Ejemplos con encendiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En las iglesias de cualquier religión comienza la ceremonia encendiendo las velas y lámparas.
Hoy día, después de tres años de su desaparición física, sus hechos y virtudes se han enriquecido y son por ellos muchos los creyentes que visitan su tumba, ofreciendo sus oraciones y encendiendo sus velas en petición o cumplimiento de sus promesas.
Hannon señaló a Anibal encendiendo un faro y usando el humo.
Su libertad de expresión, su celebración al amor pederasta, continuaron encendiendo el ánimo de sus censores :.
La Vuelta del Entierro tiene a la originalidad del tema: después de la ceremonia fúnebre, padres y amigos del difunto dan la vuelta a sus asuntos, un hombre encendiendo un puro, los otros charlando.
Cuando la máquina ha sido golpeada o inclinada en un intento de robo, el interruptor de mercurio se activa, encendiendo la alarma.
Alvin cree que puede ayudar a Dave con su cita, bajando las luces, poniendo canciones románticas en el reproductor de CDs y encendiendo el fuego en la chimenea, pero accidentalmente termina separando a Dave y a Claire.
Por meses, la adolescente Myra estuvo inconsolable, ya que lloraba todo el día por los góticos rincones de Manchester, encendiendo velas por el alma de su amigo.
Sin embargo, una agente del Directorio Principal de Inteligencia, encubierto como un cocinero, trata de destruir el Octubre Rojo encendiendo el motor de uno de los misiles, con la esperanza de incinerar la nave.
Para habitar y dormir: hizo Juan Bautista una choza, inmediato a la Ermita de la Virgen, y testificó, que por el espacio de los dieciséis meses que estuvo en la Ermita la Señora, todas las noches oía música de Ángeles, que cantaban Maitines de alabanza a su Reina y Señora, y levantándose algunas veces hallaba la puerta de la Ermita cerrada como la había dejado, y entrando dentro hallaba, que habiendo dejado cubierta la Imagen con dos velos, los hallaba corridos y arrollados a los lados, y la Imagen Santísima descubierta y todo el Altar cubierto de una hermosísima y resplandeciente nube blanca, que con las luces que despedía iluminaba toda la Ermita, y veía juntamente Ángeles dentro de la misma nube, pero descubiertos de medio cuerpo hacia arriba, en forma de niños muy hermosos con alas y que con instrumentos músicos puestos los ojos en la Imagen hacían aquella música, que percibía, y el siervo de Dios, hincado de rodillas se hallaba como asombrado y embelesado el tiempo que duraba aquella visión, al desaparecer volvía a quedar la Ermita a oscuras, y encendiendo luz, hallaba corridos los velos y cubierta la Imagen.
Enjutos hidalgos de color enfermizo pasaban silenciosos las horas muertas encendiendo unos manojos de hierbajos, a modo de trozos de cuerda, llamados tobaco , y arrojando humo por su boca como demonios que ardiesen interiormente.
La pobre muchacha se había incorporado en la cama, encendiendo el candil, a su luz la había visto el , con el rostro pálido y unos ojos de loca.
¡Las horas larguísimas del que aguarda con ansiedad! Se paseó fumando, encendiendo un cigarro en el resto del anterior.
Mientras el marino volvía a atacar su desayuno, con la familiaridad de un amante que ha llegado a la posesión y no necesita ocultar y poetizar sus necesidades groseras, ella se sentó en una vieja , encendiendo un cigarrillo.
Salió del abrigo , esperando encontrar un espectáculo horroroso de cadáveres despedazados, y vió a su hijo que sonreía encendiendo un cigarro y hablando con Desnoyers ¡Nada! Los artilleros terminaban tranquilamente de cargar una pieza gruesa.
Y señalé el fúnebre lujo de mi casa que continuaba encendiendo lentamente catástrofes, como rubíes.
Pero la situación podía tornarse muy crítica si esperaba a que el animal entrara, y encendiendo la lámpara descolgué la escopeta.
Pero Nélida no se dignó responder, y bebiendo el resto de su taza púsose de pie, encendiendo otro cigarrillo.
