Ejemplos con encerrado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Has buscado en esta urraca a Diógenes, has creado tu Diógenes, el cínico, el que hablaba con claridad odiosa, y para que nada falte, le has encerrado en su tonel.
Mientras estuve encerrado, nadie me enteró de nada.
Me senté junto a una mesa con unos libros, unos papeles, unas cachimbas, unos lentes, y presidiendo todos aquellos utensilios y accesorios de la faena intelectual, encerrado en un marquito de plata repujada, como relicario, una fotografía de mujer, que me incliné a mirar discretamente.
Pero di, ¿y te parece a ti, que no hay gato encerrado en lo de Artegui y Lucía?.
El Hospital es como una cárcel, y allí encerrado moríame de pena No me mata este mal tan triste, y matábame el no ver las eras, y los viñedos y los castañares.
Encerrado en la alcoba donde murió la santa, se oyen sus pasos, que vienen y que van.
¡Ah, cómo le envidio a usted, Gabriel, que ha corrido mundo y ha oído tan buenas cosas! La otra noche no pude dormir pensando en lo que usted me contó de su vida en París: aquellas tardes de los domingos, tan hermosas, corriendo después de almorzar, unas veces a los conciertos de Lamoreux, otras a los de Colonna, dándose un hartazgo de sublimidad ¡Y yo aquí encerrado, sin otra esperanza que dirigir alguna misita rossiniana en las grandes festividades! Mi único consuelo es leer música, enterarme por la lectura de las grandes obras que tantos tontos oirán en las ciudades dormitando o aburriéndose.
Cuando Gabriel quedó encerrado en el templo, vio un trozo del altar mayor resplandeciente de luces.
Gabriel, encerrado en aquel cuartucho, sin más oyente que el maestro de capilla, olvida la discreción que se había impuesto para conservar su existencia tranquila en la catedral.
Además, su hermano Esteban, rompiendo el mutismo frío en que se había encerrado desde la llegada de su hija, le aconsejaba prudencia.
Y el labriego, insensible a las melosidades gitanas, encerrado en sí mismo, pensativo é incierto, miraba al suelo, miraba a la bestia, se rascaba el cogote, y acababa diciendo con energía de testarudo:.
Estuve encerrado más de doce meses, sufriendo los rigores de una severidad intencionada y cruel.
El espíritu es fuerte y lo sufre todo, pero nuestro cuerpo es débil, y el espíritu que encerrado en él acomete empresas inhumanas, superiores a las fuerzas del cuerpo, acaba por matarle.
A fin de que mi limpia fama esté al abrigo de la maledicencia, me he encerrado en este lugar, me he apartado casi de todo trato humano, he huido de la juventud, mientras he sido joven, siéndolo todavía, como lo soy, no he admitido en mi intimidad sino a viejos de sesenta años como tu padre, el cura y don Acisclo, y nada de esto me ha valido.
Decía su misa diaria, y casi siempre estaba encerrado en el caserón del marqués, que así le llamaban, donde andaba de continuo papeleando, esto es, bregando con libros y papeles, ora escribiendo, ora leyendo cosas que a nadie le importaban por allí.
Sobre el rumor del gentío, que encerrado y oprimido en tan estrecho espacio tenía bramidos de amor tempestuoso, destacábase el agudo chillido de la aterrada gallina, el arrullo del palomo, el trompeteo insolente del gallo, matón de roja montera, agresivo y jactancioso, y el monótono y discordante quejido del triste pato, que, vulgar hasta en su muerte, sólo conseguía atraerse la atención de los compradores pobres.
Doña Lupe le rogó varias veces que fuese a ver a Maximiliano, que continuaba encerrado en su cuarto, y le daban la comida por un tragaluz, no atreviéndose a entrar ni la señora ni Papitos, porque los aullidos que daba el infeliz eran señal de agitación insana y peligrosa.
Lo que sentía era como si su espíritu se asomara al brocal de la cisterna en que estaba encerrado, y desde allí divisara regiones desconocidas.
