Ejemplos con escarnecida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El hombre dio gracias a Dios con toda su alma, pues verdaderamente, si hubiera resultado la Saloma de su historia, dificilillo le habría sido contenerse viéndola de tal modo escarnecida e insultada.
Los primeros gritos fueron: ¡No pagamos! ¡Abajo la peseta! ¡Abajo el alcalde! Luego el pueblo, con ese instinto que le hace relacionar ideas hasta encontrar el origen de su daño, comenzó a gritar ¡Abajo los ladrones! y por último la miseria fermentada, la pobreza escarnecida, la ignorancia fuerte y sin freno, todo aquel conjunto de injusticias acumuladas se condensó en una voz terrible: ¡Mueran los ricos!.
¿Qué le importaba morir? Su crimen fue salvaje, porque lo aconsejaron el deseo frustrado y la razón escarnecida, pero su causa era justa.
Su táctica fue un prodigio de esa liviandad mansa que desconcierta la razón y espolea los sentidos: labor de afiligranada perfidia, al término de la cual, sin que mediara un beso ni se oprimieran una mano, quedaron el decoro de la mujer vendido y la dignidad del hombre escarnecida.
Mirábales como si fueran amigos que habían de darle la razón reconociendo en él a la justicia pateada y a la humanidad escarnecida.
como grito de la pobreza escarnecida, acaso de una envidia inconsciente lo que ha sido una observación sencillísima.
Al fin, nuestra pobre amiga, la escarnecida ama de la muñeca, más por caridad y singular afecto que al rey tenía, a pesar del delito de éste en quererla seducir y en burlarse de ella, no habiéndolo logrado, que con intención de llegar a ser reina vino a palacio como un ángel bienhechor, tocó a la muñequita, la habló cariñosamente y la muñequita soltó lo que tan apretado tenía.
Nunca fe católica, la fe que profesan dieciséis millones de españoles, se vio más escarnecida, más hollada, más combatida que hoy, pero, en cambio, tampoco se vio más arraigada en el pecho de los verdaderos creyentes, jamás éstos alzaron la frente más serenos, más tranquilos, más orgullosos que ahora para decir a la faz del mundo, con el corazón en los labios: CREO.

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