Ejemplos con entrecejo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después fruncía el entrecejo al ver el revólver abandonado sobre la mesa.
¿Convertirme? ¡Qué proyectil!Belarmino juntó en un racimo las yemas de la diestra mano, se las llevó al entrecejo y silabeó confidencialmente:¡El Inteleto!Y luego, cambiando de tono:Algo me he ayudado con un libro de los Padres.
Pero, al revés que en su marido, su entrecejo se había ido frunciendo, y todo su semblante agriando, a medida que la suerte fué favoreciéndolos.
Frunció el entrecejo el marido al oír aquella interjección espontánea en boca de su mujer, y dijo a ésta severamente:.
Artegui la miró, y con mudo asombro frunció el entrecejo sin replicar.
Diciendo esto, introdujo la diestra en el bolsillo de su americana, y sacó unos papeles grasientos y verdosos, cuya vista despejó al punto el perruno entrecejo del empleado, que al recibir el billete bajó dos o tres tonos el diapasón de su bronca voz.
El doctor recordaba los principales detalles de su vida, que muchas veces había contado el de sobremesa en casa de Sánchez Morueta, con su sencillez de hombre franco y comedido al mismo tiempo, sin parar atención en el entrecejo de la señora que temía a cada instante extralimitaciones en el relato.
El músico miró amorosamente el busto de yeso que desde una rinconera contemplaba el cuartucho con entrecejo de león y ojos huraños de sordo.
Sus ojos pequeños y penetrantes miraban a todos lados con la esperanza de encontrar un descuido, algo que contraviniese las reglas establecidas, para estallar en gritos y amenazas que diesen salida al mal humor y a la ira reconcentrada que fruncían su entrecejo.
Su padre, contento de haber librado su cosecha, limitóse a mirarla varias veces con el entrecejo fruncido.
Y con la carta en la mano entróse en el , arrugando el entrecejo, la boca fruncida y torvos los claros ojitos A la luz de la gran lámpara sostenida por el negro de ébano tomó a registrar la carta por todos lados, era el sobre de rico papel muy recio, no tenía timbre, sello ni inicial alguna, y venía ligeramente pegado con la misma goma de los bordes.
Arrojó al fin los periódicos y agitándose furioso un instante, y apretando los puños llenos de rabia, quedóse largo tiempo pensativo, hundido en la poltrona en que se hallaba sentado, contraída la boca, frunciendo el entrecejo, fijos los ojos en el fuego de la chimenea, cuyas movibles llamas prestaban a su rostro un resplandor rojizo.
Y siguiendo su costumbre en los días negros, cuando alguna inquietud fruncía su entrecejo, se fué a la taberna, buscando los consuelos que guardaba en su famosa bota del rincón.
¿Qué mandaba usted?me dijo frunciendo el entrecejo.
Y Tónica le escuchaba con la mirada fija, el entrecejo fruncido, los labios apretados, como si dentro de su cabecita se agitase una idea tenaz, mientras Micaela abría sus muertos ojazos con la expresión de una niña que oye un cuento de hadas.
Los pedacitos de leche cuajada desaparecieron bajo los labios fruncidos, y se le armó en el entrecejo como una densa nube.
Vio en aquel entrecejo la línea corta y sin curvas, la barra de acero trujillesca, y la pobre niña sintió miedo, ¡ay qué miedo! Bien conoció que su madre se había de poner como una leona, si ella se salía con la inocentada de querer más o menos.
Aquellos plieguecitos de la nariz cuando se ríe aquel entrecejo.
Maximiliano contemplaba como un bobo aquellos ojos, aquel entrecejo incomparable y aquella nariz perfecta, y habría dado algo de mucho precio porque ella se hubiese dignado mirarle de otra manera que como se mira a los bichos raros.
Algunos días le pasaba por bajo del entrecejo la observación aquella de otros tiempos: ¡Si me viera ahora!.
Cráneo y entrecejo eran un timo frenopático.
No era ella muy fuerte en disimular, y otro menos alucinado que Rubín habría conocido que el lindísimo entrecejo ocultaba algo.
Digan lo que quieran, lo mejor que tengo es el entrecejo Hasta cuando me enfado es bonito ¿A ver cómo me pongo cuando me enfado? Así, así ¡Ah, llaman!.
Eso segúndijo ella plegando su entrecejo.
Y al decirlo, miraba al recién llegado al través de sus erizadas y salvajinas cejas, como el veterano al inexperto recluta, sintiendo allá en su interior profundo desdén hacia el curita barbilindo, con cara de niña, donde sólo era sacerdotal la severidad del rubio entrecejo y la compostura ascética de las facciones.
El pobre Julián, con los ojos fijos en el plato, el rubio entrecejo un tanto fruncido, pasaba las de Caín.
Como Julián arrugase el entrecejo, añadió:.
Sus facciones se serenaron un tanto, sin recobrar su habitual compostura y apacibilidad encantadora: persistía la arruga en el entrecejo, el extravío en el mirar.
En dos o tres funciones a que asistió, figurósele que los curas le hablaban con acento hostil, que el arcipreste le examinaba frunciendo el entrecejo, y que únicamente don Eugenio le manifestaba la acostumbrada cordialidad.
El cura de Boán fruncía el cano entrecejo.

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