Ejemplos con enseñándoles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar de los intentos de conseguir que los niños pierdan el interés en Chinpokomon enseñándoles otros anuncios de juguetes, éstos no surten efecto.
La madre de Kitiara cayo enferma debido a haberle sido negado el desarrollo de la magia que poseía y solía pasarse la vida en su cama, viviendo en otro mundo, por lo cual Kitiara se ocupó de atender a los pequeños, Caramon y Raistlin, enseñándoles técnicas guerreras y a luchar con la espada, tal y como le enseño su padre.
Adun creía que podría convencer a los Rogues de la verdad del Khala enseñándoles a manipular sus propios poderes psiónicos latentes.
Al poco tiempo de estar Poussepin en Sainville se le unen un reducido número de jóvenes, que no disponian de medios de subsistencia, ella las ayuda enseñándoles a convivir cristianamente con los más respetados principios y a hacer de su vida un servicio para aquel que lo necesite, como hizo Jesucristo al morir en la cruz.
El problema es que Polastri estafo y engaño a varios equipos enseñándoles la misma rutina.
Es más bien una antagonista, dedicada a sus flores, comparte tiempo con sus hijos enseñándoles a cuidarlas, cabello negro, ojos cafes.
Mientras el equipo observa que todos se divierten, concluye que esto se debió a Merrin, quién entrego al resto de los Orbanians sus nanocitos, enseñándoles de esa forma sobre el significado de la diversión.
En un principio su finalidad era formar a las futuras dueñas de casa de la clase alta del país, enseñándoles economía doméstica y prácticas para la época.
Vivió mucho tiempo con la tribu, enseñándoles a cultivar la tierra y cuando al fin se fue, dicen los Yukpa que se empequeñeció a tal grado que la tierra se lo tragó y ocurrió entonces el primer temblor.
Parsel: Maestro de la academia, se ocupaba de los alumnos más jóvenes enseñándoles el uso de la espada, al ver la gran capacidad de Nihal, decide hacer un poco de caso omiso a Raven e instruir por su cuenta a su capacitada alunma.
Entretenles enseñándoles las vistas de batallas.
Nosotros, mirando por el partido y por nuestras posiciones legítimamente ganadas, quisimos imbuir en la Isabel los buenos principios, enseñándole el sistema que tan excelentes frutos da en Inglaterra, pero no nos dejaban los muy perros: noche y día rodeaban a las niñas pasmarotes del bando cristino, vigilándolas sin cesar, dándoles lecciones de despotismo, enseñándoles el desprecio del Progreso, y pintándonos a todos como gente sin educación, mal vestida y que no sabe ponerse la corbata, ni comer con finura, ni andar entre personas elegantes.
Mongat era en primer término hablar con este de las cosas de la guerra, y en segundo término divertir a los chicos con toda clase de juegos, enseñándoles el ejercicio y representando con ellos detrás de un cofre las escenas del ataque, defensa y conquista de una trinchera.
Jacinto, fraile dominico, que pasaba por muy docto en el lugar, y que les sirvió de ayo, enseñándoles las primeras letras y el latín.
Y Domiciana, que jugar solía con la ansiedad de las personas que más amaba, enseñándoles el bien que pedían y guardándolo después, dio estos puntazos, con dedo muy duro, en el dolorido corazón de su amiga: «No se te puede favorecer todos los días.
Habíamos admirado después la sabiduría y la templanza con que el virtuoso HERNANDO DE TALAVERA, primer Arzobispo de Granada, y el egregio CONDE DE TENDILLA, su primer Capitán General, pusieron en práctica el pensamiento de la gran ISABEL, procurando atraerse a los moros con afabilidad, reprimiendo las liviandades y las rapiñas de los aventureros advenedizos mezclados con los conquistadores, ejerciendo las obras de misericordia de la sublime Doctrina cristiana con los enfermos, huérfanos y menesterosos de la población infiel, haciendo que el clero aprendiese el árabe, en lugar de prohibir a los moros el hablar su lengua, y enseñándoles a éstos el castellano, al par que los socorrían y consolaban en sus desdichas, todo lo cual dio naturalmente por fruto que los musulmanes llegaran pronto a hacer una cariñosa confusión de ambas religiones, a querer entrañablemente al CONDE DE TENDILLA y al Prelado TALAVERA, a permitir que éste bendijese sus mezquitas y a llamarle el Gran Alfaquí, el Santo entre los Santos.
