Ejemplos con encerrándole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El viejo vampiro decide proteger a Raziel encerrándole en una cámara aledaña, para cuando éste escapa, es demasiado tarde pues el grupo de guerreros arrancan del pecho de Janos Audron su corazón aún palpitante.
Previendo que se trataba de atacarle por las Rondas del Norte, encerrándole en un círculo de fuego del cual no podía salir, partió por la Flor Baja y Leganitos a reconocer el alto de San Bernardino.
Las atrocidades que la demencia de Fernando proyectaba, yo no podía impedirlas sino encerrándole en una cárcel, único sitio de donde no se sale a voluntad.
Con palabras no menos comedidas que éstas le respondió el caballero, y, encerrándole todos en medio, al son de las chirimías y de los atabales, se encaminaron con él a la ciudad, al entrar de la cual, el malo, que todo lo malo ordena, y los muchachos, que son más malos que el malo, dos dellos traviesos y atrevidos se entraron por toda la gente, y, alzando el uno de la cola del rucio y el otro la de Rocinante, les pusieron y encajaron sendos manojos de aliagas.
Cuando trasmontó los cerros de su pueblo y entró en el colegio donde veía niñas alegres y madres que de vez en cuando las visitaban para besarlas, y padres que se regocijaban en ellas, cuando supo que en los usos ordinarios del mundo no se imponían a los niños castigos bárbaros por faltas propias de la edad, que no se acallaba un lloro con una bofetada, ni se curaba el miedo que infunde a un inocente un cuarto obscuro, encerrándole en él por toda una noche, cuando se penetró, en suma, de que el cariño tiene sus manifestaciones propias e inequívocas, y que jamás son éstas la cara hosca, la mano airada o la palabra seca y punzante, sintió su corazón oprimido, y algo como vergüenza de decir quién era su familia y en qué rincón de la tierra se guarecía, envidió la suerte de aquellas compañeras que gozaban una dicha que jamás ella había conocido, ni conocería ya, y notó que su espíritu se embravecía delante del bien ajeno.
Y es que habiendo poco antes echado más allá del Tauro a Antígono llamado el Grande, haciéndole abandonar todo lo demás del Asia, y encerrándole en la Siria, de manera que se dio por muy contento con obtener la paz a costa de quince mil talentos, y habiendo de allí a poco deshecho a Filipo, libertado a los Griegos del poder de los Macedonios, y vencido a Aníbal, con el que ningún rey era comparable en arrojo ni en poder, no podían llevar en paciencia el combatir sin sacar ventajas, como con un rival de Roma, con Perseo, que hacía ya mucho tiempo que les hacía la guerra con las reliquias de las derrotas de su padre.
Previendo que se trataba de atacarle por las Rondas del Norte, encerrándole en un círculo de fuego del cual no podía salir, partió por la Flor Baja y Leganitos a reconocer el alto de San Bernardino.

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