Ejemplos con figón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Contaré que después de refrescar con Ansúrez y su gente en un figón próximo al Arsenal, vimos un espectáculo que al pueblo sirvió de diversión, y a mí de grave enseñanza por las razones expuestas.
Pero en otra ocasión y lugar próximos me mostró la hermosa joven su agudeza y sus instintivas artes amorosas, porque sabedora de que yo había de salir para juntarme con don Juan en el figón de Llopis, hizo tan exacta distribución de sus quehaceres y tan feliz medida del tiempo, que cuando yo salí estaba ella barriendo el portal.
Aquella noche el figón rebosaba de gente, y por su enorme puerta chata y gibosa salía un bullicio ronco y un vaho inmundo semejantes a las blasfemias y al vinoso hálito que salen de la boca del borracho.
El día era hermoso, claro y alegre cual de Andalucía, y recorrí con otros compañeros, que hacia el mismo punto si no con igual objeto caminaban, el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz, examinamos al paso las obras admirables de Torregorda, la Cortadura y Puntales, charlamos con los frailes y personas graves que trabajaban en las fortificaciones, disputamos sobre si se percibían claramente o no las posiciones de los franceses al otro lado de la bahía, echamos unas cañas en el figón de Poenco, junto a la Puerta de Tierra, y finalmente, nos separamos en la plaza de San Juan de Dios, para marchar cada cual a su destino.
Por eso las salvas eran también a medias, si, como era frecuente, después de estar cinco minutos chisporroteando el figón, o cucurucho de pólvora amasada con agua, sobre el oído, no salía el primer tiro por éste o por la culata, llevándose el tapón que, por un milagro, no se llevaba a su vez, al pasar, la tapa de los sesos del que sostenía la pistola en su mano, o del asociado que se colocaba junto a él después de haber encendido el figón con un fósforo de los cuarenta que contenía cada tira de cartón, comprada al efecto por dos cuartos.
Y fué en aquellos días de lamentable supeditación al régimen suicida de la media tostada, en aquella época de chicharrones en el figón de la plaza del Progreso, de versos recitados a gritos en las calles solitarias, de proyectos absurdos dictados por el Hambre, que hacía funámbulas delirantes en nuestros caletres visionarios, fué entonces cuando el editor Pueyo llegó a encargar a Barriobero que escribiese una novela.
La Precisa era un figón muy interesante.
El restaurante del Loro, La Precisa, La Marina, El figón de ''El Imparcial'', La Montaña.
Nordis estaba presente, como que del taller nos fuimos a almorzar juntos a ese figón con pretensiones que llaman café Riché.
Pero en otra ocasión y lugar próximos me mostró la hermosa joven su agudeza y sus instintivas artes amorosas, porque sabedora de que yo había de salir para juntarme con don Juan en el figón de Llopis, hizo tan exacta distribución de sus quehaceres y tan feliz medida del tiempo, que cuando yo salí estaba ella barriendo el portal.
En este tiempo, sobre la paga de lo que habían almorzado habían tenido una pesadumbre el revoltoso Diablillo y don Cleofás con el figón, en que intervinieron asadores y torteras, porque lo que es del diablo, el diablo se lo ha de llevar, y acudiendo la justicia al alboroto, se salieron por una ventana, y cuando el alguacil de Corte con la gente que llevaba pensaba cogerlos, estaban ya de esotra parte de Getafe, en demanda de Toledo, y dentro de un minuto en las ventillas de Torrejón, y en un cerrar de ojos, a vista de la puerta de Visagra, dejando la real fábrica del hospital de afuera a la derecha mano, y volviéndose el Estudiante al camarada, le dijo:.
Dejemos a estos caballeros en su figón almorzando y descansando, que sin dineros pedían las pajaritas que andaban volando por el aire y al Fénix empanado, y volvamos a nuestro astrólogo regoldano y nigromante enjerto, que se había vestido con algún cuidado de haber sentido pasos en el desván la noche antes, y, subiendo a él, halló las ruinas que había dejado su familiar en los pedazos de la redoma, y mojados sus papeles, y el tal Espíritu ausente, y viendo el estrago y la falta de su Demoñuelo, comenzó a mesarse las barbas y los cabellos, y a romper sus vestiduras, como rey a lo antiguo.
-Dejemos vanidades ahora -dijo el Cojuelo-, que ya sé que eres muy bien nacido en verso y en prosa, y vamos en busca de un figón, a almorzar y a descansar, que bien lo habrás menester por lo trasnochado y madrugado, y después proseguiremos nuestras aventuras.

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