Ejemplos con firma

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mientras iba Jaime hacia la torre, rompió el sobre y buscó la firma, casi al mismo tiempo que en su memoria se precisaba el recuerdo y surgía un nombre: ¡Pablo Valls! El capitán Pablo le escribía luego de medio año de silencio, y su carta era larga: varias hojas de papel comercial cubiertas de apretada escritura.
Así es que, en sus propósitos de conciliario todo, resolvióse a adoptar en adelante, para todo documento de carácter particular y privado, la firma a secas de , y para los que tuvieran relación con su vida pública, es decir, para , el más aparatoso de.
Al quinto, era su firma una de las más respetables de la plaza, y de las más respetadas fuera de ella.
Miró el membrete impreso y luego la firma.
El documento era una renuncia completa y explícita a toda intervención y a todo derecho que pudiera concederle la ley a la administración de los bienes de su mujer y al usufructo del caudal de su hijo, tan perfectamente detallada, meditada con tal prudencia, que la codicia y la rapacidad de Jacobo quedaban atadas de pies y manos con sólo poner allí la firma.
Memorable fue aquella noche Pedro López aseguró al día siguiente, bajo su firma, en las columnas de , que el espíritu de Meyerbeer había abandonado la mansión de las armonías para inspirar en el Real el estreno de.
Y venía, en efecto, pero no venía sola Venía con ella el tío Jacobo, hablando de cosas que ellos no entendían, ¡qué fastidio! Deudas que era menester pagar, acreedores que querían cobrarse, una firma que era necesario sorprender a Villamelón al pie de un pagaré por tres veces protestado Un préstamo, un mero préstamo pagadero al verificarse la Restauración, cuando pudiera él cobrar lo que habían valido ciertos misteriosos papelitos.
Esta, antes de leer, conoció la letra y vio la firma que decía: Enrique.
La abrió precipitadamente, y miró la firma.
Por supuesto que no salieron con mi firma.
¡Firmar! ¡firmar! ¿Tú crees que una persona como Dios manda pone la firma, porque sí, al primer judío que se presenta? Eso sólo lo hacen las locas como tú, que has firmado más papel que un escribano, y miras con la mayor tranquilidad cómo tu nombre anda por el mundo en pagarés siempre renovados, con condiciones que sólo admiten las personas tramposas y sin crédito.
¡Si usted encontrase una persona con garantías que quisiera avalar su firma!.
Juanito, propietario y mayor de edad, era la firma con garantías que ella necesitaba.
A pesar de su fanática adoración, el muchacho experimentó cierto sobresalto al enterarse de que se le pedía una firma por valor de tres mil pesetas.
Su firma en un sinnúmero de pagarés, y tan desacreditada, que a su mismo portero le prestarían un duro los usureros mejor que a ella.
Venga usted Jacinta por Diosdijo Moreno echando la firma al documento, y sáqueme de este Calvario.
Aquí, aquí lo tienes, perro hereje sácalo pronto y pon cuatro números, cuatro letras y el garabato de tu firma.
Pues será usted incluido en la combinación que va mañana a la firma del Rey.
—Jamas pensé ni pude imaginar, hermosa Leonisa, que cosa que me pidieras trujera consigo imposible de cumplirla, pero la que me pides me ha desengañado: ¿es por ventura la voluntad tan lijera que se pueda mover y llevar donde quisieren llevarla? ¿ó estarle ha bien al varon honrado y verdadero fingir en cosas de tanto peso? Si a tí te parece que alguna destas cosas se debe o puede hacer, haz lo que mas gustares, pues eres señora de mi voluntad, mas ya sé que tambien me engañas en esto, pues jamas la has conocido, y así no sabes lo que has de hacer della, pero a trueco que no digas que en la primera cosa que me mandaste dejaste de ser obedecida, yo perderé del derecho que debo a ser quien soy, y satisfaré tu deseo y el de Halima fingidamente como dices, si es que se ha de granjear con esto el bien de verte, y así finge tú las respuestas a tu gusto, que desde aquí las firma y confirma mi fingida voluntad: y en pago desto que por tí hago, que es lo mas que a mi parecer podré hacer aunque de nuevo te dé el alma que tantas veces te he dado, te ruego que brevemente me digas cómo escapaste de las manos de los cosarios, y cómo veniste a las del judío que te vendió.
Por la letra y por la firma no le quedó que dudar a Isabela para no creer la muerte de su esposo: conocia muy bien al paje Guillarte, y sabia que era verdadero, y que de suyo no habria querido ni tenia para qué fingir aquella muerte, ni ménos su madre la señora Catalina la habria fingido, por no importarle nada enviarle nuevas de tanta tristeza: finalmente, ningun discurso que hizo, ninguna cosa que imaginó le pudo quitar del pensamiento no ser verdadera la nueva de su desventura.
Mandó el teniente que el tal Losada reconociese la cédula, y que si la reconociese, le sacasen prendas de la cantidad, o le pusiesen en la cárcel: tocó hacer esta diligencia a mi amo y al escribano su amigo: llevóles el ladron a la posada del otro, y al punto reconoció su firma, y confesó la deuda, y señaló por prenda de la ejecucion el caballo, el cual visto por mi amo, le creció el ojo y le marcó por suyo, si acaso se vendiese.
¿No te cuadra el conjuro, hijo Gavilan? pues salta por el bachiller Pasillas, que se firma licenciado sin tener grado alguno.
Pues, ¿qué se ha de hacer de la firma? dijo Sancho.
Está bien respondió Sancho, pero la libranza forzosamente se ha de firmar, y ésa, si se traslada, dirán que la firma es falsa y quedaréme sin pollinos.
¡Pesia a mí, y cómo que le dice vuestra merced ahí todo cuanto quiere, y qué bien que encaja en la firma El Caballero de la Triste Figura! Digo de verdad que es vuestra merced el mesmo diablo, y que no haya cosa que no sepa.
En fin, señor, lo que últimamente te digo es que, quieras o no quieras, yo soy tu esposa: testigos son tus palabras, que no han ni deben ser mentirosas, si ya es que te precias de aquello por que me desprecias, testigo será la firma que hiciste, y testigo el cielo, a quien tú llamaste por testigo de lo que me prometías.

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