Ejemplos con empalagoso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la época de floración tiñe de amarillo muchas de las cordilleras españolas y despide un olor intenso y empalagoso parecido al de la miel.
El dulce de mamón es, para muchos paladares, muy empalagoso, por cuya razón se recomienda que al concluir el proceso y cuando el postre esté a punto , se le agregue un pequeño chorro de jugo de pomelo que contrarresta el sabor excesivamente dulce.
Por no cansar a mis buenos lectores con prolijidades impertinentes, omito el empalagoso tramitar que me llevó a la intimidad con la estrafalaria señora del café de las Columnas, a quien podía designar escogiendo cualquiera de los tres nombres que le aplicaba la turbada sociedad de su tiempo: por lo masónico, por lo literario y conforme al santo Crisma.
Lo que a esta más alarmaba fue que dio en la manía de no ir a su casa a la hora en que fijamente la visitaba el empalagoso caballero burocrático.
Ya no es Lucila la gallarda representación del sentimiento heroico y popular, ya la maléfica influencia de un pretendiente empalagoso ha trastornado aquel espíritu, ha demolido lo más bello que en él había para levantar un vulgarísimo edificio.
Manjar tan empalagoso no era del gusto de la joven, que lo apetecía más tónico y amargo.
Es inteligente, sagaz, amenísimo en su lenguaje, extremado en la cortesía sin llegar a empalagoso, tresillista de primer orden, de los que no pierden la dignidad en las peripecias desgraciadas del juego, comensal delicioso por su gracia tanto como por su apetito de buen tono, y su mucho saber de arte culinario, hombre, en fin, que despunta gallardamente en la política, aplicándola a sus negocios con una habilidad nada común.
El gabinete donde daba sus consultas distaba mucho de estar decorado con el lujo cursi y empalagoso de la sala.
Gumersindo Arnaiz no sabía lo que le pasaba, lo estaba viendo y aún le parecía mentira, y siendo el amartelamiento de los novios bastante empalagoso, a él le parecía que todavía se quedaban cortos y que debían entortolarse mucho más.
-¿Piensa usted seguir hasta el fin? -me dijo el marqués de Falfán endulzando su mirada hasta un extremo empalagoso.
A veces me parecía por demás empalagoso, pero después de muchos meses de indiferencia absoluta, empecé a estimarle, reconociendo sus nobles prendas.
de Rotondo persona de mediana edad, amable, pero con cierto agrado empalagoso, que más parecía obra de un detenido estudio que espontánea cualidad de su carácter.
En aquella naturaleza todo era empalagoso como la literatura que la inspiraba.
Había salido de allí con lengua, y volvía con un merengue derretido, a través del cual las palabras tomaban el tono empalagoso de una flauta melancólica.
Tenía entonces la literatura un sabor empalagoso, casi tanto como los potajes de los conventos y cuarteles en que se confeccionaba, mas como no se conocían pues ni fricandós, los candidotes nietos de Cervantes tramábanla con la mejor buena fe, sin acodarse para nada de la cocina francesa, que más tarde había de sufrir con decidida preferencia a los hombres de alguna importancia en la república de las letras.
Intentó satisfacer siquiera una parte de ella, echándome memoriales de un dulzor empalagoso, pero no me di por entendida.
Aquel día rebasó de los límites de lo empalagoso La estafeta local de El Océano.
de aguardiente, pronunció Barrera un falaz discurso, empalagoso de promesas.
En aquella horas de regocijo público, en medio de la calle, acariciados por la expansión de todos los vecinos, se arrullaban el licenciado y Pepeta: él, dulzón y empalagoso, hablándole al oído, ella, grave, estirada y seria, apretando los labios como si estuviera ofendida, porque una chavala que se respete debe poner siempre al novio cara de perro.
Y aún venían otras cosas más tan de plañir y amurriarse el lector, de pura dulcedumbre deleitosa, como las precitadas, pero como, en rigor de verdad, ninguna de ellas es propiamente conexa con el asunto del presente capítulo, con excepción de la primera, y eso porque no se diga que se sacan aquí los personajes por los cabellos y sin su debida filiación y razonada procedencia, vamos al asunto verdadero, comenzando por declarar que El Océano de aquel día, aunque empalagoso, estaba perfectísimamente informado.
—¡Y es tan fatuo y empalagoso como todos!.
Pero ¿no cree usted que tanto afecto es empalagoso?.
¿Quién me persigue con su amor empalagoso, quién me acosa sin dejarme respirar? D.
En aquella naturaleza todo era empalagoso como la literatura que la inspiraba.
de Rotondo persona de mediana edad, amable, pero con cierto agrado empalagoso, que más parecía obra de un detenido estudio que espontánea cualidad de su carácter.
El uso de superlativos melifluos hacía un poco empalagoso su estilo.
Por no cansar a mis buenos lectores con prolijidades impertinentes, omito el empalagoso tramitar que me llevó a la intimidad con la estrafalaria señora del café de las Columnas, a quien podía designar escogiendo ad libitum cualquiera de los tres nombres que le aplicaba la turbada sociedad de su tiempo: Penélope por lo masónico, Rosa Patria por lo literario y Candelaria conforme al santo Crisma.
Ya no es Lucila la gallarda representación del sentimiento heroico y popular, ya la maléfica influencia de un pretendiente empalagoso ha trastornado aquel espíritu, ha demolido lo más bello que en él había para levantar un vulgarísimo edificio.
En el trato, en la literatura, en las artes, el excesivo deseo de agradar produce desagrado, el afán por ofrecer cosas demasiado exquisitas fastidia, lo ridículo está junto a lo sublime, lo delicado no dista de lo empalagoso, el prurito de ofrecer cuadros simétricos suele conducir a contrastes disparatados.
Sabía cosas de las que a ellas les gustan, y, sobre todo, contárselas bien, obra mucho más difícil de lo que parece, pues entre lo cáustico y lo empalagoso, entre lo nimio hasta la insulsez y lo culto hasta la petulancia insoportable, se han dado de calabazadas y desacreditado para siempre más de cuatro galanes finos: con diploma de narradores amenos en corrillos de barbudos.

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