Ejemplos con engreído

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Kazahaya no soporta a Rikuo, le encuentra chulo, engreído y estúpido.
Siempre se está riendo de modo engreído y siniestro.
Es el típico engreído que se cree irresistible a sus alumnas.
En el bando realista, Monteverde, engreído por su éxito, se niega a entregar el poder al general Fernando Mijares, llegado a Puerto Cabello desde Puerto Rico y nombrado Capitán General por la Regencia.
Quatermass sigue como en El experimento del doctor Quatermass, engreído y a ratos maleducado, rezumando superioridad intelectual.
° Deberá estar muy engreído de su posición, y aunque no esté de servicio jamás debe reunirse con malas compañías, ni entregarse a diversión es impropias de la gravedad que debe caracterizar al Cuerpo.
Cabano nació en una familia de dinero, y su educación le ha llevado a ser manipulador y engreído.
Steve Prefontaine es engreído, carismático y duro.
Además de aliarse con el engreído equipo Go-on Wings con sus compañeros Toripter, Jetoras y su mentor Jum-bowhale, y los Engine Primitivos.
También es bastante engreído, y a veces se menciona a él mismo como el guapo de los Animorphs.
Docto y pedantuelo, algo engreído con los sobresalientes de su carrera y acostumbrado a hacerse oír en casa como un oráculo, asombrábase de que fuera de ella no le rindieran tributos de admiración, y esto le producía tal cortedad, que muchos le tenían por tonto.
El primero: un pavo vanidoso, engreído con su fama, pagado de su saber, de su crédito y de su dinero, atascado en el pantano de su prosopopeya jurídica, el segundo: larguirucho, cetrino, amojamado, con aspecto de sacristán, célibe por egoismo, alardeando a todas horas de timorato y concienzudo, discreto y medido, paciente y culto.
Don Quintín salió a la calle tan engreído y hueco como mujer fea a quien por casualidad chicolean en paseo.
Del mismo Numa se refiere haberse engreído tanto con su esperanza en estas cosas divinas, que, avisándole en cierta ocasión que cargaban los enemigos, se echó a reír y dijo: “pues yo sacrifico”.
Es el primer día que trabaja a jornal, y está algo engreído, porque un real diario parece poca cosa, pero al cabo de la semana son ¡seis reales!, y la madre le ha dicho que los espera, que le hacen mucha falta.
El anciano rey no estaba engreído de su ciencia.
es decir, de su asociado? -En los tres casos diríase que el engreído cuadrúpedo procede por cuenta propia.
El generoso Almanzor, como si conociese el valor de su carga, parece que había doblado sus fuerzas y corría orgulloso y engreído, dando de cuando en cuando gozosos relinchos.
»Ocurrían a la sazón graves desavenencias entre el MARQUÉS DE LOS VÉLEZ, orgulloso y engreído en demasía, y D.
Los geniecitos, después de reírse mucho con Manuelito de lo que acababan de hacer, regalaron al muchacho un cuchillito pequeño, lindísimo para señalar corderos, y lo dejaron cuidar su majada, después de asegurarle que con esa arma no debía tenerle miedo a nadie y menos al hombre del facón, que, al fin y al cabo, no era más que un cobarde y un tonto, engreído por haber peleado siempre con gente floja o débil.
En adelante no estuvo ya libre de incurrir en lo que acontece a muchos, o por mejor decir, fuera de muy pocos, a todos los que con grande y extraordinaria prosperidad son ensalzados en poder y fausto, porque, engreído con los sucesos, con ánimo altanero cambió la popularidad en un modo de reinar molesto y enojoso hasta por el ornato con que se transformó, pues empezó a vestir una túnica sobresaliente, adornó con púrpura la toga, y despachaba los negocios públicos reclinado bajo dosel.
Efectivamente: engreído Pericles, entonces por la primera vez decretó que en las Fiestas Panateneas hubiese certamen de música, y elegido por director del certamen, él mismo señaló qué era lo que los contendientes habían de tañer con la flauta, lo que habían de cantar o tocar en la cítara, porque en el Odeón se dieron entonces y después los certámenes y espectáculos de música.
Dícese haberle anunciado el agorero que los Dioses le pronosticaban hechos y sucesos muy superiores a toda esperanza, con lo que partió sumamente engreído.
Los ancianos y gran número de las mujeres fueron espectadores de las proezas de Acrótato, así, cuando después volvía por medio de la ciudad a tomar su formación, bañado en sangre, pero ufano y engreído en la victoria, todavía les pareció más alto y más bello a las Espartanas, que miraban con celos el amor de Quilónide, algunos de los ancianos le seguían gritando: “¡Bravo, Acrótato!, sigue en tus amores con Quilónide, sólo con que des excelentes hijos a Esparta”.
A los cartagineses, que se mostraban inclinados a la paz, estando dispuestos a contribuir con dinero y despachar la escuadra, si se ajustaba la alianza, les respondió, codiciando todavía más, que no había amistad y alianza para ellos si no dejaban toda la Sicilia y ponían el Mar Líbico por término respecto de los Griegos, engreído por ello con la prosperidad y curso favorable de sus negocios, y llevando adelante las esperanzas con que se embarcó desde el principio, puesto principalmente en el África su deseo.
“Porque después del destierro de Temístocles- dice-, estando el pueblo lleno de orgullo, se levantó un tropel de calumniadores que, persiguiendo a los hombres de más probidad y poder, los expusieron a la envidia y encono de la muchedumbre, a la que habían engreído, como se deja dicho, los buenos sucesos y la extensión de su imperio, y que entre éstos hicieron condenar a Aristides por soborno, acusándole Dioranto, de la tribu Anfítrope, de haber recibido presentes de los Jonios cuando tuvo el encargo de repartir las contribuciones, y como no tuviese con qué pagar la multa, que era de cincuenta minas, se retiró por mar a la Jonia, y allí murió”.
Además de esto, engreído el pueblo con la victoria, y creído de que de todo era por sí capaz, no podía aguantar a los que tenían un nombre y una fama que oscurecían a los demás.
Especialmente Mamerco, muy ufano con que componía poemas y tragedias, y engreído con haber vencido a los estipendiarios, al hacer a los Dioses la consagración de los escudos, había puesto por inscripción un dístico elegíaco muy afrentoso, de este tenor: Estas rodelas que relumbran tanto con púrpura, marfil, electro y oro, con escudos de a palmo las tomamos.
Y aunque acaso se tendrá por menos difícil tener a raya una ciudad humillada y hacerla obedecer por necesidad al que sobresale en prudencia que poner freno a la insolencia y temeridad de un pueblo engreído e hinchado con su prosperidad, que es como Pericles principalmente dominó a los Atenienses, con todo, el tamaño y muchedumbre de las desgracias que entonces acontecieron a los Romanos hicieron ver que era hombre del más firme juicio y de la mayor constancia el que no vaciló ni se apartó un punto de su propósito.
Nada de esto intimidó al cónsul Flaminio, que, sobre ser por naturaleza alentado y ambicioso, estaba engreído con sucesos muy afortunados que antes, contra toda probabilidad, había tenido, pues que, a pesar del dictamen del Senado y de la resistencia de su colega, dio batalla a los Galos y los venció.

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