Ejemplos con fatigas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La tradición del siglo XIII, ampliamente representada por el Toledano, sabe que Laín Calvo fue hombre de humor colérico y que, mal avenido con los alegatos judiciales, consagró su actividad a la fatigas de la guerra.
A aquellas horas estaría en la penumbra perfumada de su habitación, con la rubia cabecita entre los brazos, durmiendo el primer sueño serio de la noche, cansado el cuerpo y vibrante aún por la más noble de las fatigas ¡Pobre Juan Huss! Jaime le compadecía como si hubiese sido amigo suyo.
A un lado de la plaza estaban sentadas sobre un ribazo, o en sillas de la inmediata taberna, las casadas y las viejas, mujeres anémicas y tristes en su relativa juventud por una procreación excesiva y por las fatigas de su existencia campestre, con los ojos hundidos en un cerco azul que parecía revelar desarreglos interiores, guardando sobre su pecho las cadenas de oro de sus tiempos de y adornadas las mangas con botones de oro.
Cerraban la marcha los padres de las muchachas, envejecidos antes de tiempo por las fatigas y sobriedades de la vida del campo, pobres bestias de la tierra, sumisas, resignadas, negras de piel, con los miembros secos como sarmientos, y que en la modorra de su mente recordaban cual una vaga y remota primavera los años del.
Las fatigas de la guerra, especialmente la marcha acelerada de los últimos días, estaban visibles en sus personas.
Siempre ocurría lo mismo: su cuerpo, después de los supremos espasmos, parecía dilatarse en el reposo de la más noble de las fatigas.
¿Por qué marcharse, por qué huir de aquel recinto feliz, para volver a sumergirse en las fatigas de la vida cotidiana, en la podredumbre y miseria de los negocios humanos? ¡Gozar, gozar! gozar en la inocencia del corazón y los sentidos, de la salud, de las sublimes armonías de la luz y del sonido, gozar de las dulzuras del amor fecundo engendrador de todas las cosas, gozar de la fuerza, que mantiene la cohesión del universo, gozar del gorjeo de los pájaros, del murmullo de las fuentes, del aroma de las flores, del rocío de los campos, de las espumas de los mares, del cielo eternamente azul.
No mira al cielo, pues sabe que no lo hay: examina la tierra que es la realidad, y en vez de tener las manos siempre juntas en el rezo, que salva el alma, empuña los rudos instrumentos de trabajo, labora, lucha, suda en su eterna batalla con el sueño por transformarlo y embellecerlo, pensando que las fatigas del presente serán buenas obras para la humanidad del porvenir.
Estas ignominias se guardan para en su día sacarlas y decir: ¿me negarás esto? ¡Y tú siempre tan comediante! ¡Yo pasaba unas fatigas!, pero nunca quise rebajarme al espionaje.

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