Ejemplos con estrambótico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Él acepta y crea un coche horrendo llamado The Homer, bastante estrambótico.
Las escenas en las que aparece el estrambótico enano bailarín están rodadas al inverso para provocar ese efecto fantasmagórico.
Inesperadamente la Reina dulcifica su comportamiente y quiere llevar a Alicia a presenciar un juego estrambótico de croquet.
Es descrito como un personaje estrambótico, que se vestía con atuendos pasados de moda y que su tiempo era absorvido por su puntual costumbre de tomar chocolate a determinadas horas del día, así como la de dedicarse a espulgar su perrita, excusa que le pareció suficiente para no presidir un Consejo de Gobierno.
La mecánica de este estrambótico concurso, era la actuación de artistas amateurs, de dudoso talento en algunos casos, durante un máximo de un minuto, que podía ser interrumpido.
Estructurar el programa como si de un informativo se tratara le permite saltar de los temas locales a los nacionales, del deporte a la política, de los reportajes a las declaraciones, de las conexiones en directo a las entrevistas, de lo surrealista a lo estrambótico.
Sofía se sintió herida en su orgullo, pero al mismo tiempo aliviada, en cuanto que advertía que un matrimonio con aquel hombre estrambótico habría sido fuente de infelicidad.
Además de mi apatía e indolencia, exagerada un tanto por mis convecinos los luzarenses para presentarme como un tipo estrambótico, soy un sentimental y un contemplativo.
La variedad de prendas con que se presentaba, y lo original y aun estrambótico de algunas de ellas, llamaba poderosamente la atención del pueblo y deslumbraba a Venturita.
El cual, vestido medio a lo oriental con un traje estrambótico que usaba por las mañanas dentro de casa, salió a recibirla teniendo aún en las manos el pincel y la paleta.
Para remediar esto buscaron un nombre que expresase las ideas de rebeldía triunfadora, y no encontraron mejor mote que el estrambótico y ridículamente enigmático de.
Detúvose Ido perplejo, y llevándose un dedo a la frente me dijo: ¡Ay, señor don Tito!, el apellido del Canónigo es de tal manera enrevesado y estrambótico, que no sé si lo podré recordar ahora.
Anunciábase uno de Eusebio en el teatro de Variedades, con el título un tanto estrambótico y trabalenguas de , y Jenara alcanzó de Enrique Gil el obsequio de dos palcos para el estreno, comprometiéndose a ejercer de alabarda toda la noche con sus amigos hasta sacar a flote el drama, cualquiera que fuese su mérito.
¡Ay, madre! Todo ello se les antojaba rarísimo, un tanto alambicado y estrambótico, y sin la debida conexión con la realidad humana.
Y seguían detrás las , escuadrones de pillería disfrazada con mugrientos trajes de turcos y catalanes, indios y valencianos, sonando roncos panderos e iniciando pasos de baile, las banderas de los gremios, trapos gloriosos con cuatro siglos de vida, pendones guerreros de la revolucionaria menestralía del siglo xvi, la sacra leyenda, tan confusa como conmovedora, de la huida a Egipto, los Pecados capitales, con estrambóticos trajes de puntas y colorines, como bufones de la Edad Media, y al frente de ellos la Virtud, bautizada con el estrambótico nombre de la , los Reyes Magos, haciendo prodigios de equitación, heraldos a caballo, jardineros municipales a pie, con grandes ramos, carrozas triunfales, todo revuelto, trajes y gestos, como un grotesco desfile de Carnaval, y alegrado por el vivo gangueo de las dulzainas, el redoble de los tamboriles y el marcial pasacalle de las bandas.
