Ejemplos con entendiesen

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡No eran casados! ¡Y ella escribía novelas que espantaban por su audacia a las gentes de bien! La curiosidad femenil quiso conocerlas, pero en Mallorca sólo recibía libros don Horacio Febrer, el abuelo de Jaime, y los pequeños volúmenes de propiedad de aquél corrieron de mano en mano sin que los lectores los entendiesen.
Su pensamiento no estaba mudo, y bastaría para que él y la difunta se entendiesen.
Como si los pulpos entendiesen sus quejas, se habían dejado caer en el fondo arenoso, flácidos, inertes, respirando por sus embudos.
Ansiaba que los dos hombres se entendiesen, terminando una lucha en la que ella era la única víctima.
¡Las lágrimas que le costaba! Había suplicado que él y su padre se entendiesen, y cuando al fin Dios quería favorecerla con un milagro, Julio se alejaba al encuentro de la muerte.
A lo mejor, digo algo que por casualidad me resulta gracioso, algo que en España pasaría por un golpe de ingenio, y las buenas señoras permanecen insensibles, como si no me entendiesen.
El coloquio vascuence en que desarrollaron su plan y los procedimientos más seguros para ponerlo en ejecución duró apenas un cuarto de hora, y bajaban tanto la voz que apenas se oían, temerosos de que la mula y las vacas, únicos testigos de la terrible conferencia, la entendiesen y renegasen de tal villanía, como honrados animales.
¡Ojalá que como tú me entiendes, me entendiesen aquellos por quien lo digo! que no sé qué tengo de buen natural, que me pesa infinito cuando veo que un caballero se hace chocarrero y se precia que sabe jugar los cubiletes y las agallas, y que no hay quien como él sepa bailar la chacona: un caballero conozco yo que se alababa que a ruegos de un sacristan habia cortado de papel treinta y dos flores para poner en un monumento sobre paños negros, y destas cortaduras hizo tanto caudal, que así llevaba a sus amigos a verlas, como si los llevara a ver las banderas y despojos de enemigos, que sobre la sepultura de sus padres y abuelos estaban puestas.
Dos años o poco mas duró en esta enfermedad, porque un religioso de la órden de San Jerónimo, que tenia gracia y ciencia particular en hacer que los mudos entendiesen y en cierta manera hablasen, y en curar locos, tomó a su cargo de curar a Vidriera, movido de caridad, y le curó y sanó, y volvió a su primer juicio, entendimiento y discurso, y así como le vió sano, le vistió como a letrado, y le hizo volver a la corte, adonde con dar tantas muestras de cuerdo, como las habia dado de loco, podia usar su oficio, y hacerse famoso por él.
Por su parte, Hassan Badreddin El-Bassrauí, dejando que se las entendiesen el efrit y el jorobado, atravesó los aposentos particulares y entró en la cámara nupcial, yendo a sentarse en el testero.
Su voz, alterada por la pasión, penetraba en los corazones, aunque sus palabras no se entendiesen.
las artes, y las cosas se entendiesen,.
Al llegar este momento de su sermón, el predicador, para que se entendiesen mejor sus imágenes, asió un crucifijo y comenzó a esgrimirle como si fuera una espada, tirándose a fondo, marcando paradas, sin olvidarse de romper y marchar, lo mismo que haría un maestro de esgrima para explicar un golpe difícil.
Su pensamiento no estaba mudo, y bastaría para que él y la difunta se entendiesen.
Y yo, como no traigo propósito de canonizarme por bien entendida, sino por buena desengañadora, es lo cierto que, ni en lo hablado, ni en lo que hablaré, he buscado razones retóricas, ni cultas, porque, de más de ser un lenguaje que con el extremo posible aborrezco, querría que me entendiesen todos, el culto y el lego, porque como todos están ya declarados por enemigos de las mujeres, contra todos he publicado la guerra.
El coloquio vascuence en que desarrollaron su plan y los procedimientos más seguros para ponerlo en ejecución duró apenas un cuarto de hora, y bajaban tanto la voz que apenas se oían, temerosos de que la mula y las vacas, únicos testigos de la terrible conferencia, la entendiesen y renegasen de tal villanía, como honrados animales.