Lo que no tiene duda es que el buen señor se acredita con esta guerra de político muy ladino, de los de vista larga, pues levantando al país para la guerra y encendiendo el patriotismo, consigue que todos los españoles, sin faltar uno, piensen una misma cosa, y sientan lo mismo, como si un solo corazón existiera para tantos pechos, y con una sola idea se alumbraran todos los caletres.
Hundiendo una mano en las profundidades de la sotana sacó una petaca de oro, encendiendo un cigarrillo.
Al entrar en Madrid hubo que perder cuatro minutos encendiendo los faroles, y un poco más allá los empleados del resguardo detuvieron de nuevo al coche para registrarlo todo de arriba a abajo ¡Qué desesperación! ¡Qué feos y qué tontos eran aquellos hombres! De seguro que ninguno de ellos había tenido nunca padre ni madre, ni Lilí, ni sacado en todos los días de su vida un solo premio Cuando él fuera grande había de ahorcar a todos los empleados del resguardo, colgándolos como los chorizos que había visto una vez en la chimenea del capataz del Encinar, allá en Extremadura ¡Y todavía, al doblar la esquina de la Universidad, se atravesó un coche, y después un carro de mudanzas y luego un gran ómnibus, y hubo que perder otros tres minutos! Al entrar al fin en la última calle, ya tenía el niño la mano en la llave de la portezuela, dispuesto a abrirla, asomando al mismo tiempo la carita, porque de seguro estarían esperándole en algún balcón su padre, su madre, o Lilí, o quizá los tres juntos Ya les enseñaría él desde allí abajo los premios, y creerían que no era más que uno, y verían luego que eran cinco y dos excelencias.
Y a renglón seguido, sin transición ninguna, Currita se enterneció profundamente al pensar en el gozo inmenso que la esperaba en Roma, besando la sandalia del Santísimo Padre Pío IX ¡Qué figura tan gigantesca la del Pontífice! ¡Qué anciano aquel tan venerable! Y todas las señoras comenzaron a ponderar su adhesión al santo Pío IX, prontas a sacrificarle vida, hacienda, todo, todo menos el alma, por tenerla ya de antiguo comprometida con el diablo Carmen Tagle dijo que le había mirado siempre como si fuese su abuelo, la señora de López Moreno añadió muy conmovida que ella le enviaba todos los años una pipa de doce arrobas del riquísimo moscatel de sus soleras jerezanas, y la duquesa, verdaderamente indignada, trajo a la memoria los atropellos a que cinco días antes se habían entregado las turbas, apedreando los faroles de la iluminación con que celebraban los católicos el aniversario del Pontificado del augusto anciano, sólo en el palacio de Medinaceli rompieron veintidós faroles y treinta y siete cristales ¡Y mientras tanto, los ministros y las autoridades se solazaban en un concierto instrumental celebrado en Palacio! ¡Qué Gobierno aquel, y qué populacho tan impío y tan asqueroso! Siquiera ellas veneraban la persona del Pontífice encendiendo faroles en honra suya, y limitábanse tan sólo a apedrear a todas horas la moral divina del Dios a quien aquel representaba.
se fue también al anochecer, pero a las nueve regresó encendiendo luz en la sala.
Estaba el pobre chico encendiendo el quinqué de su cuarto, cuando la señora apareció en la puerta, gritando con toda la fuerza de sus pulmones: Zascandil.
Bien era un brasero que se estaba encendiendo, con el tubo de hierro sobre las brasas para hacer tiro, bien el montón de zaleas o de ruedos, ya una banasta de ropa, ya un cántaro de agua.
Muchas graciaspronunció el médico encendiendo un habano.
—¡No estuvo mal!—pronunció flemáticamente Paco Antúnez, encendiendo un buen trozo de lo que entónces se llamaba.
-Esa es también mi opinión -dijo el militar encendiendo un cigarrillo-.
Todas estas gracias, adquiridas y puestas sobre la natural suya, poco a poco fueron encendiendo el pecho de Ricaredo, a quien ella como a hijo de su señor queria y servia: al principio le salteó amor con un modo de agradarse y complacerse de ver la singular belleza de Isabela, y de considerar sus infinitas virtudes y gracias, amándola como si fuera su hermana, sin que sus deseos saliesen de los términos honrados y virtuosos.
Con esta sospecha se levantó, y, encendiendo un candil, se fue hacia donde había sentido la pelaza.

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