Ejemplos con femeniles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el tercer nivel el jugador se enfrenta a una banda de delincuentes femeniles armadas con mazas y con cadenas.
Muchos olivos erguidos, de perfiles más suaves, parecían tener rostro y formas femeniles.
Era una inglesa alta, esbelta, de pocas y finas carnes, un cuerpo de gimnasta, en el que los deportes habían contenido las amenas redondeces femeniles, dándola un aspecto juvenil, sano y asexual de bello muchacho.
Febrer, viendo estos adornos casi femeniles, sus grandes ojos y su pálida tez, lo comparó a una doncella exangüe de las que idealiza el arte moderno.
Un hombre hablaba con bondadosa autoridad, exigiendo calma, en medio del estrépito de las voces femeniles que rugían broncas de pena y de los suspiros masculinos atiplados por el dolor.
Puede decirse, sin agravio de él, que los tipos femeniles y los diálogos de amor han sido, son y serán siempre la parte más endeble de su armadura de novelista.
He bailado, he cantado, pero mis éxitos fueron siempre femeniles.
Algunos oficiales jóvenes se habían disfrazado con sombreros y vestidos de las señoras y danzaban dando gritos é imitando los contoneos femeniles.
Y a este coro de femeniles vociferaciones se unían los gemidos de los pequeños, que contemplaban a su hermano con los ojos agrandados por el terror.
Ahora era una mujer, con la delgadez del último crecimiento, apuntando las primeras gracias femeniles en su cuerpo de catorce años.
¡Desnoyers!exclamaban unas voces femeniles detrás de él.
Al estar de plantón en una esquina, aguardando el revoloteo de una falda y el trotecito en la acera de unos pies femeniles, se imaginaba haber remontado el curso del tiempo y que aún tenía diez y ocho años, lo mismo que cuando esperaba en los alrededores de un taller de modisto célebre.
El ruso había percibido rumor de disputas, choque de puertas cerradas con violencia y los pasos del hombre, que se iba en plena noche, huyendo de los llantos femeniles.
Lo mismo le ocurrió al intentar varios estudios de cabezas femeniles.
De un zarpazo esparció sobre la alfombra toda esta primavera arreglada poco antes por unas manos femeniles con la fiebre del que cuenta los minutos y vive esperando.
¡Ah, miseria! El que había convivido varios años, de un extremo a otro del Atlántico, con un mundo rico, alegre, perfumado, resistiéndose unas veces por prudencia a los caprichos femeniles, entregándose otras con un recato de marino discreto, se veía ahora sin otros admiradores que la vulgarota tribu de los Blanes, sin otras ilusiones que las que le sugería su primo el fabricante, entusiasmado porque los grandes apóstoles del partido se fijaban con cierta simpatía en el capitán.
La estatura era corta, los miembros delicados y femeniles, pero la musculatura, de acero.
Sus manos blancas y femeniles atormentaban la cadena de acero del reloj, y en el meñique de una de ellas rojeaba grueso carbunclo, al lado de otro aro inocente, sortija de colegiala, sobrado estrecha para el dedo, una crucecica de perlas sobre un círculo de oro.
Acertó éste a ponerse al nivel de conversación de Lucía, y mostrose muy enterado de cosas femeniles, infantiles dijera mejor, y llegó el caso de que la niña le consultase acerca de su peinado, de sus trajes, y Miranda muy serio le dispusiese bajar o subir dos centímetros el talle o el moño.
Los niños rubios habían desaparecido de las ventanas, los paseantes, cada vez más escasos, transitaban por el exterior con el busto inclinado, llevándose una mano a la gorra y ladeando la cara para defender los ojos y las narices de algo molesto, los velos femeniles crujían lo mismo que banderas o se elevaban en espirales de color, manteniéndose rebeldes a las manos enguantadas que pretendían aprisionarlos.
Los ojos femeniles iban a descubrir inesperadas atracciones en el mismo hombre contemplado con aversión o indiferencia durante los primeros días del viaje.
El doctor reconocía que no era gran cosa como mujer: la alegría de la juventud en los ojos, los cabellos rubios de su madre, y una esbeltez de muchacha sana en la que todos los encantos femeniles están aún recogidos, como en capullo, sin la majestad exuberante de la forma definitiva.
Quería saber cómo era Deusto por dentro, aquel templo de la sabiduría envuelto en el misterio: y el sobrino, en sus visitas al hotel, cada vez más frecuentes, la deleitaba hablándola largas horas de los lugares que ella no podía ver por oponerse las reglas de la Compañía a las visitas femeniles.
Era la imagen de la mujer del pueblo criada en los tugurios de los barrios obreros, en las grandes metrópolis: anémica por el aire mefítico del cubil donde nació, por la alimentación mala y deficiente, con el cuerpo escuálido, paralizadas en su desarrollo los gracias femeniles por el rudo trabajo realizado en plena niñez.
Entonces, de repente, entre la espesa bruma de temores y perplejidades que envolvía la mente de Jacobo como una cerrazón del océano, paralizando su natural audacia, brotó un punto luminoso El tío Frasquito era rico, influyente, tenía entrada en todas partes, y aquella ridícula aventura le ponía en su poder atado de pies y manos, dadas las femeniles manías del presumido viejo.
Resentida profundamente Currita por lo que ella creyera desaire de la abdicación, había decidido al punto pasarse con armas y bagajes al enemigo, satisfaciendo de este modo sus femeniles deseos de venganza y realizando al mismo tiempo su continuo anhelo de dar que hablar a todo el mundo y ser siempre la primera de la primera línea.
A poco, cuando principiaba yo a escribir, oí en el zaguán voces femeniles que distrajeron mi atención.
Manolita ofrecía otro tipo distinto, admirándose en ella lozanas carnes y suma gracia, unida a un defecto que para muchos es aumento singular de perfección en la mujer, y a otros, verbigracia a don Pedro, les inspira repulsión: un carácter masculino mezclado a los hechizos femeniles, un bozo que iba pasando a bigote, una prolongación del nacimiento del pelo sobre la oreja que, descendiendo a lo largo de la mandíbula, quería ser, más que suave patilla, atrevida barba.
—Así y todo, su cuerpo era un primor de forma, cuyas suaves líneas vacilaban dulcemente entre la curva y el ángulo, dando mayor realce y gallardía a los femeniles contornos.
Y, así hablando, ponia el niño a las plantas del jóven, con aquella inspirada temeridad que sólo cabe en almas femeniles y en corazones maternales.

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