Ejemplos con esquilón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Febrer permaneció bajo las arcadas viendo cómo iban llegando los grupos de payeses a toda prisa, espoleados por el último toque del esquilón que volteaba en lo alto de la torre.
En cambio, ¡la mirada autoritaria y cruel! ¡la voz, que parecía un esquilón fúnebre al formular sus pavorosas recomendaciones!.
Si pasáis la verja, si entráis en el altar mayor, toco el esquilón y antes de diez minutos está todo Toledo en las puertas.
Además, para un caso extremo, contamos con el esquilón que llama a los canónigos.
Sonó un ladrido desesperado, interminable, como un esquilón sonando a rebato.
El esquilón de la ermita del Santo Cristo, situada al extremo del pueblo por el camino de San Prudencio, fue el primer bronce que anunció la llegada del Rey, y bien pronto a su alegre clamor se unieron las campanas de la parroquia de San Miguel, de las monjitas de Santa Ana y de los frailes de Bidaurreta, de San Antón y Santa Marina.
Las de la Parroquia, graves, solemnes, como un arcediano cuando entona el prefacio en la misa de Corpus, las de San Francisco seriotas, sonando en ritmo circular, rotundo el toque, como en los domingos de cuerda, las de San Juan desafinadas y chillonas, el campanario de la iglesita de San Antonio armaba una algazara sin igual, como en una orquesta platillos y chinesco, en la espadaña del convento de Santa Teresa se volvían locas las campanillas, y el esquilón rajado del Cristo resonaba presumido y vanidoso, a semejanza de un tenor cascado que no quiere retirarse del teatro.
Oíase el esquilón de la capilla.
Felizmente el esquilón de la catedral, llamando a los canónigos a la importante tarea del coro, le sacó de situación tan penosa.
Felizmente, el esquilón de la catedral, llamando a los canónigos a la importante tarea del coro, le sacó de situación tan penosa.
Sonó luego un esquilón invisible en medio de aquel profundo silencio que allí reinara, y que realzaba tanto la solemnidad de aquel acto imponente, por lo desconocido y extraño en un tribunal como aquél, tan anómalo y con tal urgencia improvisado.
Algo después se oyó el tañido de un esquilón, y las gentes rezagadas redoblaban el paso, con el fin de llegar a tiempo de oír misa.
Mírale amodorrido con una promesa, y los negocios que se le ofrecen cuando le ofrecen, cómo vuelve a su casa con un esquilón por tos, tan sonora que se oye a seis calles, qué calidad tan inmensa y qué honra halla en lo que come y en lo que le sobra, y qué nota en lo que pide y le falta, qué sospechoso es de los pobres y qué buen conceto tiene de los dadivosos y ricos, qué a raíz tiene el ceño de los que no pueden más y qué a propósito las jornadas para los precipitados de dádiva.
Y el pobre cura lloró como un niño, lloró hasta que el esquilón de la iglesia, con su gangueo de vieja, comenzó a llamarle a la misa primera.
Ítem: que por el aquél de que estaban rejendías, desritieron entre él y el susodicho alcalde antecesor las campanas de la iglesia, cobraron a los vecinos el valor de otras nuevas, y hoy es el día en que se toca a misa con un esquilón por no haber campanas, pues el hombre infame que me ha querido injuriar es el causante de este fraude.
medio del alegre voltear de un esquilón que tocaba a misa, me.
Era la procesión pausada, pintoresca, y los pasos de las bestias marcaban el compás lento del esquilón de la yegua que guiaba.
La yegua delantera penetró por una de las arcadas puertas que daban ingreso a la villa, y avivando el sonido de su esquilón llegó a una extensa plaza, casi totalmente invadida ya por la muchedumbre campesina que al mercado concurría.
Sólo don Pedro, algunas veces, tenía el sueño tan difícil que el alba y aun el claro día le encontraban como un lince, y gracias que pudiera aletargarse y dar breve descanso a sus energías cerebrales a hora inoportuna, cuando ya el esquilón monjil le avisaba que era llegada la de la misa.
Tan luego como el esquilón de la catedral empezaba a llamar a coro a los canónigos, despedíase el conde de San Juan de Lurigancho, y siempre en coche regresaba a su casa, situada en la calle de Palacio.
En las callejuelas que siguen al cuartel, la proximidad de la noche infundía paz, los chiquillos se recogían a cenar y a acostarse, un soplo fresco y salitroso venía de la costa y en la capillita pobre, frecuentada únicamente por pescadores, el esquilón convocaba al rosario.
Sonó al punto un esquilón algo remoto, y apareció un hombre enteramente negro como el ébano, alto de estatura y fornido de miembros, de cabello crespo y lanudo, nariz aplastada, y en cuyos ojos revolvíase una fulgurante pupila.
Dominaba, sobre todo, como una esbelta y altísima pirámide, el torreón de atalaya, con su gigantesco esqueleto desquebrajado, y su esquilón de alarma colocado en su capitel cubierto, que proyectara su negra sombra sobre los aplomados techos de pizarra.
Lucifer pulsó a la puerta del santuario, y al punto sonó un esquilón muy remoto.

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