Ejemplos con final

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los dos hechos históricos más nocivos para el progreso de la ciencia pura y el imperio final de la cultura fueron la invención del papel y la invención de la imprenta.
Temíamos que pareciese lenta y perezosa en los primeros capítulos, y un tanto atropellada hacia el final.
El final del capítulo traspasa ya los lindes de lo bello, y empieza a rayar en los de lo sublime.
Unas veces risueño, como en , acompaña el idilio amoroso de Andrés, otras veces es campo de palestra virgiliana para las barcas del cabildo de Abajo y del de Arriba, y en la prodigiosa final parece que lleva consigo, al estrellarse contra las y salpicarlas de rabiosa espuma, todas las iras, todos los odios y todas las venganzas de los personajes.
Pero como la Xuantipa tenía tanto miedo al infierno, oía la voz de flautín del fraile como si fuese una trompeta del juicio final.
Penetro la arcana alquimia que se está operando en su estómago a tiempo que deglute, sé cómo las proteínas, grasas y carbohidratos, almidones y azúcares de los alimentos que delicadamente va introduciendo en el precioso estuche de su boca se truecan al final en tejido orgánico, y no quiero profundizar más en estas observaciones entrañables, porque llegaría a términos lastimosos.
Al final de la comida del mediodía, después de haber bebido su botella de sidra hecha, y fumado sus dos pitillos, de los amarrados por la cintura, era ya otro hombre.
De cada huesecillo salía un alambre, con una cartela al final.
La duquesa era muy campechana, y de vez en cuando ¿cómo lo diré?, pues, como vulgarmente se dice, echaba ajos, ahora que, como mujer, los convertía en femeninos, mudando la o final en a.
Al final de la comida, la señora confirmó su pragmática para siempre en adelante: Queda, pues, entendido, Apolonio, que nunca, nunca, me hablarás en verso.
He aprendido, al final de mis días, que todos debemos traer por lecho de muerte un muladar, y voy a él.
Y seguía la partida, sin que por ello los de la apuesta dejasen de hablar con los amigos, bromeando sobre el final de la lucha.
Al final de la taberna abríase la puerta del corral, enorme, espacioso, con su media docena de fogones para guisar las.
¿Y como cuántos cayeron?preguntaba el maestro al final del relato.
Pero el trance más cruel, el obstáculo más temible, estaba casi al final, cerca ya de su barraca, y era la famosa taberna de.
Arriba, al final de la portada, abríase, como gigantesca flor cubierta de alambrado, el rosetón de colores que daba luz a la iglesia, y en la parte baja, en la base de las columnas adornadas con escudos de Aragón, la piedra estaba gastada, las aristas y los follajes borrosos por el frote de innumerables generaciones.
Los últimos ruiseñores, cansados de animar con sus trinos aquella noche de otoño, que por lo tibio de su ambiente parecía de primavera, lanzaban el gorjeo final como si les hiriese la luz del alba con sus reflejos de acero.
Pero su curiosidad tuvo un final inesperado.
El tema, el color verde, crecía en intensidad al alejarse hacia las orillas del mar, allí llegaba al período brillante, a la cúspide de la sinfonía, y lanzándose en pleno cielo, aclarándose en un azul blanquecino, marchaba velozmente hacia el final, se extinguía en el horizonte pálido y vago como el último quejido de los violines, que se prolonga mientras queda una pulgada de arco, y adelgazándose hasta ser un hilillo tenue, una imperceptible vibración, no puede adivinarse en qué instante deja realmente de sonar.
¡Vaya un par de puntos alegres! Todos los parroquianos se reían, y hasta el mismo cafetinero desarrugaba el ceño, a pesar de que conocía el final de tales bromas y lo mucho que costaba ponerlos en la calle.
Mucha palabrería, requiebros a granel, pero de declaración seria y formalmente ¡ni esto! Bailaba con ella, y a lo mejor abandonaba a su pareja y salía del salón, para no reaparecer hasta la hora del final.
Varias veces, con su antigua audacia intentó aproximarse a Manolita para reanudar sus relaciones de amistad, buscando un final más íntimo, pero la hija del era vengativa: no se borraba fácilmente de su memoria el recuerdo de una infidelidad, y acogió siempre al médico con una frialdad burlona.
Es verdad que dictaba sin tropiezos ni vacilaciones, sin que fuera preciso repetirle la frase anterior, sin que el amanuense le hiciera eco, murmurando entre dientes la última silaba de la palabra final, pero así salía aquello.
La clara luna retrataba en su fondo ligeramente azulado las cabezas de las dos hermanas, con la cabellera suelta y vestidas de blanco, como tiples de ópera en el momento de volverse locas y cantar el aria final.
Abajo, la plataforma del escenario, donde se representaban los , piezas dramáticas, cándidas y sencillas como sus versos lemosines, cuyo argumento, girando en torno del mismo punto, trata siempre de las querellas feudales entre Centelles y Vilaraguts, de la conversión de los moros de Granada o de alguna treta de los impíos contra el elocuente apóstol, todo sazonado al final con el necesario milagro del santo y el correspondiente sermón en endecasílabos.

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