Ejemplos con enano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el Universo Imaginario de Tolkien y en a Novela El Hobbit, Bifur es un Enano y aunque desciende de los Enanos de Moria, no pertenece a la Casa de Durin.
Fue el penúltimo Rey Enano de Khazad-Dûm, hijo de Durin VI y padre de Thráin I.
Un cultivar enano del abeto blanco de Alberta, Picea glauca var.
Especímenes más viejos comunment 'revierten', desarrollando un follaje adulto normal y arrancando una velocidad de crecimiento más alta, si se desea mantener lo enano, debe podarse todo lo que va 'revirtiendo'.
Esto lo convirtió en el primer enano en ganar el titulo y en el más pequeño, liviano y joven campeón peso crucero de la historia.
Era un Rey Enano de Belegost cuyo reinado, durante las Edades de las Lámparas y la Primera Edad del Sol, fue célebre por la creación de las mejores armas y armaduras, entre las que destacan las hojas de acero y las cotas de malla.
Cuando, en tiempos del rey Elessar, se requisó Orthanc, Gimli el Enano, encontró en un gabinete oculto la cadena que había portado el Anillo y la Elendilmir sobre una redecilla de mithril.
Los participantes compiten para ver quíen puede lanzar a su enano más lejos.
Tolkien y en la novela El hobbit, Bofur es un enano y aunque desciende de los habitantes de Moria, no pertenece a la Casa de Durin.
En el universo imaginario de Tolkien y en la novela El Hobbit, Óin es un Enano de la casa de Durin.
Al inicio de la segunda temporada, Federica y Ludovico buscan la manera de avergonzar a sus hijos, a Bibi, por su Anormalidad, Junior, era fastidiado por Ludovico por ser el adoptado y, Ludoviquito era fastidiado por Ludovico, Junior y Excelsa por su Voz de Pato, apodándolo El enano de la Voz chistosa.
Es un Enano natural de Nogrod, conocido por ser un renombrado herrero y alabado como el mejor fabricante de armas de metal de su raza, lo cual quiere decir que fue el mejor después del Vala herrero, Aulë.
En el Viaje luchó denodadamente para evitar, junto a Bilbo, que los atrapen los Trolls en Bosque de los Troll, pero al final fue capturado y puesto en un saco, junto al fuego, para ser el primer enano cenado.
, Óin abandonó Erebor, junto a Balin en un intento de restablecer el reino enano de Moria.
En el Universo Imaginario de Tolkien Náin I es un Enano, del Pueblo de Durin.
El enano don Joselito le divertía mucho, y a él acudía con dudas misteriosas que el malvado pigmeo se apresuraba a resolver, poniéndole de manifiesto secretos tan curiosos como los que descubría a su discípulo el Diablo Cojuelo, el impuro y asqueroso Asmodeo.
El enano huyó también dando gritos, y a poco la servidumbre entera del palacio corría por todas partes azorada, abriendo y cerrando puertas, e infundiendo la alarma por todo el vecindario.
Su cuerpo había sido gallardo y conservaba aún restos de arrogancia, mas su rostro ofrecía perfecta semejanza con el de aquel enano de Felipe IV, titulado , que retrató Velázquez y copió Goya, grabándolo al aguafuerte: tenía la misma nariz colgante, los mismos ojos tristes, el mismo bigote retorcido, la misma frente extensa y pensadora, con la sola diferencia de que Villamelón partía por medio su ya escasa cabellera con una raya que, arrancando de la raíz del pelo, llegaba hasta el cogote, formándole sobre las orejas dos pequeños cuernecitos.
Inclinóse el enano respetuosamente ante el señorito, y con su vocecilla chillona y algún tanto imperiosa, díjole que no podía ver a la señora, por haberse acostado media hora antes con una espantosa jaqueca.
Era un enano feísimo, pero perfectamente proporcionado: verdadero pigmeo, émulo de aquel famoso Roby que presentaron en la mesa del rey de Sajonia dentro de un pastel de venado.
Un repentino vapor de lágrimas vino a empañar los hermosos ojos azules del niño, volvió bruscamente la espalda al enano sin decir palabra y echó a correr hacia las habitaciones de su padre.
En aquella escuela de acento y de prosodia siguió el niño atando cabos, y un día, después de una larga conversación con don Joselito, en que el maldito enano tanteó todo lo que podía esperar su codicia de aquel ánimo generoso si conseguía iniciarle de una vez y guiarle más tarde por los laberintos del vicio, el niño ató el último cabo Desde entonces varió de carácter, había visto más de lo que esperaba ver, y una gran vergüenza clara ya y distinta, y un odio feroz, implacable y reconcentrado, nacieron a la vez en su corazón, impidiéndole aquella levantar los ojos delante del último lacayo, haciéndole este afilar en silencio el puñal de su rencor, para cuando él fuera hombre, para cuando él mandara en su casa.
Y el sabio, el inventor, el cómico, el gigante, el enano, así el que tiene una rareza en el alma, como el que la tiene en el cuerpo, lo mismo el monstruo de siete brazos o de tres narices, que el filósofo de doble vista, el charlatán y el reformador, el que escribe melodías y el que hace billetes falsos, todos vienen a vivir algún tiempo a esta inmensa casa de huéspedes.
Dentro hay un enano, un monstruo, vestido con balandrán rojo y turbante, alimaña de transición que se ha quedado a la mitad del camino darwinista por donde los orangutanes vinieron a ser hombres.
Levantarse han las tablas, y entrará a deshora por la puerta de la sala un feo y pequeño enano con una fermosa dueña, que, entre dos gigantes, detrás del enano viene, con cierta aventura, hecha por un antiquísimo sabio, que el que la acabare será tenido por el mejor caballero del mundo.
En esto, sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos que, sin perdón, así se llaman tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a don Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida, y así, con estraño contento, llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte, armado y con lanza y adarga, llenas de miedo, se iban a entrar en la venta, pero don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada, les dijo:.
Fuese llegando a la venta, que a él le parecía castillo, y a poco trecho della detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo.

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