Ejemplos con engañaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su padre, al enterarse que su esposa le engañaba, la mató y posteriormente se suicidó.
Señor de Garelle se separó de su esposa que le engañaba descaradamente con señor de Chantever.
A lo largo de su carrera, ha participado en éxitos como Iorana, Loca Piel, Los Treinta, donde interpretó a Diana, esposa del personaje que cubría el actor Francisco Melo, quien la engañaba con una amiga.
El video muestra a Lily vengándose de su ex-novio que la engañaba.
Después descubre en su agenda que la engañaba con más de una, y decide en venganza acostarse con todo bicho viviente, para más tarde darse cuenta de que es mujer de un solo hombre.
Cuando descubrió que Olaf le engañaba con la posadera, le convirtió en un troll y acabó encerrado en una bola de cristal.
Sin saber como recuperar su tamaño, y totalmente desorientado, estuvo dos días dando vueltas por el helitransporte, durante los cuales aprendió los rudimentos básicos del manejo del traje y vio, entre otras cosas, como Eric mentía a Veronica y le decía que la engañaba con otra.
Mientras Osborne aspiraba a hacer una carrera en el teatro, Lane era más práctica y realista, sin tomarse en serio las ambiciones de Osborne mientras que lo engañaba con un dentista local.
Luego de que a Homer le digan varias veces de forma indirecta que su esposa lo engañaba, se enoja muchísimo y decide leer el libro.
¿Por qué no ir? Tal vez se engañaba, y la entrevista fuese interesante.
Murió agarrado a mis manos, jurando que me amaba y que se había matado por mí Una escena penosa, horrible Y sin embargo, estoy segura de que se engañaba a sí mismo, de que no me amaba.
¡Cómo me adulaba el espíritu tentador a fin de hacerme caer! ¡Cuán astutamente me engañaba! ¡Cuán ciega confianza fue la mía al principio! Así como hábil jardinero, si descubre entre malezas una planta nobilísima, la lleva a su jardín y la cultiva con afán para que todo vicio contraído entre las malezas acabe, y para que, merced a su cuidado prospere la planta y dé al fin lindas y aromáticas flores y sabrosos frutos, así yo, al hallar la bella alma de esta mujer, henchido de fatuidad, me propuse mejorarla, hermosearla más, purificarla de todo defecto y hacerla florecer y fructificar abundosamente en virtudes, conocimientos y perfecciones.
Es más: un alma caritativa le había hecho saber que aquella perdida le engañaba, burlándose de él con los chicos de la Bolsa, y don Antonio mostrábase arrepentido, dispuesto a no proteger más mujeres de tal calaña.
Por eso Juanito no sólo lo decía, sino que parecía como que pensaba, yéndose a pasear solo por aquellos peñascales, y se engañaba a sí mismo diciéndose: ¡qué pensativo estoy!.
—No sé qué te diga, Ricardo, replicó Leonisa, ni qué salida se tome al laberinto donde, como dices, nuestra corta ventura nos tiene puestos: solo sé decir que es menester usar en esto lo que de nuestra condicion no se puede esperar, que es el fingimiento y engaño, y así digo que de tí daré a Halima algunas razones que ántes la entretengan que desesperen: tú de mí podrás decir al cadí lo que para seguridad de mi honor y de su engaño vieres que mas convenga, y pues yo pongo mi honor en tus manos, bien puedes creer dél que le tengo con la entereza y verdad que podia poner en duda tantos caminos como he andado y tantos combates como he sufrido: el hablarnos será fácil, y a mí será de grandísimo gusto el hacello, con presupuesto que jamas me has de tratar cosa que a tu declarada pretension pertenezca, que en la hora que tal hicieres, en la misma me despediré de verte, porque no quiero que pienses que es de tan pocos quilates mi valor, que ha de hacer con él la cautividad lo que la libertad no pudo: como el oro tengo de ser con el favor del cielo, que miéntras mas se acrisola, queda con mas pureza y mas limpio: conténtate con que he dicho que no me dará como solia fastidio tu vista, porque te hago saber, Ricardo, que siempre te tuve por desabrido y arrogante, y que presumias de tí algo mas de lo que debias: confieso tambien que me engañaba, y que podria ser que hacer ahora la esperiencia me pusiese la verdad delante de los ojos el desengaño, y estando desengañada, fuese con ser honesta mas humana: véte con Dios, que temo no nos haya escuchado Halima, la cual entiende algo de la lengua cristiana, o a lo ménos de aquella mezcla de lenguas que se usa, con que todos nos entendemos.
Simueque que me engañaba con su hija la tuerta, y por el Dios contrecho soy de un lado.
En fin, dio cuenta de la burla que Sancho había hecho a su amo, dándole a entender que Dulcinea estaba encantada y transformada en labradora, y cómo la duquesa su mujer había dado a entender a Sancho que él era el que se engañaba, porque verdaderamente estaba encantada Dulcinea, de que no poco se rió y admiró el bachiller, considerando la agudeza y simplicidad de Sancho, como del estremo de la locura de don Quijote.
A esto dijo el ventero que se engañaba, que, puesto caso que en las historias no se escribía, por haberles parecido a los autores dellas que no era menester escrebir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse como eran dineros y camisas limpias, no por eso se había de creer que no los trujeron, y así, tuviese por cierto y averiguado que todos los caballeros andantes, de que tantos libros están llenos y atestados, llevaban bien herradas las bolsas, por lo que pudiese sucederles, y que asimismo llevaban camisas y una arqueta pequeña llena de ungüentos para curar las heridas que recebían, porque no todas veces en los campos y desiertos donde se combatían y salían heridos había quien los curase, si ya no era que tenían algún sabio encantador por amigo, que luego los socorría, trayendo por el aire, en alguna nube, alguna doncella o enano con alguna redoma de agua de tal virtud que, en gustando alguna gota della, luego al punto quedaban sanos de sus llagas y heridas, como si mal alguno hubiesen tenido.
Respondióle el hidalgo que lo mirase bien, que él entendía que se engañaba.
No se admiraban de ver cautivos libres, ni moros cautivos, porque toda la gente de aquella costa está hecha a ver a los unos y a los otros, pero admirábanse de la hermosura de Zoraida, la cual en aquel instante y sazón estaba en su punto, ansí con el cansancio del camino como con la alegría de verse ya en tierra de cristianos, sin sobresalto de perderse, y esto le había sacado al rostro tales colores que, si no es que la afición entonces me engañaba, osaré decir que más hermosa criatura no había en el mundo, a lo menos, que yo la hubiese visto.
No sé nada respondió Sancho, mas, a fe que si yo pudiera hablar tanto como solía, que quizá diera tales razones que vuestra merced viera que se engañaba en lo que dice.

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