Ejemplos con farsa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Espíritu superficial, como todos los hombres consagrados exclusivamente a dar que reír a los demás, Celemín vió al punto que la obra, representada convenientemente en tono de farsa, sería el mayor éxito de risa.
Le habrás dicho a la señora que yo no me someto a esa asquerosa farsa de la vigilia, y en estos santos días de Semana Santa quiero comer carne y pescado.
¡Estúpidos! ¡Veinte veces nos han visto hacer lo mismo, y todavía no se convencen de que todo ello es una farsa!.
Esto es una farsa, créalo usted.
Acababan de recorrer las habitaciones en desorden y reían a carcajadas leyendo la inscripción trazada por el capitán von Hartrott: Se ruega no saquear Encontraban la farsa muy ingeniosa, muy germánica.
La farsa de un geógrafo alemán revivió en su memoria como una explicación: El germano es un bicéfalo.
Cuando acertó a oir las palabras jactanciosas del hijo de su rival, no pudiendo sufrir tanta farsa, gritó con rabia:.
¡Quién! ¿Pepe sería capaz de exhibirse en aquella farsa?.
¿Qué farsa había preparado su hermano?.
Pero no señor, prefieren continuar la antigua farsa, diciendo: Yo el rey, por la gracia de Dios.
Bueno, él no trabajaba mucho, porque era listo y había conocido la farsa de la vida.
Jacobo, cansado al fin de dar vueltas, acabando de creer que el asunto todo de los masones era una farsa y la carta de Pérez Cueto un chasco de Carnaval que debía completarla, decidióse a llamar como última prueba a la puertecilla condenada, única que, fuera aparte de la del hotel, había en la calle, los golpes retumbaron en el silencio, y un eco muy extraño, que asustó a Currita, los reprodujo a lo lejos.
La bondadosa sonrisa de la marquesa no desapareció, y sin embargo, ante farsa tan innoble, y entusiasmada y conmovida, apresuróse a asegurar a Jacobo que no podía imaginar un plan más al gusto de Elvira, y que ella lo aceptaba desde luego y lo refrendaba en su nombre.
Y aunque algo duro e inflexible se alzaba en el fondo de su corazón, gritando que aquello era una farsa, una nueva vileza, la marquesa ahogaba esta voz sin darse cuenta de ello, para dejar entrar allí un rayo de sol que disipase las tinieblas de su triste abandono, para dejar que la esperanza y el deseo levantasen juntos y a su placer un bello castillo en el aire.
¿La política? una farsa, un oficio de volatineros.
—Se ha bebido, se ha perdido la cabeza a fuerza de bailar, se ha dado el alma al diablo, se ha obtenido la cita, se han marchado las tapadas , se han confundido en un vértigo febril la mentira y la verdad, y las caretas son inútiles, y los respetos sociales una farsa, y los desconocidos se tutean, y las feas parecen hermosas, y todos gritan, todos bailan, todos sueñan, todos reducen el pasado y el porvenir a aquel instante pasajero de locura y fascinación.
Los hombres más graves gozan en establecer y confirmar con sus hechos estas asoladoras conclusiones: ¡Todo es mentira y vanidad en el mundo, todo farsa y locura! Nosotros, los que hoy nos entregamos al placer de burlarnos de nuestras costumbres, de nuestras categorías, de nuestras diferencias y variedades sociales, de nuestros estatutos, de nuestras vestimentas, de nuestros tratamientos, de todas las reglas de la vida, somos los mismos que mañana, metidos otra vez en el molde social, daremos por resultado códigos y catecismos, patíbulos y guerras, suicidios y apoteosis.
Y Fortunata se persignaba, llena de admiración, diciéndose: ¿Pero será verdad, Dios mío, que a mi marido le ha entrado un gran talento, o estas cosas que dice son farsa para tapar una mala idea? ¿Qué haré yo para que se marche pronto? Porque a lo mejor me sale por malagueñas, y me da el gran susto.
Para averiguar si era fundada aquella pícara idea, fui ¿y qué hice? Pues saqué la cancamurria del Mesías que iba a venir, diciéndole que ella lo tenía en su seno y que el papá era el En fin, que con esta farsa pensaba yo arrancarle la confesión de lo que se me había metido entre ceja y ceja.
La infeliz, turbada y muerta de miedo, se acurrucó en el rincón opuesto, y cruzadas las manos, miraba al desgraciado demente, diciendo para sí: ¿En qué lo habrá conocido? Dios, ¡qué hombre! ¿Será farsa todo esto de la locura? ¿Será que se finge así para poder matarme, sin que la justicia le persiga? ¡Pero cómo habrá descubierto! ¡Si no lo he dicho a nadie! ¡Si no se me conoce nada todavía! ¡Ah!, lo que este hombre tiene es mucha picardía.
Tú sabes bastante, y con un poco de trastienda y otro poco de farsa y mucho anuncio, mucho anuncio, negocio hecho.
Después se llegó a ella y le cogió una mano, diciéndole con profunda lástima: ¡Pobre mujer!, yo tengo la culpa de las atrocidades que ha dicho usted, yo, yo, Dios me lo perdone, y la causa ha sido una farsa, una mentira La verdad ante todo.
A veces perdía los estribos el buen español, sosteniendo que en todo lo hay mucho de farsa, y Moreno, extremando sus antipatías, sostenía que en España no hay más que tres cosas buenas: la Guardia Civil, las uvas de albillo y el Museo del Prado.
Antes morir que continuar la farsa de un matrimonio imposible.
¡Qué farsa! Voy a dar parte a la justicia.
Que se levanten todos en la casa para que sepan Pero, ¿es farsa tuya? Sí, te lo conozco en los ojos.
Ayudaba a esto el tiernísimo amor que Jacinta le tenía, pues allí sí que no había farsa, ni vil interés ni estudio.
Algo hacía en verdad, mas era en gran parte pura farsa, y cuando le preguntaban si iban bien los negocios, respondía en el tono de comerciante ladino que no quiere dejar clarear sus pingües ganancias: Hombre, nos vamos defendiendo, no hay queja Este mes he colocado lo menos treinta chicos como no hayan sido cuarenta.
Todo eso de Cortes era, según dicho del abad de Boán, una solemnísima farsa.
—Así será verdad, replicó Vidriera, pero lo que ménos ha menester la farsa es personas bien nacidas, galanes sí, gentiles hombres y de espeditas lenguas: tambien sé decir dellos que en el sudor de su cara ganan su pan con inllevable trabajo, tomando continuo de memoria, hechos perpetuos jitanos de lugar en lugar, y de meson en venta, desvelándose en contentar a otros, porque en el gusto ajeno consiste su bien propio: tienen mas, que con su oficio no engañan a nadie, pues por momentos sacan su mercaduría a pública plaza, al juicio y a la vista de todos: el trabajo de los autores es increible, y su cuidado estraordinario, y han de ganar mucho para que al cabo del año no salgan tan empeñados, que les sea forzoso hacer pleito de acreedores, y con todo esto son necesarios en la república, como lo son las florestas, las alamedas y las vistas de recreacion, y como lo son las cosas que honestamente recrean.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba