Ejemplos con estudié

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Me acordaría perfectamente, porque yo estudié allí y era amigo de los sacerdotes asesinados.
Nací en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y estudié bajo la dirección de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados.
Estudié teatro, pero como algo terapéutico, no me siento actriz.
Yo no estudié y aprendí a tocar por mi cuenta, expresó el guitarrista.
Renee me dio el regalo del Catolicismo porque como resultado de mi matrimonio con ella estudié teología católica de forma más firme que de otra manera hubiera hecho.
En un entrevista dijo, estudié actuación con Milton Katselas en la Beverly Hills Playhouse, así que utilicé a algunas personas de allí en Halloween II.
Y ¿dónde me deja usted el descubrimiento del Nuevo Mundo? Aparte que, si no recuerdo mal, cuando estudié en el Instituto, el profesor de Historia nos decía que no sé cuál emperador romano había adoptado para el ejército el calzado que usaban los españoles.
Estudié bastante tiempo la medicina, libremente y conforme mi arbitrio.
No tuvieron más hijo que yo: me adoraron, sin descuidar mi educación ni excederse en mimos y locuras, estudié, vi mundo, dije que quería viajar, y me abrió mi madre su bolsa anchamente, tuve, hombre ya, algún capricho, muchos caprichos, y se cumplieron.
Estudié la medicina, y, aprovechando la guerra que a la sazón ardía en el Norte de España, vine al cuartel de Don Carlos.
No es sino que por luengos años estudié en el mejor libro del mundo, que es la tierra.
—Señores, yo soy el licenciado Vidriera, pero no el que solia: soy ahora el licenciado Rueda: sucesos y desgracias que acontecen en el mundo por permision del cielo me quitaron el juicio, y las misericordias de Dios me le han vuelto: por las cosas que dicen que dije cuando loco, podeis considerar las que diré cuando cuerdo: yo soy graduado en leyes por Salamanca, adonde estudié con pobreza, y adonde llevé segundo en licencias, de do se puede inferir que mas la virtud que el favor me dió el grado que tengo: aquí he venido a este gran mar de la corte para abogar y ganar la vida, pero si no me dejais, habré venido a bogar y granjear la muerte: por amor de Dios, que no hagais que el seguirme sea perseguirme, y que lo que alcancé por loco, que es el sustento, lo pierda por cuerdo: lo que solíades preguntarme en las plazas, preguntádmelo ahora en mi casa, y veréis que el que os respondia bien de improviso, os responderá mejor de pensado.
¿Piensa el viejo miserable que ha de gozar por salario vil de los frutos de la ciencia celestial que estudié con aquel armenio llamado Istrahoff, que no había visto el sol en más de cuarenta años, con el griego Dubravins, que tiene fama de haber resucitado los muertos, y con el hebreo Eba-Alí, a quien hube de buscar entre las grutas de la Tebaida? ¡No, por las torres de Sión! El bárbaro que desprecia la ciencia, perezca por su propia ignorancia.
Pero como, sea por respeto al rigorismo de la ceremonia, que en estas solemnidades y para dar a conocer, sin que quede género de duda, que el pavo es pavo, parece exigir que éste salga a la liza en una pieza, sea por un involuntario olvido o por otra causa que no es del caso averiguar, el animalito en cuestión estaba allí íntegro y pidiendo a voces un cuchillo que lo destrozase, me decidí a hacerlo, y poniendo mi esperanza en Dios y mi memoria en el Compendio de Urbanidad que estudié en el colegio, donde, entre otras cosas no menos útiles, me enseñaron algo de este difícil arte, empuñé el trinchante en la una mano, blandí el acero con la otra, y salga lo que saliere, le tiré un golpe furibundo.
Solo te digo que estudié y escribí muchos libros, y los míos quemaron, no sin dolor de los doctos.
Estudié su historia y su tradición, dormí y soñé con la acción y sus personajes, y cuando la vi clara en mi imaginación, comencé a tenderla sobre el papel: y aquella es mi única obra dramática pensada, coordinada y ''hecha'' según las reglas del arte, sus dos primeros actos están ''confeccionados'' maestramente, y tengo para mí que por ellos tengo derecho a que mi nombre figure entre los de los dramáticos de mi siglo.
—Estudié muchas matemáticas, lo que le falta a usted es la base, discipline el pensamiento, aplíquelo al de las pequeñas cosas prácticas, y entonces podrá tener éxito en sus iniciativas.
Yo estudié para maestra, también.
Mientras él repasaba la columna de anuncios, adelantando la cabeza, después de alisar el periódico sobre sus rodillas, yo lo estudié a él detenidamente, esforzándome, a la manera de mi compañero, por descubrir las indicaciones que sus ropas y su apariencia exterior pudieran proporcionarme.
Lleno yo de entusiasmo por la magistratura, y aborreciendo la carrera militar a que querían destinarme, estudié leyes en la universidad, pero puedo asegurar a usted que a pesar de eso hubiera salido buen abogado, pues era raro mi talento, sobre todo para ese estudio.
-La estudié, doctor, hasta el segundo año, pero por falta de recursos no he podido terminarla.
-Nunca estudié, mas yo digo lo que he oído a otros muchos.
No es sino que por luengos años estudié en el mejor libro del mundo, que es la tierra.
Estudié las nobles.
-Sí, señor, a los diecisiete años volví a la Habana, en cuya Universidad estudié un curso nada más, regresando en seguida a París.
Ella le contestó: ¡Oh señor! estudié la sintaxis, la poesía, el derecho civil y el derecho general, la música, la astronomía, la geometría, la aritmética, la jurisprudencia desde el punto de vista de las sucesiones, y el arte de descifrar las escrituras mágicas y las inscripciones antiguas.
Luego, cuando en los Jesuitas estudié yo Historia Natutal, la encontré pintada en el libro, igual a ella en un todo, con ese nombre, y la vi embalsamada en la vitrina grande, con un cartelito que rezaba ese nombre también.
Fausto, después de haber encanecido entre el polvo de su biblioteca, exclama: Todo lo estudié con ansia viva, todo lo estudié con ansia loca, y hoy pobre loco de infeliz mollera, ¿Qué es lo que sé? Lo mismo que sabia: sólo pude aprender qué no sé nada.
Prestándome gustoso a todo lo que Neluco me había recomendado y continuaba recomendándome para entretener las horas sobrantes del día y de la noche, visité una por una mis haciendas, mis prados, mis heredades, mis castañeras y robledales, mis casas, mis aparcerías de ganados, estudié con verdadero afán de penetrarle hasta el fondo, el organismo, como decía Neluco, «de los tratos y contratos de mi tío y sus aparceros y colonos», donde estaba la enjundia del gran espíritu de este hombre benemérito que, sin políticas bullangueras y perturbadoras, había logrado resolver prácticamente, y por la sola virtud de los impulsos de su corazón generoso y profundamente cristiano, un problema social que dan por insoluble los «pensadores» de los grandes centros civilizados, y tiene en perpetua hostilidad a los pobres y a los ricos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba