Ejemplos con espía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y ahora que me conocesdijo con una lentitud dolorosa, ¡márchate! Tú no puedes quererme, soy una espía como tú dices: un ser despreciable Sé que no puedes seguir amándome después de lo que te he revelado.
Y su beso era igual al de la espía, un beso absorbente que tiraba de toda su persona, haciéndole despertar Al abrir los ojos, veía a Freya abrazada a él y con la boca junto a la suya.
¡Un espía! El grito hizo surgir hombres como si los vomitase la tierra, saltó de boca en boca, repitiéndose hasta lo infinito, conmoviendo los muelles y los buques, vibrando hasta más allá de lo que podía alcanzar la mirada, penetrando en todas partes con la difusión y la rapidez de las ondas sonoras.
¡Un espía! Corrían los hombres con redoblada agilidad, los cargadores abandonaban sus fardos para unirse a la persecución, saltaba gente de los vapores para colaborar en la humana cacería.
¡Un espía! La voz, más rápida que las piernas, saltaba a su encuentro.
Se juntaron las dos multitudes cerrando sus extremos, y el espía quedó prisionero.
El espía se mordió los labios para contener un rugido de dolor.
Estas palabras hicieron cambiar el rostro del espía.
Un espía sometido a la justicia militar le acusaba de haber trabajado en el aprovisionamiento de los submarinos alemanes.
Luego relató su encuentro con el espía en el puerto de Marsella.
Además, a él le debían el descubrimiento y el arresto de un espía importante.
Un negociante marsellés amigo de Ferragut se acordaba de que, algunos meses antes, había sido ejecutado un espía alemán sorprendido en el puerto.
Ella comprendió la extrañeza del capitán al encontrarla en país enemigo, la inquietud que sentía por él mismo al ver a una espía en su buque.
Es una , una espía, sentenciada a muerte Parece que trabajó mucho aquí y en otros puertos dando aviso a los submarinos alemanes de la salida de nuestros transportes La prendieron en París hace dos meses, cuando regresaba de Brest.
Varios sucesos distrajeron por unos días la atención pública, y la espía quedó momentáneamente olvidada.
Sé quién es: una espía que fué artista, una mujer de cierto.
¡Una espía! Por todos lados se tropezaba con los manejos del espionaje alemán.
¡Ah, sí! ¡la espía !dijo tras de una larga pausa.
Todos mostraban igual repulsión al hacer memoria de la espía.
Empezaba explicando cómo su deber profesional le había decidido a defender a una espía.
Había sentido, como francés, una repulsión irresistible al convencerse de que Freya era una espía que llevaba causados grandes daños a su patria Luego, como hombre, se apiadaba de su inconsciencia, de su carácter contradictorio y ligero hasta llegar al crimen, de su egoísmo de mujer hermosa y amiga del lujo, que la había hecho admitir la vileza moral a cambio del bienestar.
Ahora con la movilización en masa de los pueblos, había desaparecido el antiguo espía de oficio, despreciable y villano, que arrostraba la muerte por dinero.
Y la palabra espía tomaba en sus labios una expresión de inmenso desprecio.
La mujerona estaba furiosa por la fuga de las damas , y examinaba al marino como un presunto espía, bueno para una denuncia patriótica.
Esta mujer fue desde entonces la espía, la acompañante, la dueña, la negra sombra de la Condesa.
—Sea en buen hora, dijo el otro, y en merced muy grande tengo la que vuesa merced me ha hecho en darme cuenta de su vida, con que me ha obligado a que yo no le encubra la mia, que diciéndola mas breve, es esta: Yo nací en el Pedroso, lugar puesto entre Salamanca y Medina del Campo: mi padre es sastre, enseñóme su oficio, y de corte de tijera con mi buen ingenio salté a cortar bolsas: enfadóme la vida estrecha de la aldea y el desamorado trato de mi madrastra: dejé mi pueblo, vine a Toledo a ejercitar mi oficio, y en él he hecho maravillas, porque no pende relicario de toca, ni hay faldriquera tan escondida, que mis dedos no visiten, ni mis tijeras no corten, aunque le estén guardando con los ojos de Argos: y en cuatro meses que estuve en aquella ciudad, nunca fuí cogido entre puertas, ni sobresaltado ni corrido de corchetes, ni soplado de ningun cañuto, bien es verdad que habrá ocho dias que una espía doble dió noticia de mi habilidad al corregidor, el cual aficionado a mis buenas partes quisiera verme, mas yo que por ser humilde no quiero tratar con personas tan graves, procuré de no verme con él, y así salí de la ciudad con tanta priesa, que no tuve lugar de acomodarme de cabalgaduras, ni blancas, ni de algun coche de retorno, o por lo ménos de un carro.

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