Melampo fue, en una palabra, quien dio a los griegos razón del Phalo que se lleva en la procesión de Dioniso, y el que les enseñó el uso que de él hacen, y aunque como sabio supo apropiarse el arte de la adivinación, de discípulo de los egipcios pasó a maestro de los griegos, enseñándoles entre otras cosas los misterios y culto de Dioniso, haciendo en él una pequeña mutación.
Ya se sintió confortado el muchacho con la presencia de sus pequeños amigos, y les contó en voz baja su inquietud, su temor, enseñándoles al hombre del facón que se venía acercando.
Celébranse las fiestas escoforias por institución de Teseo, con ocasión de que no llevó consigo todas las doncellas sorteadas, sino que, de entre los jóvenes sus amigos, a dos demasiado tiernos y de aspecto femenil, aunque por otra parte de ánimos valientes y arrojados, con baños calientes, con la vida casera, y con los adobos y afeites de que usan las mujeres en cuanto al cabello, la delgadez del cuerpo y el color, les hizo tomar otra forma, y enseñándoles también a tomar la voz, el aire y el andar de las mujeres, sin que nada contrario se descubriese, los agregó al número de las doncellas, no habiéndolo advertido nadie.
En el decir era resuelto y sabía dejar parados a los que le contradecían, así, a los de Argos, que disputaban sobre el amojonamiento de su territorio y parecían tener razones más justas que los Lacedemonios, enseñándoles la espada: “El que manda con ésta- les respondió- es el que alega mejor derecho sobre los mojones de su término”.
Eran muchas las minas de plata que tenía, posesiones de gran precio en sí y por las muchas manos que las cultivaban, a pesar de eso, todo era nada en comparación del valor de sus esclavos: ¡tantos y tales eran los que tenía! Lectores, amanuenses, plateros, administradores y mayordomos, y él era como el ayo de los que algo aprendían, cuidando de ellos y enseñándoles, porque llevaba la regla de que al amo era a quien le estaba mejor la vigilancia sobre los esclavos, como órganos animados del gobierno de la casa.
Venir en calidad de primo a sentarse todos los días a una buena mesa, desarrugar la frente amarilla y arrugada del viejo procurador, desplumar algo a los jóvenes pasantes enseñándoles la baceta, el passedix y el lansquenete en sus jugadas más finas, y ganándoles a manera de honorarios por la lección que les daba en una hora sus ahorros de un mes, todo esto hacía sonreír enormemente a Porthos.
Usted empieza la campaña civilizadora por el fin, mi querido Guisando, porque quiere enseñar a los españoles cómo se come, yo la empiezo por el principio, enseñándoles a buscar lo que han de comer.
lactancia, enseñándoles que, cuando crezcan, va a extraviarlos en el centro.
Felicidad rodeada de tantos niños y ella, como campesina entre la creciente milpa, cantándoles, enseñándoles, amándoles.
Aquellos seres de Kátor mostraban tantas cuali-dades, que él no quería desaprovechar la opor-tunidad de fortalecerlos para que, ya con sus propios recursos, enseñándoles a construir sus propias naves e invenciones, pudieran exten-derse a todos los sistemas planetarios y con-quistarlos para transformar las colectividades egoístas que solían existir aún en aquellas épo-cas en los espacios retrógrados del universo.
Lo que sí es cierto, habían aprendido, desde chicos, a nunca quedar ociosos, y trataban de que sus hijos hicieran lo mismo, enseñándoles a hacer uso constante de sus diez dedos.
Y tuvo Sebastián que mandarse mudar del rinconcito donde, durante algunos años, había dejado deslizarse su vida de suave holgazanería, únicamente ocupado en criar a su vez, toda una nidada de gauchitos, enseñándoles lo que él mismo sabía: jinetear, enlazar, carnear, esquilar, y cuidar la hacienda paterna de tal modo que aumentase a la vez por los medios lícitos que proporciona la naturaleza y por los ilícitos que, a escondidas, facilita la Fortuna.
Entretenles enseñándoles las vistas de batallas.
El artesano puede recibir diaria o semanalmente el producto de su trabajo, y aunque tenga un número considerable de hijos, todos hallan facilidad de establecerlos, enseñándoles bien su oficio.

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