Ejemplos con enganchaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Frente a este cuerpo estaba el molino de aceite con su larga almijarra, donde se enganchaba la bestia que daba vueltas al molino para el prensado de la oliva de Temisas.
De origen griego, era una especie de garfio con que se enganchaba a los buques enemigos.
Tras esto, se enganchaba la rueda en un eje que a su vez se clavaba en el suelo, quedando la rueda elevada y en posición horizontal, con el condenado sobre ella.
Como yo era músico tocaba en los boliches y hoteles, y me enganchaba en las jam sessions que había por ahí.
Lo primero que se hacía era escoger un árbol vigoroso y robusto, al cual se le enganchaba una cadena -en el tronco- y a ésta un palo.
Se daba en un cine que estaba enfrente del que daba Luces de Buenos Aires, con Gardel, por lo que se enganchaba a la gente que salía de ver a Carlos.
Ya se iba haciendo célebre por la descarada seducción con que al paso de los novios los enganchaba, así como por la fría displicencia con que los despedía.
Permanecía en la tienda lo menos posible, cuando no estaba en la Bolsa, pasaba las horas en el café, mediando en las riñas de alcistas y bajistas , con expresión de superioridad, enganchaba la e iba con Teresa, muy emperejilada, a pasear su nuevo lujo por la Alameda, entre los brillantes trenes, para que supieran más de cuatro que él también, aunque le estuviera mal el decirlo , era de la aristocracia, de la del dinero, que es la que más vale en estos tiempos, y hasta en su misma casa introducía reformas radicales, pasando la familia con violento salto de la comodidad mediocre a la ostentación aparatosa.
Del centro de la campana bajaba una gruesa cadena negra, en cuyo garfio final se enganchaba un caldero.
Ya se iba haciendo célebre por la descarada seducción con que al paso de los novios los enganchaba, así como por la fría displicencia con que los despedía.
Después de esta observación, y otras por el estilo, Petra se paraba a coger florecillas en los setos, se pinchaba los dedos, se enganchaba el vestido en las zarzas, daba gritos, reía, iba tomando cierta confianza al verse sola con su ama, en medio de los prados, por caminos de mala fama, solitarios, que sabían de ella tantas cosas dignas de ser calladas.

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