¡Qué diría la gente! ¡qué las amigas, ante quienes doña Lupe oficiaba como guardadora de la moralidad y de los buenos principios! Cierto que para el mundo la situación que crearía la maternidad de la de Rubín sería una situación legal, toda vez que Maxi, enfermo y encerrado quizá para entonces en un manicomio, no había de llamarse a engaño, pero en este caso, la afrenta sería mayor por añadirse a ella la mentira.
El marido continuaba encerrado en su prudencia, mas no por eso se enfadaba Jacinta.
No quiero yo decir, ni me pasa por pensamiento, que es tan buen estado el de caballero andante como el del encerrado religioso, sólo quiero inferir, por lo que yo padezco, que, sin duda, es más trabajoso y más aporreado, y más hambriento y sediento, miserable, roto y piojoso, porque no hay duda sino que los caballeros andantes pasados pasaron mucha malaventura en el discurso de su vida.
Y fue esta negación añadir llama a llama y deseo a deseo, porque, aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner a las plumas, las cuales, con más libertad que las lenguas, suelen dar a entender a quien quieren lo que en el alma está encerrado, que muchas veces la presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida.
No se hubo bien encerrado, cuando la huéspeda arremetió al barbero, y, asiéndole de la barba, dijo:.
Con esto entretenía la vida, encerrado en una prisión o casa que los turcos llaman baño, donde encierran los cautivos cristianos, así los que son del rey como de algunos particulares, y los que llaman del almacén, que es como decir cautivos del concejo, que sirven a la ciudad en las obras públicas que hace y en otros oficios, y estos tales cautivos tienen muy dificultosa su libertad, que, como son del común y no tienen amo particular, no hay con quien tratar su rescate, aunque le tengan.
De mí sé decir que, después que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos, y, aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula, como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adonde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra.
La segunda vino en un carro de bueyes, metido y encerrado en una jaula, adonde él se daba a entender que estaba encantado, y venía tal el triste, que no le conociera la madre que le parió: flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones del celebro, que, para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que no me dejaran mentir.
Contra ese corte sé yo otro respondió Sancho, que no le va en zaga: cogeré yo un garrote, y, antes que vuestra merced llegue a despertarme la cólera, haré yo dormir a garrotazos de tal suerte la suya, que no despierte si no fuere en el otro mundo, en el cual se sabe que no soy yo hombre que me dejo manosear el rostro de nadie, y cada uno mire por el virote, aunque lo más acertado sería dejar dormir su cólera a cada uno, que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir por lana que vuelve tresquilado, y Dios bendijo la paz y maldijo las riñas, porque si un gato acosado, encerrado y apretado se vuelve en león, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que podré volverme, y así, desde ahora intimo a vuestra merced, señor escudero, que corra por su cuenta todo el mal y daño que de nuestra pendencia resultare.
Quedó como galápago encerrado y cubierto con sus conchas, o como medio tocino metido entre dos artesas, o bien así como barca que da al través en la arena, y no por verle caído aquella gente burladora le tuvieron compasión alguna, antes, apagando las antorchas, tornaron a reforzar las voces, y a reiterar el ¡arma! con tan gran priesa, pasando por encima del pobre Sancho, dándole infinitas cuchilladas sobre los paveses, que si él no se recogiera y encogiera, metiendo la cabeza entre los paveses, lo pasara muy mal el pobre gobernador, el cual, en aquella estrecheza recogido, sudaba y trasudaba, y de todo corazón se encomendaba a Dios que de aquel peligro le sacase.
Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tu mujer, y, como debe de ser fino moro, fuese a lo más bien parado, y séte decir otra cosa: que creo que vas en balde a buscar lo que dejaste encerrado, porque tuvimos nuevas que habían quitado a tu cuñado y tu mujer muchas perlas y mucho dinero en oro que llevaban por registrar.
Íbase Tosilos desenlazando la celada, y rogaba que apriesa le ayudasen, porque le iban faltando los espíritus del aliento, y no podía verse encerrado tanto tiempo en la estrecheza de aquel aposento.

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