Ejemplos con esparcía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una sensación de frescura se esparcía por su cuerpo, haciéndole suspirar de placer.
Cada prenda arrancada de su cuerpo esparcía en torno una menuda lluvia.
Su mirada ansiosa se esparcía sobre las aguas.
El casco de sus cabellos, roto bajo el puñetazo, se esparcía en mallas doradas y ondulantes.
En los viajes anteriores, la vista de la gigantesca Virgen dorada, que brilla como una lanza de fuego en lo alto de Nuestra Señora de la Guardia, esparcía el regocijo sobre el puente del buque.
Se esparcía el ruidoso grupo por el último piso como las más horrendas invasiones de la Historia.
Si cantaba, con una voz que se esparcía por los adentros del alma, como la luz de la mañana por los campos verdes, dejaba en el espíritu una grata intranquilidad, como de quien ha entrevisto, puesto por un momento fuera del mundo, aquellas musicales claridades que solo en las horas de hacer bien, o de tratar a quien lo hace, distingue entre sus propias nieblas el alma.
Un tonel de sardinas doradas por la ranciedad, esparcía acre hedor.
Abajo, en las oficinas, estaban los hombres de la administración, con la pluma tras la oreja, llevando las complicadas cuentas de las entradas de mineral y de hulla, del acero elaborado, que se esparcía por toda España en forma de rieles, lingotes y máquinas, y de los jornales de un ejército de obreros ennegrecidos y tostados junto a los hornos.
La azul claridad del alba, que apenas, lograba deslizarse entre los aleros de los tejados, se esparcía con mayor libertad en la plazuela del Ayuntamiento, sacando de la penumbra la vulgar fachada del palacio del arzobispo y las dos torres encaperuzadas de pizarra negra de la casa municipal, sombría construcción de la época de Carlos V.
El vaho del alcohol se esparcía en aquel ambiente impregnado de incienso y humo de cera.
Él era lo mismo, pero en vez de propagar la muerte, esparcía la vida tumultuosa y rebelde.
El incienso esparcía nubes ante mis ojos, mi familia lloraba de emoción viéndome nada menos que ministro de Dios.
La ciudad esparcía sus techumbres en torno de la catedral.
Hablaban, discutían, consultando a Luna para que esclareciese sus confusas ideas, y sobre la voz de los hombres resaltaba el repiqueteo de la máquina de coser, siempre en actividad, como un eco del universal trabajo que agitaba al mundo, mientras la calma de la nada esparcía su silencio por las entrañas de piedra del templo.
La muerte anual de Dios esparcía en la tribu levítica de los tejados un ambiente de tristeza más intenso que el del interior de la iglesia.
El primer sol de verano abrillantaba como espejos las barnizadas tablas de los carromatos, doraba los mástiles, esparcía un polvillo de oro en la plaza, daba al gigantesco toldo una transparencia acaramelada, y este cuadro levantino, fuerte de luz, dulcificábase con el tono blanco de la muchedumbre, vestida de colores claros y cubierta con los primeros sombreros de paja.
La claridad se esparcía por la mesa, y el resto de la habitación estaba en penumbra manchada, con verdosa pátina de tapiz viejo.
Y la jota esparcía por todo su ser tristeza infinita, pero que al propio tiempo era tristeza consoladora, bálsamo que se extendía suavemente untado por una mano celestial.

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