Ejemplos con fingimientos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

, siendo una especie de síntesis de las tendencias anteriores, dominadas por una escenografía fantástica donde se combinan los motivos imaginarios y las perspectivas arquitectónicas, dentro de lo que podíamos llamar barroquismo conceptual, donde se acentúan los espacios y fingimientos ópticos.
La bella y acariciadora amenidad del bosque calma los nervios y el amor auténtico, puro y sin fingimientos, inunda el alma.
Pero contigo, ¡para qué fingimientos!.
Cada uno revestido con sus mejores ropas, como si el fuese la casulla del culto del estómago, cerveza fresca como el hielo, música gratis a cada instante, y una adorable sociedad: una sociedad condenada a vivir junta, así se enfade o esté alegre, a mostrarse cada uno con su verdadera fisonomía, pues no hay comediante que sostenga sus fingimientos en una representación tan larga y continua Y nadie puede huir, y nadie está obligado a pensar ni a hacer nada, y todos nos ofrecemos en espectáculo tales como somos.
-¿Y esas paparruchas de comedia quieres tú que las llevemos a la vida real? La curación de tu mujer podría costarme cara, y no estoy yo en disposición de prestarme a esos fingimientos ridículos y peligrosos, después de lo que padecí con su deslealtad y tu atrevimiento, pues tú no ignorabas que Aura era mía, y con tu obstinación, ayudada de malas artes, la engañaste y la hiciste tuya.
Por segunda vez me quiere usía envolver en intrigas y fingimientos cortesanos en que es tan gran maestra.
Todo se reduce a suposiciones, conjeturas, fingimientos quizás de nuestro deseo.
Es que Fortunata no servía para cortesana, y sus fingimientos eran tan torpes que daba lástima verla fingir.
Era, según Tablas, hombre de grandes fingimientos y transmutaciones, al parecer instruido y cortés.
Yo no estoy, como tú, educado en esta escuela de los fingimientos.
No interrumpirá tu sueño la cavilación de los fingimientos que tendrás que hacer al día siguiente para que no te castiguen.
¡Oh Quiteria, que has venido a ser piadosa a tiempo cuando tu piedad ha de servir de cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya no tengo fuerzas para llevar la gloria que me das en escogerme por tuyo, ni para suspender el dolor que tan apriesa me va cubriendo los ojos con la espantosa sombra de la muerte! Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo, sino que confieses y digas que, sin hacer fuerza a tu voluntad, me la entregas y me la das como a tu legítimo esposo, pues no es razón que en un trance como éste me engañes, ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado contigo.
La marquesa, particularmente, estaba como niño con zapatos nuevos con la amistad de aquella señora, que era afable sin fingimientos, y buena sin doblez.
Su muerte remedó el dulce acceso de embriaguez que le transportaba, mediante una breve toma, desde las miserias de la realidad a las delicias de una vida apócrifa, compuesta con extraños fingimientos de juventud, pasión y energía.
— ¡Vamos! ¡Pocos fingimientos conmigo! No diré nada a nadie, y todo se quedará entre nosotros.
Caso semejante a ésos es éste del ilusionado por sus propios fingimientos de entusiasmo y de fe.
¡Ni más ni menos que si el marqués y la marquesa creyeran que en aquel acto cedían sorprendidos por la fuerza de las circunstancias, y no al aceptado y bien consentido imperio de sus nativas vanidades! ¡Como si su hija, tan opuesta por temperamento a todo linaje de fingimientos y disimulos, no supiera que antes de insinuarse la pretensión en las pocas personas que la manifestaron, ya tenía, cada uno de los tres, resuelto el caso en la mente!.
¡Con qué gravedad tan cómica le desempeñaban algunas veces, y qué mezclados solían andar en sus dictámenes el candor y la malicia! De aquellas cosas que eran el tema de sus conversaciones, todavía no conocía Verónica más que lo que había podido columbrar acompañando a su madre, no muchas veces, al paseo, al teatro, o a tal cual visita o reunión de confianza, si no con la librea de colegiala precisamente, con todas sus rozaduras frescas sobre el cuerpo, y todas las cortedades, fingimientos y desentonos a que obliga ese desairado carácter de crepúsculo invernizo: lo que se ve y se sabe de un espectáculo, mirando por los resquicios de la puerta y oyendo los rumores, del concurso, o leyendo mal y de prisa los contradictorios relatos de los obligados cronistas, parvidades y probaduras que sólo sirven para estimular y enardecer los apetitos.
A la vista estaba que la hija de don Román, sin dijes, moños, armaduras, dengues ni fingimientos, era lo único que descollaba por su frescura y por su aroma en aquel ramillete de trapos rebosados y mustia pasamanería, mas por eso mismo era indispensable compensar un poco la diferencia con el peso de una murmuración tolerable, y aún en uso, entre personas «de buena educación».
-¡Por vida de los fingimientos!.
«¡Qué! no señor, nada de eso, ha de verlo él», repetía Petra, olvidada de sus fingimientos, con placer de artista.
-Tengo pruebas irrecusables de que es la pura verdad -exclamó don Sotero con el mayor aplomo, luego añadió-: Ahora bien, Águeda es una joven sin experiencia y, quizá, quizá, enamorada: él es un lagarto madrileño, con todos los ardides y fingimientos de los de su calaña.

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