Cuando ya Antígono se acercaba con su ejército, que era de veinte mil infantes macedonios y de mil cuatrocientos caballos, fue Arato con los principales por la parte de mar a recibirle a Pegas, sin que lo entendiesen los enemigos, no teniendo, sin embargo, gran confianza en Antígono ni en los Macedonios, porque traía a la memoria que sus aumentos le habían venido de los males que a éstos había hecho y que sus primeros pasos en el gobierno habían tenido por principal base la enemistad contra Antígono el Mayor.
Tomado Argos, se reunieron a Cleómenes inmediatamente Cleonas y Fliunte, y hallándose por suerte a este tiempo Arato en Corinto, ocupado en la averiguación de los que se decía laconizaban o eran partidarios de los Lacedemonios, le llegó la noticia de estos sucesos, la que le causó gran sorpresa, y teniendo observado que la ciudad se inclinaba a Cleómenes, como por otra parte los Aqueos quisiesen también retirarse, convocó sí a junta a los ciudadanos, pero escabulléndose, sin que lo entendiesen, marchó a la puerta, y montando allí en un caballo que le trajeron, huyó a Sicione.
La prosperidad hincha y ensoberbece aun a los de ánimo más pequeño: tanto, que al verlos en medio de sus faustos sucesos parece que realmente están dotados de grandeza y gravedad, pero el hombre verdaderamente magnánimo y fuerte donde se ve y resplandece principalmente es en la adversidad y en los reveses, como Eumenes, porque vencido de Antígono por una traición en Orcinios de Capadocia, y siendo de éste perseguido, no dio lugar a que el traidor se refugiara entre los enemigos, sino que, echándole mano, le ahorcó, huyendo luego por el camino opuesto de los que le perseguían, lo torció, sin que éstos lo entendiesen, y dando un rodeo, llegado que fue al sitio donde se dio la batalla, acampó en él, recogió los cadáveres y con las puertas de las casas de las aldeas vecinas, que hizo traer, quemó con separación a los caudillos y con separación a las tropas, y habiéndoles hecho sus cementerios se retiró: de manera que, habiendo ido después allá Antígono, no pudo menos de maravillarse de su arrojo y su serenidad.
Hecha, pues, esta acometida a un tiempo por todas partes, y volviendo la espalda en precipitada fuga las tropas de Hícetes, el que se tomara la ciudad con el alcázar, quedando todo prontamente sujeto con la fuga de los enemigos, justo es que se atribuya al valor de los combatientes y a la pericia del general: pero el que no muriera, ni aun siquiera fuese herido, ninguno de los Corintios, obra fue precisamente de la fortuna de Timoleón, como si ésta contendiera con su virtud, para que los que lo entendiesen admiraran más su dicha que sus loables prendas, pues la fama no solamente corrió al punto por toda la Sicilia y por toda la Italia, sino que en breves días se difundió el eco de este admirable triunfo por la Grecia, de manera que cuando en Corinto se dudaba si la armada había aportado, a un tiempo recibieron la noticia del arribo y de la victoria, ¡tan prósperamente corrieron los sucesos y tanto se complació la Fortuna en añadirla presteza a la brillantez de aquellas hazañas!.
Mientras estaban gustando de ella, no sé qué hombrecillos, menores que los que vemos entre nosotros de mediana estatura, se fueron llegando a los Nasamones, y asiéndoles de las manos, por más que no se entendiesen en su idioma mutuamente, los condujeron por dilatados pantanos, y al fin de ellos a una ciudad cuyos habitantes, negros de color, eran todos del tamaño de los conductores, y en la que vieron un gran río que la atravesaba de Poniente a Levante, y en el cual aparecían cocodrilos.
Esta istoria introduxeron los poetas porque d'ella, que en parte es fabulosa, pudiesen mostrar e sacar los especulativos material exemplo, por el cual entendiesen que el nuestro cuerpo, cuando se da a deleites sin embargo del spíritu, se falla así como en región o tierra desierta a su guisa, ençenagándose en las sensuales cosas.

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