Ejemplos con enseñaste

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otras canciones destacadas son: Se nos muere el amor, Ella y él, Me enseñaste y Aún te amo.
—¡Madre! —murmuró por fin el tigre con profunda ternura—. Tú sola supiste, entre todos los hombres, los sagrados derechos a la vida de todos los seres del Universo, Tú sola comprendiste que el hombre y el tigre se diferencian únicamente por el corazón. Y tú me enseñaste a amar, a comprender, a perdonar. ¡Madre!, estoy seguro de que me oyes. Soy tu hijo siempre, a pesar de lo que pase en adelante pero de ti sólo. ¡Adiós, madre mía!
Tú me enseñaste a sentir así, a querer paz.
Tú a sentir me enseñaste, tú el divino.
Y las esposas de los emires y de los mercaderes ricos contestaron: ¡El nombre de Alah sobre ti y a tu alrededor! Pero ¡oh madre de Grano-de-Belleza! ¿Cómo es que nunca hasta hoy nos enseñaste a tu hijo?.
Entonces comenzaréis a decir delante de ti, hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Entonces, comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Entonces comenzaréis a decir: delante de ti hemos comido bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
-Sí -respondió Fernando, profundamente conmovido-, ese niño era yo, y ese labrador eras tú, buen padre, tú que me rodeaste de cuidados y de cariño, que buscaste una esposa para darme una madre, que me enseñaste el amor al trabajo, el horror del vicio y la excelencia de la virtud, y no bastando a tu bondad tantos beneficios vas a darme esta bella y noble compañera.
Pero tú me enseñaste, ¡oh, mi venerado maestro!, tú me enseñaste a amar la verdad.
Y el rey Schahriar dijo: ¡Verdaderamente, ¡oh Schehrazada! me enseñaste muchas cosas que ignoraba yo! Porque hasta ahora no supe bien lo que sucede debajo de las aguas.
-¿Es aquel retrato tan hermoso que me enseñaste un día?.
«Bien sabes tú, señor, que yo no soy parlera, y ya el otro día me enseñaste la fe que había de guardar y lo que había de callar, así, que ahora tú no verás que yo mude de la constancia y firmeza de mi ánimo, solamente te ruego que mandes otra vez al viento que haga su oficio y que sirva en lo que le mandare, y en lugar de tu vista, pues me la niegas, al menos consiente que yo goce de la vista de mis hermanas: esto, señor, te suplico por estos tus cabellos lindos y olorosos, y por este tu rostro, semejante al mío, y por el amor que te tengo, aunque no te conozco de vista: así conozca yo tu cara en este niño que traigo en el vientre: que tú, señor, concedas a mis ruegos, haciendo que yo goce de ver y hablar a mis hermanas, y de aquí adelante no curaré más de querer conocer tu cara, y no me curo que las tinieblas de la noche me quiten tu vista, pues yo tengo a ti, que eres mi lumbre.
¿No le enseñaste, mamá, la carta de Ricaldoni?.

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