Ejemplos con fútiles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La hija de la Ermitaña, es la narradora de la historia y a través de sus ojos y de su discurso desordenado el lector es testigo de la debacle de un mundo de excesos aparentemente artísticos pero fútiles e improductivos.
Martínez Silva consideraba que de ser aprobado el tratado Hay-Pauncefote, las negociaciones serían fútiles, ya que al no estar Colombia dispuesta a ceder su soberanía, EE.
Ante situaciones de excepcionalidad, en las cuales las instituciones de la República están en juego, las vías judiciales ordinarias son medios fútiles de acción y la institución de Per Saltum aparece como única solución.
Está totalmente desesperado por tres años fútiles.
La existencia de nuevos ricos incrementará el consumo de bienes de lujo nacionales o exportados, haciendo que la tierra se destine a usos fútiles en vez de a sostener a más trabajadores, provocando un debilitamiento del país.
Se enternecía por fútiles motivos hasta las lágrimas.
Yo traté de convencerle de que había que conservar la energía para los momentos graves, sin malgastarla estúpidamente en rabiar por cosas fútiles, además, le advertí que la condición indispensable para que aceptase un plan de fuga era el que fuese sencillo.
Allí enseñaron a Lucía a chapurrear algo el francés y a teclear un poco en el piano, ideas serias, perdone usted por Dios, conocimientos de la sociedad, cero, y como ciencia femenina-ciencia harto más complicada y vasta de lo que piensan los profanos, alguna laborcica tediosa e inútil, amén de fea, cortes de zapatillas de pésimo gusto, pecheras de camisa bordadas, faltriqueras de abalorio Felizmente el padre Urtazu sembró entre tanta tierra vana unos cuantos granitos de trigo, y la enseñanza religiosa y moral de Lucía fue, aunque sumaria, recta y sólida, cuanto eran fútiles sus estudios de colegio.
El oficial le miró con extrañeza, asombrado de que protestase por tan fútiles motivos.
Le preocupaban los trabajos misteriosos de la doctora, quería conocer la parte que tomaba Freya en ellos, con el interés que inspiran siempre las acciones más fútiles de la persona amada.
En un mismo día, y en ocasiones en una misma hora, escribía un discurso, redactaba una carta, pergeñaba una revista, otorgaba una clase, leía un libro, hojeaba un folleto, traducía una fábula, hablaba de cosas fútiles con su familia y de cosas lisonjeras con sus amigos.
En la mirada y en la voz se conocía a Juan que algo se le había roto en lo interior, y le causaba pena, pero con voz consoladora persuadía a Lucía quien, con pretextos fútiles, que no acertaba Juan a entender ni excusar, ocultaba la razón verdadera de su ira, que ella a la vez quería que Juan adivinase y no supiese: ¡porque si no lo es, y se lo digo, tal vez sea! Y no lo es, no, yo creo ahora que no lo es, pero si no sabe lo que es ¿cómo me va a perdonar?.
Y ahora, siempre nos entendemos, en todas las cosas: él dice que soy demasiado seria, cuando ve que estamos de acuerdo en las ideas graves, y yo por mi parte digo que él es demasiado bueno cuando participa de mis pensamientos fútiles o simplemente locos.
Un día el ingeniero había tenido un choque con la administración, al ver despedido del trabajo, por fútiles pretextos, a un obrero antiguo.
Y Aresti, sonreía con cierta compasión ante las cosas fútiles que constituyen los grandes acontecimientos para los enamorados, ante las inquietudes y tristezas en que les sumen una palabra, la falta de una sonrisa, cualquier circunstancia que pasa inadvertida en la existencia vulgar.
Acontecimientos tan fútiles no merecen un lugar en la Historia más que a título de engranaje, y si en estas páginas figuran, no es más que por preparar la relación de otros hechos realmente grandes, famosos y trascendentalísimos, como el que a continuación se lee.
Y como estoy seguro de ello, quiero que me lleves a su lado, que para eso, no para cosas fútiles y livianas, eres consumada hechicera».
De estas fútiles preocupaciones, de estos hechos aislados y sin importancia, me esfuerzo en vano cuando asaltan mi memoria en sacar alguna deducción positiva, y digo en vano, porque si bien en.
Después de fútiles explicaciones, se apresuraron a despedirlo acompañándolo cortésmente hasta la puerta.
