Ejemplos con extrañé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tampoco Presentacioncita se mostró ceñuda, a pesar de su adhesión a la familia de Porreño, pero no lo extrañé, porque siendo yo el libertador de Gasparito, bien merecía perdón, y el novio suelto no debía valer menos que las amigas arruinadas.
-¡Bah! Ni sabía ni supo de eso palabra. ¡Si tampoco lo supe yo hasta algún tiempo después! La reina, que se llamaba Baraní, me tomó una querencia desatinada. A ella debo el no haber dejado allí la piel, porque me dio un aviso, y escapamos de la emboscada que nos tendían, para quedarse con nuestro aguardiente y su caucho, y además, supongo que con nuestros cuerpos, destinados al asador. Baraní me pidió de rodillas que la llevase conmigo para cojín de mis pies, para esclava. Claro que me negué. Al despedirse, como una europea me pondría un escapulario, me colgó una bolsa de fibras. Era un talismán, y sabiendo que estos indios practican infinitos ritos mágicos y mil supersticiones, no lo extrañé. Baraní, al colgármelo, exclamó:
Cuando yo la leí, ni siquiera me hice cruces, porque de nada me extrañé.
No lo extrañé, pues conozco su manía por el monólogo, pero cuando me hube acercado más, oí que iba diciendo, fijos los ojos en las baldosas de la acera:.
Extrañé también que un hombre tan amante de su patria tuviese tan poco escrito sobre el gobierno de ella, a lo que me dijo: «Se ha escrito tanto, con tanta variedad, en tan diversos tiempos, y con tan distintos fines sobre el gobierno de las monarquías, que ya poco se puede decir de nuevo que sea útil a los estados, o seguro para los autores».
Extrañé esta contradicción, ayer en la mesa, que en estas posadas llaman redonda, porque no tienen asiento preferente, viéndole tan familiar y tan bien recibido con los oficiales más viejos del cuerpo, que son muy respetables, no pudo aguantar un minuto más mi curiosidad acerca de su clase, y así le pregunté quién era.
Al siguiente día, muy de mañana, extrañé el jovial escarceo del mono en mi velador.

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