Ejemplos con encubría

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ni la irregularidad del vestir encubría, antes bien, patentizaba, la distinción de la persona: cuantas prendas componían su traje eran ricas en su género, inglés el paño, holanda la tela de la camisa, de primera el calzado y guantes.
Y mirándose en el espejo, se arregló con sumo cuidado un rojo ricito que con gran prudencia encubría sobre su frente una manchita de pecas.
No era, con todo, esta pintura lo que daba a los ojos de doña Luz tanto precio a aquel objeto, era lo que la pintura encubría.
En esto, el que tenía Leonela de verse cualificada, no de con sus amores, llegó a tanto que, sin mirar a otra cosa, se iba tras él a suelta rienda, fiada en que su señora la encubría, y aun la advertía del modo que con poco recelo pudiese ponerle en ejecución.
En fin, yo salí de aquella casa y vine a la de aquél donde había dejado la mula, hice que me la ensillase, sin despedirme dél subí en ella, y salí de la ciudad, sin osar, como otro Lot, volver el rostro a miralla, y cuando me vi en el campo solo, y que la escuridad de la noche me encubría y su silencio convidaba a quejarme, sin respeto o miedo de ser escuchado ni conocido, solté la voz y desaté la lengua en tantas maldiciones de Luscinda y de don Fernando, como si con ellas satisficiera el agravio que me habían hecho.
Mirábanle las mozas, y andaban con los ojos buscándole el rostro, que la mala visera le encubría, mas, como se oyeron llamar doncellas, cosa tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fue de manera que don Quijote vino a correrse y a decirles:.
Elvira, tal era su nombre, encubría bajo el finísimo cendal el cándido seno, agitado.
Mucho debía importarle que no le conociesen, cuando bajo semejante disfraz se encubría.
Luego añadió que yo encubría mi condición verdadera, haciéndome el modestito y alojándome en una casa de huéspedes de cuarta clase.
Apareció de repente por entre la arboleda, un indio de gallarda estatura, su semblante era agradable en medio de la tristeza que le encubría con su manto enlutado: su mirada era viva y penetrante, y la dulzura o el furor, se expresaba con igual energía.
Al fin, acompañando a mi madre, hube de pasar aquella tarde a verle, y como estaba cierta que su mal procedía de mis desdenes, procuré, más cariñosa y agradable, darle la salud que le había quitado con ellos, hablando donaires y burlas, que en don Manuel causaban varios efectos, ya de alegría, y ya de tristeza, que yo notaba con más cuidado que antes, si bien lo encubría con cauta disimulación.
Celestina, aquella que tú bien conosciste, aquella que yo tenía por madre, aquella que me regalaua, aquella que me encubría, aquella con quien yo me honrraua entre mis yguales, aquella por quien yo era conoscida en toda la ciudad e arrabales, ya está dando cuenta de sus obras.
Bien ajeno se hallaba, por cierto, el desdichado cautivo de que lejos de Tordehumos y en los montes de su país había un hombre cuyo leal corazón, desechando por un involuntario instinto, la idea de su muerte, sólo pensaba en descorrer el velo que semejante suceso encubría, y para ello trabajaba sin cesar.

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