Ejemplos con española

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y sin embargo, considerando solamente su obra pasada, nos encontraríamos ante un poeta que no tiene superior en la literatura española de hoy y que indudablemente quedará en su historia como uno de sus grandes líricos de todos los tiempos.
La ha reconocido el hecho de esta consagración mediante la publicación de un bello tomo de por el autor mismo, magnífico homenaje de los Estados Unidos a la moderna poesía española.
Al alarde de riqueza métrica que caracteriza a la revolución de la poesía española en los últimos treinta años, Juan Ramón Jiménez, aunque capaz de los mayores refinamientos técnicos, responde con el uso renovado y moderno de los metros tradicionales más sencillos y populares, y nadie como él ha sabido revivir los versos asonantados de los antiguos romances.
Como Góngora y como Bécquer ha logrado mostrar hasta qué punto las formas más genuinas y tradicionales de la poesía española son susceptibles de renovación eterna y cómo puede encontrar expresión en ellas la sensibilidad de todos los tiempos y la originalidad individual de cada poeta.
En un momento en que la poesía española ha sufrido las influencias más complejas extranjeras, principalmente francesas, las cuales se ven demasiado claras y dominantes en otros poetas, Juan Ramón Jiménez, a pesar de haberlas asimilado todas profundamente, se muestra siempre él y por lo tanto siempre español.
Ojalá vosotros, muchachos y muchachas americanos, que estudiáis con entusiasmo la lengua española, podáis percibir también en estas páginas breves y vibrantes algo del encanto de aquella tierra misteriosa y lejana de donde salieron los primeros hombres blancosde un blanco atezado y moreno como el de Juan Ramónque llegaron a las costas maravillosas de América.
Y, sin embargo, el carácter de Águeda estaba bien concebido, y ¡cuan hermosos y trágicos efectos podía haber sacado el autor de la eterna lucha entre la pasión y la ley moral! Bien está que Agueda, católica a la española y montañesa a toda ley, cumpla su deber sin aparato ni estruendo, aunque su resolución le cause dolores mortales.
En nuestros días, la mejor universidad, el verdadero convento, el más cumplido liceo, el más poblado huerto de Academo, y el más genuino trasunto del pórtico de Júpiter Liberador y del clásico mercado, todo esto es, amigo mío, la casa de huéspedes española, señaladamente la madrileña.
Algunas pensiones familiares francesas justifican, en efecto, su título, mediante ciertas virtudes y todos los defectos de la vida familiar, y conservan la mesa única, la mesa redonda, que en la casa de huéspedes española es de rigor.
No habrá oído usted decir punta a la madrileña, tacón Isabel II o hechura española, como se dice punta a la florentina, zapato Richelieu, tacón Luis XV, hechura inglesa.
Cada capítulo trae nuevos personajes y escenas nuevas, reproducidas unas veces con el pincel de Stein y de Teniers, otras con el brioso toque de la escuela española.
Así, el ejemplo del hoy tan olvidado Jouy en , fué despertador para que Mesonero Romanos comenzara su , a pesar de lo cual su obra es muy española en pensamiento y aun en estilo, sin que falten cuadros, como el de , donde la inspiración está directamente bebida en nuestros clásicos del siglo, XVI.
El barrio de San Sulpicio, con sus calles tranquilas y silenciosas a la española y sus beatas de velo negro que pasan rozando los muros del Seminario, atraídas por el toque de las campanas, fue para el seminarista español lo que el camino de Damasco para el apóstol.
Recordaba otras catedrales famosas, aisladas, en lugar preeminente, presentando libres todos sus costados, con el orgullo de su belleza, y las comparaba con la de Toledo, la iglesia-madre española, ahogada por el oleaje de apretados edificios que la rodean y parecen caer sobre sus flancos, adhiriéndose a ellos, sin dejarla mostrar sus galas exteriores más que en el reducido espacio de las callejuelas que la oprimen.
Recordaba ahora con vergüenza su ignorancia española, aquella prosopopeya castellana, mantenida por mentirosas lecturas, que le hacían creer que España era el primer país del mundo, el pueblo más valiente y más noble, y las demás naciones una especie de rebaños tristes, creados por Dios para ser víctimas de la herejía y recibir soberbias palizas cada vez que intentaban medirse con este país privilegiado que come mal y bebe poco, pero tiene los primeros santos y los más grandes capitanes de la cristiandad.
Su fiera devoción española estaba acostumbrada al desprecio de las ciencias profanas.
¿Y eso crees tú que existía en otra época y que tu rey va a restaurarlo? Esos siglos que os pintan como de grandeza y bienestar son justamente los más malos de nuestra historia, la causa de la decadencia española, el principio de todos nuestros males.
Venía cansadísimo, fatigado, como perro jadeante, apoyándose en el bastón de puño de oro, arrollada sobre los hombros la española capa, echado hacia la nuca el sombrero de copa.
Sus lecturas favoritas, la sarracena ardentía de su sangre española, no les dejan entrever otra ventura que un amor de exceso como dijo el poeta, en donde amor y beso fueran síntesis de la eternidad.
¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! ¡Conforme! Prefiero la antigua y gallarda letra española.
¡Y vaya si el anciano militar era bueno! ¡Y vaya si era inteligente! ¡Qué cartas tan bien escritas! Tan claros los conceptos como aquella su letra española serena y gallarda.
El comercio acreditado, sólido y a la antigua, que se cobijaba en obscuras tiendas, experimentaba esa inquietud que la justicia española despierta siempre en los hombres honrados, de tranquilas costumbres.

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