Ejemplos con estragos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es consciente de los estragos, pero valiente.
Los torpedos de plasma otorgan a los cruceros de batalla un armamento capaz de saturar un área objetivo con un diluvio de fuego, ideal para destrozar oleadas de atacantes o causar estragos en una posición defensiva.
Habiendo causado la retirada de los romanos detrás de los muros de Palermo, y haciendo estragos posteriormente en el campo, las fuerzas de Asdrúbal fueron hacia la ciudad saliendo del valle y cruzando el río Orethus.
Las imágenes de un pequeño vídeo siguen provocando estragos en la clase política, empresarial y militar peruanas.
Sin duda había causado estragos en los lugares de donde provenía tanto en Rhûn como en Harad.
Además la presencia de las tropas en la ciudad coincidió con un brote de cólera que hizo estragos sobre todo entre los heridos que se hacinaban en el Hospital militar.
En Enofita, comandados por Mirónides, derrotaron a los beocios y destruyeron las murallas de Tanagra, también causaron estragos en Lócrida y Fócida.
Él constantemente está en la mochila de Creepie y causa estragos en la escuela.
Homer se convierte en el alma de la fiesta y causa muchos estragos, por lo que es devuelto a su familia por un policía.
Mientras su ejército hace estragos en el campo, Bohan llega a convencerse de que capturar la mítica Espada Celestial simbolizaría su dominio sobre la población.
Los tebanos, viendo que los dioses les eran propicios, causaron grandes estragos en las filas argivas.
Sólo la pluma del sombrero, lastimosamente alicaída, atestiguaba los estragos de la arroyada, a despecho de la prolijidad con que su dueña, aproximándola a las llamas, intentaba devolverle las gráciles roscas.
Mientras Ulises daba dinero a los camareros y los músicos, ella se limpió los ojos y reparó los estragos de su fisonomía sacando del bolso de oro la borla de polvos y un pequeño espejo, en cuyo óvalo se contempló largamente.
La vista de este cambio instantáneo de su propiedad le impresionó más que los estragos causados por la muerte.
Quién, como don Benito, daba fuertes taconazos en el suelo mientras las bolas corrían, quién, como don Lorenzo, se inclinaba a un lado y a otro, se torcía y se retorcía como si de sus movimientos dependiese que la bola se inclinase a un sitio u otro, quién, por fin, como don Pancho, que era pequeño y gordo, casi cuadrado, se subía de un brinco al diván después de haber empujado la bola, para mejor ver los estragos que había hecho en los palos.
Se trataba de la peste que hacía estragos en el ganado: don Rosendo buscaba en su diccionario las palabras , etcétera, y así que leía lo que decía sobre ellas, tomaba la pluma, y su genio periodístico se encargaba de trazar uno o varios artículos, rebosando de filosofía y erudición.
Al ver a su madre política, en cuyo rostro la enfermedad había hecho crueles estragos, contraído ahora por el terror, con los ojos suplicantes, las manos plegadas hacia él con mortal congoja, aflojó la suya y la dejó caer sobre el muslo.
Nada, Paulina, que la envidia produce grandes estragos en el mundose limitó a contestar con amargura.
En temperamentos como el de nuestro mancebo, el fuego de las pasiones tarda mucho tiempo en prender, aunque a la postre causa grandes estragos.
Notaba en ella los estragos de la edad, la gordura que borraba bajo el almohadillado de la grasa su antigua belleza de rubia altiva y dura.
Los médicos de Madrid pedían a Felipe IV que se dejara la basura en las calles, porque siendo muy sutil el aire de la ciudad, ocasionaría grandes estragos si no se impregnaba del vaho de las inmundicias.
Comenzó entonces a hablar con gran soltura y elegancia, lamentando los estragos de la guerra, ensalzando la misión de la mujer, ponderando la virtud de la caridad con el fuego y el entusiasmo de Vicente de Paúl en persona.
La marquesa amaba el sol y el aire con la pasión con que los aman los pobres, y odiaba ese misterioso y coquetuelo en que se refugian las beldades trasnochadas para ocultar los estragos del tiempo.
Contaba por aquel entonces el marqués más de cuarenta años, y los estragos de su juventud salíanle prematuramente al rostro.
¿Es posible que hayas sido tan vana que hayas imaginado que te amaba este bendito siervo de Dios? ¿No es ridículo que te hayas atormentado de puro presuntuosa, calculando los estragos de un mal involuntario que suponías haber hecho? ¿No temes que el diablo se ría de ti, y que Dios también se ría, si en Dios cabe risa, cuando miren en lo interior de tu conciencia y vean cuánto te halagaba, a la par que te asustaba, la fatua invención de que ibas a matar de amor y de celos a este pobre fraile? Mira qué impasible está.
Los visillos de la vidriera, en un tiempo blancos, tenían hoy color de ceniza húmeda, y en sus pliegues eran visibles los estragos de la polilla.
Fijó sus tristes miradas en el suelo y Fortunata, con los brazos cruzados, mirábale atenta, contemplando los estragos de la degeneración senil en su fisonomía, mientras se alejaban y extinguían en la calle los picantes ritmos del baile.
Tenía recetas charlatánicas para todo, y las aplicaba al buen tun tun, haciendo estragos por donde quiera que pasaba.
Horribles estragos comenzó a hacer el animal en los rebaños y áun en las personas, bajando a la llanura a atacar a los caminantes cuando no hallaba presa en los rediles, y pregonada fué su piel en una respetable suma por todos los Ayuntamientos de la comarca, pero cuantas partidas salieron a cazarlo, volvieron escarmentadas a sus hogares, o muy ufanas y satisfechas.
—¡Tiene las fuerzas de un Samson! ¡Bástele a usted saber que él fué quien mató al oso que tantos estragos hacía en toda esta Sierra en tiempos del Rey Absoluto!.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba