Ejemplos con enumeró

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el siglo II, el incrédulo Luciano enumeró los principales santuarios de oráculos de Apolo en un fragmento irónico y divertido, habla Zeus:.
Durante su discurso enumeró las gestas de César y las concesiones en su testamento en favor del pueblo romano, para acabar vertiendo sus acusaciones respecto al asesinato de César, afirmando así su distanciamiento con los conjurados.
El coroner el informe de s enumeró choque cardiogénico como factor que contribuía.
Alfred Blumstein, un criminólogo de la Universidad Carnegie Mellon enumeró los siguientes factores como causantes del fin de la epidemia:.
Enumeró muchos episodios de agravios personales, sobre subestimación de su importancia como especialista militar, sobre los hechos de los últimos años de la Guerra Civil, sobre el mando de los frentes, enumeró sus grandes méritos así como los de Trotsky en alta estima, y que actualmente lo habían relegado.
Esta fue la conclusión a la que llegó el doctor James Lynch, quien enumeró las consecuencias médicas de la soledad en su libro The broken Heart, en el cual advirtió: Debemos aprender a convivir o aumentaremos nuestras probabilidades de morir prematuramente solos.
Y enumeró todas las tabernas, llamadas pulperías , y todas las casas de remolienda donde por la noche tocaba la guitarra cantando y relatando cuentos verdes.
Ulises enumeró los grandes peligros que iba a arrostrar el buque.
Y enumeró las habilidades de estos monstruos, a los que atribuía una gran inteligencia.
Luego enumeró las fuerzas Centralistas, según su parecer escasas pero bien disciplinadas.
Enumeró Doña María todas las familias enlazadas con los Carrascos y los Quijadas, y a Doña Leandra no se le olvidó en la cuenta ninguno de los parientes y deudos de la Torrubia ni de su difunto esposo, Mateo Montiel, a quien Bruno había tratado íntimamente.
Bien claramente los enumeró Tirso.
Cuando todo se hubo concluido, haciendo en junta pública la apología de sus sucesos, no enumeró con menor cuidado los que creía deber a la fortuna que los que eran obra de su valor, y al concluir mandó que se le diera el sobrenombre de afortunado, porque esto es lo que principalmente quiere significar la voz latina felix.
Juder contestó: ¡En este momento todo lo encontraría excelente! El moghrabín le preguntó: ¿Te gustan los pollo asados? Juder dijo: ¡Ya Alah! ¡Sí! El otro le preguntó: Te gusta el arroz con miel? Juder dijo: ¡Mucho! El otro le preguntó: ¿Te gustan las berenjenas rellenas? ¿Y las cabezas de pájaros con tomate? ¿Y la cotufas con perejil y las colocasias? ¿Y las cabezas de carnero al horno? ¿Y los buñuelos de harina de cebada rebozados? ¿Y las hojas de vid rellenas? ¿Y los pasteles? ¿Y ésta y aquella cosa y la de más allá? Y enumeró así hasta veinticuatro platos distintos, en tanto que Juder pensaba: ¿Estará loco? Porque, ¿de dónde va a sacar los platos que acaba de enumerarme, si no hay aquí cocina ni cocinero? ¡Voy a decirle que ya basta en verdad! Y dijo al moghrabín: ¡Basta! ¿Hasta cuándo vas a estar haciéndome desear esos diferentes manjares sin mostrarme ninguno?.
Y enumeró al detalle las cualidades, las ventajas y los placeres de un hammam bien acondicionado.
Y enumeró todas las tabernas, llamadas «pulperías», y todas las casas «de remolienda» donde por la noche tocaba la guitarra cantando cuecas y relatando cuentos verdes.
Y luego empezó a enunciar un tremendo catálogo de todas las enfermedades de que yo era culpable y de todos los insomnios que ella había sufrido por mi causa, enumeró todos los altos lugares de los que me caí, y las profundidades a que me despeñé, así como también todos los males que me causé a mí mismo y todas las veces que ella me deseó la tumba a donde yo, con la mayor contumacia, me negué a ir.
A más de estos sabios artistas y héroes muertos, para quienes la palabra, el recitado y la canción de los oradores y los vates inflamables fueron siempre ofrendas pálidas hechas a sus excelsitudes y renombres, tenía la privilegiada república aquel centenar de maravillas que enumeró con sus rubios, aristocráticos dedos don Anselmo Espinosa en el Club Criollo: carreteras y academias, ferrocarriles y ateneos, restaurantes y colegios, tiro al blanco y cerveza nacional, hipódromo y Prensa periódica, catedrales romanas y tranvías modelos.
Cuando llegó el momento, encargó a treinta de los próceres que de madrugada se presentaran armados en la plaza, para consternar e intimidar a los que pudieran oponerse, y de éstos Hermipo enumeró hasta veinte, los más distinguidos, pero el que más parte tuvo y más ayudó a Licurgo en el establecimiento de sus leyes se llamaba Artmíadas.
Y el chambelán le enteró de la misión que traía, y le enumeró los regalos de que era portador para el rey Omar Al-Nemán.
con una disertación interminable en que enumeró todas.

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