Ejemplos con entregó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Belarmino descabalgó su Clavileño y entregó al Padre Alesón un gran volumen, en cuarto mayor, aforrado en pergamino.
La dueña de la hospedería les entregó un papel que la niña había olvidado en la habitación.
Cuando mi padre se entregó al delirio poético amatorio en presencia de la duquesa, yo, presa del terror, abatí la cabeza y pensé: La señora nos suelta los perros y salimos de estampía.
Verificadas las elecciones, y mientras se verificaban, se habló mucho de palizas, de urnas suplantadas, de electores presos, de muertos que votaban, y aun de algunos vivos que por votar murieron, de casas que ardían, y de otros recursos tan usuales y lícitos como éstos, empleados en beneficio de la candidatura de don Simón, pero lo cierto es que a éste se le proclamó diputado electo por el distrito, y se le entregó un acta que así lo declaraba, limpia como el oro.
Lucía estaba sola con ella, y sosteníale la cabeza para toser, a tiempo que, doblando de pronto el cuello, la tísica entregó el alma.
Pocos días antes del fijado para la vuelta de Perico, recibió Pilar una carta suya, que entregó a Lucía, a fin de que se la leyese.
Lucía, sin levantarse, entregó sus manos a Artegui, que las halló tibias y suaves, y las soltó presto.
Artegui entregó el pedazo de cartulina, y la fondista se deshizo en cortesías y cumplimientos, cual si implorase perdón por aquella fórmula.
El viajero echó mano a su chaleco y entregó un trozo de cartón amarillo.
Doblolo, deslizándolo dentro de un sobre, y sin cerrarlo lo entregó a su amigo.
que yo tenía rencor? ¿Y por qué había de tenerlo? Era yo vicioso, señor alcalde, y por eso me entregó Vd.
Abandonó el trabajo, contentóse con ganar lo suficiente para alimentarse y se entregó a la bebida y al desorden.
Tú fuiste quien les entregó la plata, y es inútil que lo niegues.
Gabriel había encontrado su nueva religión y se entregó por completo a ella, soñando en la regeneración de la humanidad por el estómago.
Y completamente solo, ocultando a la familia su situación, teniendo que sonreir cuando estaba entre su mujer y sus hijas, las cuales le recomendaban que no se esforzase tanto, el pobre se entregó a la más disparatada locura del trabajo.
Con enemigos así no era posible luchar, y el valentón, en la misma noche, entregó las llaves de la barraca a sus amos.
Quiso distraerse con el trabajo, y se entregó con toda su voluntad a la obra que llevaba entre manos: una pocilga levantada en el corral.
Don Acisclo fue, pues, a pedir la carta al cura don Miguel, quien se la entregó sin dificultad, visto que las condiciones se habían cumplido.
¿Qué motivos tengo? Mi padre, sin querer, me lo ha revelado todo en la carta que me entregó D.
Mi padre confió, quizá también por vanidad, toda la historia de sus amores a un antiguo amigo suyo, le entregó papeles que podían obligar y comprometer a D.
Me ha engañado vilmente, porque tampoco creyó tan precavido a mi padre para que me hubiese escrito la carta que me entregó D.
Lee tú misma y entératey entregó la carta a doña Luz.
La vieja criada que administraba el hogar de don Eugenio tuvo que valerse de ungüentos para despoblar de bestias sanguíneas el bosque de cerdas polvorientas que se empinaban sobre el cráneo del muchacho, y concluido el exterminio, el amo lo entregó al brazo secular de los aprendices más antiguos, los cuales, en lo más recóndito del almacén y sin pensar que estaban en enero, con un barreño de agua fría y tres pases de estropajo y jabón blando, dejaron al neófito limpio de mugre de arriba a abajo y con una piel tan frotada que echaba chispas.
¿No me dijiste que tu novia le entregó ocho mil reales? Pues los has perdido también.
Pero, como no hay farsante ni hipócrita que no se venda y descubra a lo mejor, el peligroso pueblo de que se trata entregó al mundo la clave de su falsía, el secreto de su escepticismo, la patente de su carencia de alma y de sensibilidad, aplicando al de la mano o del bolsillo el denigrante apodo de.
En el resto de aquel aciago día, dicho se está que la pobre señora de Rubín se entregó a las mayores extravagancias, pues tal nombre merecen sin duda actos como no querer comer, estar llorando a moco y baba tres horas seguidas, encender la luz cuando aún era día claro, apagarla después que fue noche por gusto de la oscuridad, y decir mil disparates en alta voz, lo mismo que si delirara.
El pobrecito quería engañarse a sí mismo, haciéndose el valiente, mas al fin se entregó.
En cuanto el lotero me lo entregó, sentí la corazonada.
Aquel gran filósofo no se entregó a la desesperación.
Entregó su cuerpo y su alma a los sayones, que esgrimieron horribles hojas de papel sellado, mientras la víctima, elevando los ojos al cielo, decía para sí con cristiana mansedumbre:.

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