la impedimenta, vieron los que allí estaban su rostro, harto parecido al de un gato, los ojos flamígeros, la color verdosa, henchida la nariz, como si las ventanillas de ella quisieran rasgarse para dar paso al aliento.
de pigmeos tornábanse en gigantes, lucían sus cascos: sus espadas semejaban rayos flamígeros, subían en ademán amenazador columna tras columna, hombre tras hombre.
confalones flamígeros en las nubes.
cometas, y penetrando con sublime osadía en el seno de las nubes, arrancarles sus flamígeros.
Felizmente yo llevaba espejuelos azules con los que pude resguardar mi vista de los flamígeros ojos de la señora.
Usted, que ha pasado dos veces ese infernal Estrecho, dígame: ¿cuál es el tipo y cariz de la hembra patagona? ¿Es bravía, procerosa de talla, alta de pechos, de ojos flamígeros y boca hasta las orejas? ¿Se pinta, por ejemplo, rayas negras en la cara, y se cuelga de la nariz un arete?.
A la última hora de su jornada iba por las cristalinas esferas el rubicundo Apolo, recogiendo sus flamígeros caballos por llegar ya con su carro cerca del occidente, para dar lugar a su mudable hermana a visitar la tierra, cuando los caballeros y damas que la pasada noche se habían hallado en casa de la bien entendida Lisis, honrando la fiesta de su honesto y entretenido sarao, estaban ya juntos en la misma sala.
Con mucho gusto entró en aquel templo risueño, alegre, con sus adornos flamígeros de piedra blanca esponjosa.
Séfora, fascinada, miraba el retablo, recientemente colocado, resplandeciente, con sus dorados nuevos, flamígeros, y sus frescas pinturas, obra de lo que hoy llamamos un primitivo -pues esta historia es contemporánea del arte que enseñaron los Van Eyck-.

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