Una muchacha casquivana y ligera habría sonreído y soltado por la boca mil torpes o fútiles palabras, pero tú comprendes que el asunto del que trato es grave, es una piadosa unión por toda la vida, un Sacramento instituido por Dios, el paso más difícil y más delicado de la existencia, y sólo la idea de avanzar el pie para darlo debe sumergir el ánimo de la mujer cristiana en hondas meditaciones.
En la mirada y en la voz se conocía a Juan que algo se le había roto en lo interior, y le causaba pena, pero con voz consoladora persuadía a Lucía quien, con pretextos fútiles, que no acertaba Juan a entender ni excusar, ocultaba la razón verdadera de su ira, que ella a la vez quería que Juan adivinase y no supiese: «¡porque si no lo es, y se lo digo, tal vez sea! Y no lo es, no, yo creo ahora que no lo es, pero si no sabe lo que es ¿cómo me va a perdonar?».
Disculpábase la pobreza en el negociante desgraciado y hasta en aquéllos que del último concurso de acreedores no habían podido sacar la conciencia tan limpia como el fondo de sus cajas, pero era punto menos que infamante en los que por natural aversión a la ciencia del toma y daca sudaban gotas de sangre por hacer un mendrugo miserable del meollo de su inteligencia consagrada a fútiles asuntos que jamás daban un cañamón de riqueza para basar sobre ella la proporción de un impuesto, ni la de un concierto de arbitrios, o de derecho módico.
Temblará de ira formidable, y hará desplomarse nuestras fútiles torres de Babel.
La ocupación, pues, en las cosas serviles halla contra sí misma confirmación que la convenza de desidia hacia la virtud en el trabajo que se emplea en los negocios fútiles, pues ningún joven de generosa índole, o por haber visto en Pisa la estatua de Zeus ha deseado ser un Fidias, o un Policleto por haber visto en Argos la de Hera, ni un Anacreonte, un Filemón, o un Arquíloco, por haber oído los versos de estos poetas, pues no es preciso que, porque la obra deleite como agradable, sea digno de estimación el artífice.
En el espacio que mediaba, se tenían las juntas públicas, sin que hubiese pórticos ni otro ningún aparato, creyendo que nada contribuían, sino que más bien dañaban estas cosas para el acierto, porque excitan en los ánimos de los concurrentes ideas fútiles y vanas, cuando fijan la vista en las estatuas, en las pinturas, en los balcones teatrales, y en los techos muy artificiosamente labrados.
Y ¿han de estar por tan fútiles motivos,.
Enferma el chico, hallándose a su cuidado Juana Weber, aleja ésta, con fútiles pretextos, a la familia, y cuando la familia vuelve a la casa, ve a Juana a la cabecera de la cama, con la mano izquierda debajo del delantal y con la derecha crispada sobre el corazón de la criatura, que acababa de morir.
Sólo sabíase que Juana Weber se las arregló de modo que, en el momento preciso, se ausentaron de la casa los que la habitaban, alejándolos ella misma con fútiles pretextos, y cuando volvieron a ella, horas después, vieron a Juana a la cabecera de la cama, con la mano izquierda debajo del delantal y con la derecha crispada sobre el corazón de la criatura muerta.
Oirás de éstas o de aquélla tal cual disertación sobre el tema de la tolerancia que deben tener los caballeros con las señoras, verás que en estos conflictos internacionales jamás se te da a ti la razón, te llevarán los demonios cuando consideres que cosas tan fútiles y remediables en casa, son ya del dominio público, y en centuplicado tamaño, por la insensatez de tu mujer, que están tu reposo y la paz de tu casa a merced de la menor divergencia de pareceres entre vosotros dos, y sobre todo, cuando veas que tu esposa se va mostrando tan dispuesta a desechar los tuyos más sensatos, como a aceptar los ajenos más absurdos.
Veréis también que no son doctos, ni jamás han merecido el nombre de tales, los que uniendo ideas inconexas, especies vagas, raciocinios mal entendidos o mal aplicados, abultan obrillas fútiles, no sólo dañosas a quien las lea, porque en ellas malogra su tiempo, sino también porque excitando en el público el prurito de saber a poco trabajo, le apartan con tedio de los buenos libros en que se debiera instruir, propagándose por este medio la falsa sabiduría, más funesta mil veces que la total ignorancia.

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