Allí estaba la Valencia, enorme ascua de oro, brillante y luminosa desde la plataforma hasta el casco de la austera matrona que simboliza la gloria de la ciudad, y después, erguidos sobre los pedestales los santos patronos de las otras : San Vicente, con el índice imperioso, afirmando la unidad de Dios, San Miguel, con la espada en alto, enfurecido, amenazando al diablo sin decidirse a pegarle, la Fe, pobre ciega, ofreciendo el cáliz donde se bebe la calma del anulamiento, el Padre Eterno, con sus barbas de lino, mirando con torvo ceño a Adán y Eva, ligeritos de ropa como si presintiesen el verano, sin otra salvaguardia del pudor que el faldellín de hojas, la Virgen, con la vestidura azul y blanca, el pelo suelto, la mirada en el cielo y las manos sobre el pecho, y al final, lo grotesco, lo estrambótico, la bufonada, fiel remedo de la simpatía con que en pasadas épocas se trataban las cosas del infierno, la , Pintón coronado de verdes culebrones, con la roja horquilla en la diestra, y a sus pies, asomando entre guirnaldas de llamas y serpientes, los Pecados capitales, horribles carátulas con lacias y apolilladas greñas, que asustaban a los chicuelos y hacían reír a los grandes.
Por último, un señor muy obeso y vestido de uniforme con galones, que era designado con el estrambótico nombre de , se paró en la puerta y dirigiendo su mirada de águila hacia los cocineros, exclamó: La cena de S.
-¡Sesión! ¡Brrr! -exclamó Pinilla, haciendo con la boca un estrambótico sonido-.
-Yo voy a ver si descabezo un sueño -murmuró Arias, tendiéndose en un catre de tijera que Cirila había puesto en aquel estrambótico departamento.
¡Tener libreta!, es decir, cuenta abierta en la casa de negocio, poder -sin dar un peso en efectivo, durante todo el año, de esquila a esquila- sacar de la casa todo lo necesario a la manutención de la familia y a la administración del rebaño: comestibles y maderas, vacios, ropa, calzado, remedios, muebles y utensilios, y el antisárnico para curar las ovejas, y las tijeras para esquilarlas, o las herramientas para mover la tierra, y los aperos y monturas, todo, en fin, y también, de cuando en cuando, poder girar contra la casa un valecito por algunos pesos: para sueldo de algún peón conchabado en un momento de apuro, o para algún viaje al pueblito y hasta platita para satisfacer los caprichos de la patrona, loca siempre por comprar al mercachifle, napolitano o turco ambulante, despreciado y odiado más que temido competidor de la casa establecida, algún cachivache de lata niquelada, o cinco metros de género estrambótico.
Llamó, pues, la atención de su Coro de Ángeles hacia el estrambótico grupo que formaban Alejandro y Casimira hablándose de amor.
A sus oídos habían llegado las acerbas críticas de que era objeto porque apenas salía con Alicia, quien gracias a sus prodigalidades y sus melosas perfidias, se captó las simpatías de aquel mundo estrambótico.
Se veían muchos pies sucios y callosos, enemistados con el agua desde el verano anterior, muchos cuerpos disformes por el trabajo manual o la vida sedentaria de las oficinas, muchas caras anémicas y mucho traje de baño estrambótico y desteñido.
Lo quitado a nuestra voracidad era servido a la noche, bajo la forma de un guiso estrambótico.
De aquí ha nacido, sin duda alguna, el afán de todos por dar a la forma ese carácter churrigueresco y estrambótico que al pensamiento se pide.
Hablaban mucho entre sí, comentando seriamente lo que veían y lo que oían, olvidados del mundo que los rodeaba, pensando sólo en el arte, sin parar mientes en la sorpresa, no exenta de disimulada burla, que su aspecto estrambótico solía suscitar en todas partes.
¡Ay, madre! Todo ello se les antojaba rarísimo, un tanto alambicado y estrambótico, y sin la debida conexión con la realidad humana.
De la parroquia se trasladaron a la Boca con varios amigos: pasearon en bote y tomaron vino de Asti en el estrambótico negocio titulado El Recreo.
¡Y él era el mismo que había sentido, oyendo cantar a Serafina una canción a la Virgen, que en sus entrañas encarnaba un amor divino! ¡Él, con un misticismo estrambótico, falso, se había comparado, disparatada pero sinceramente, con la Virgen Madre!.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba