Ejemplos con espantada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras ese descenso y la espantada de sus directivos, la nueva directiva poco tardó en darse cuenta que el plan económico para el sustento del Club en categorías profesionales o semiprofesional era insostenible y decidieron promover el fútbol base de la pedanía.
Desquiciada, le declara su amor ante la mirada espantada de los presentes.
¡Pero es caña, Paulino!protestó la mujer espantada.
Tenía en la mano la jeringuilla, y fijó en Nébel su mirada espantada.
Yo vengo aquí a recordar sus doctrinas, su bello y magnífico ideal: la República con todos y para el bien de todos, la República de ojos abiertos y sin secretos, la República equitativa y trabajadora, ancha y generosa, altar de sus hijos y no pedestal de ellos, la República cuya primera Ley fuera el amor y el respeto mutuo de todos los derechos del hombre, la República culta, con los libros de aprender al lado de la mesa de ganar el pan, la República con su templo orlado de héroes, la República sin camarillas, sin misterios y sin calumnias, ¡la República! y no la mayordomía espantada o la hacienda lúgubre de privilegios y monopolios irritantes, la República justa y real en donde fuera un hecho el reconocimiento y la práctica de las libertades verdaderas.
Fuese, pues, derecho al bulto, no bien el coche se puso en movimiento, y apoyado en la autoridad de sus años, en la confianza del parentesco que con Villamelón tenía y en su dignidad de jefe de la conspiradora, le pidió categóricas explicaciones del hecho Mas Currita, volviendo a abrir palmo y medio los claros ojos y muy espantada y ofendida, y casi llorosa, se limitó a repetir la historia ya referida, con nuevas afirmaciones y protestas Suponer otra cosa era un insulto verdadero.
Sí señorrespondió Fortunata con cierto miedo, espantada aún por aquello de los gusanos.
¡Válame Dios, y quién será aquel que buenamente pueda contar ahora la rabia que entró en el corazón de nuestro manchego, viéndose parar de aquella manera! No se diga más, sino que fue de manera que se alzó de nuevo en los estribos, y, apretando más la espada en las dos manos, con tal furia descargó sobre el vizcaíno, acertándole de lleno sobre la almohada y sobre la cabeza, que, sin ser parte tan buena defensa, como si cayera sobre él una montaña, comenzó a echar sangre por las narices, y por la boca y por los oídos, y a dar muestras de caer de la mula abajo, de donde cayera, sin duda, si no se abrazara con el cuello, pero, con todo eso, sacó los pies de los estribos y luego soltó los brazos, y la mula, espantada del terrible golpe, dio a correr por el campo, y a pocos corcovos dio con su dueño en tierra.
Muy espantada la vieja comenzó a dar voces pidiendo socorro.

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