Ejemplos con empeñados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para su época Los principales enemigos de Gondor se estaban recuperando, de la Peste Negra, pero los Haradrim y los Hombres del Este estaban empeñados en un guerra entre ellos.
Teniendo en cuenta la frecuencia con que estos reyes estuvieron por estos alrededores empeñados en empresas guerreras, la devoción especial de los mismos hacia la Virgen María y la fama de la milagrosa aparición de Nuestra Señora del Prado, que debió pasar de padres a hijos, no solo en este país, sino también en los reales palacios de Castilla, es casi seguro que, más de una vez, visitaran el Templo de Nuestra Excelsa Patrona acompañados de célebres personalidades.
Al hilo de estos acontecimientos, se refuerza el espíritu nacionalista de los turcos, empeñados en crear una gran nación donde no cabe el respeto por las minorías.
Según Agustine Chihuri, el jefe de policía zimbabuense, Murambatsvina fue destinado a limpiar la masa de gusanos empeñados a destruir la económia.
¿Qué don Laureano, el de la quinta?Sí, el de las Aceñas Dicen que a las dos y media, poco más o menos, entraron nueve hombres enmascarados en su casa, molieron a palos al criado, amarraron a la señora y a la criada y a don Laureano lo degollaron Antes creo que le hicieron sufrir mucho para obligarle a soltar el dinero El buen señor no tenía más que doce mil reales, y ellos empeñados en que había gato escondido Le amarraron por aquí, salva sea la parte, y tira que tira para hacerle cantar.
Carece de epitafio este sepulcro, pero los empeñados en saberlo todo conjeturan que aquellos personajes deben de ser un D.
El conde de Cerezuelo no lo quiso recibir, porque cedía a las influencias de sus satélites, empeñados en la completa perdición y deshonra del antiguo administrador.
Bien se lo decía a los arfeños, y ellos empeñados en no creerme.
Baste decir que, para traducirla bien, no es suficiente poseer el idioma en que se escribió, ni conocer la alteración que en él ha causado el espacio de dos siglos, sin identificarse con la índole poética del autor, seguirle en sus raptos, precipitarse con él en sus caídas, adivinar sus misterios, dar a las voces y frases arbitrariamente combinadas por él la misma fuerza y expresión que él quiso que tuvieran, y hacer hablar en castizo español a un extranjero, cuyo estilo, unas veces fácil y suave, otras enérgico y sublime, otras desaliñado y torpe, otras oscuro, ampuloso y redundante, no parece producción de una misma pluma, a un escritor, en fin, que ha fatigado el estudio de muchos literatos de su nación, empeñados en ilustrar y explicar sus obras, lo cual, en opinión de ellos mismos, no se ha logrado todavía como era menester.
Como «obra de arte», me parecía bellísimo, como realidad, no tanto, pero había que tener en cuenta la luz y los «adherentes» que me deslumbraban algo en mi observatorio, y la incesante y maléfica labor de los diablejos empeñados en que yo no saliera de Madrid y volviera a las andadas.
espaldas los concurrentes, empeñados en ver a Sarasate, q.

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