Ejemplos con eminentísimas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

-Por esto, por lo otro y por todo cuanto conozco a usted, le aconsejo que no caiga por ahora en la tentación de echar a la calle sus engendros poéticos, pues si entre los ignorantes ganaría algún lauro de alquimia, los entendidos le molerían a palos. Y digo «por ahora», porque quizá más adelante, cuando haya adquirido mayor caudal de ideas propias, si es que las hay, y digerido bien las ajenas, logre vencer con ello el mal enemigo de su buena memoria. Donde ésta sea el único almacén de la casa, jamás se producirán acabadas obras de arte, pues no puede haberlas sin la condición que las distingue y enaltece: la originalidad, el sello de fábrica. De distinto modo le hablara si tratáramos de la metralla periodística, o de peroraciones de tribuno de ocasión, o de cualquiera de esos empeños en que sólo se busca el efecto inmediato, y de los cuales no queda a las pocas horas sino el recuerdo de sus relumbrones. Pompas de jabón. Por cierto que las hace usted primorosas cuando llega el caso. Tiene usted hermosa voz, fácil y bien acentuada palabra, mirada firme y valiente, gallardas actitudes..., en fin, cuanto se necesita para hacerse oír, arrancar aplausos y falsificar la razón cuando se habla sin ella. Lo he observado en sus porfías de sobremesa y del café de La Esmeralda. Y no le pese de ello, que estas dotes, que acaso le envanecen poco por no habérselas tasado yo en mucho, no se adquieren a ningún precio, y pueden llegar a ser eminentísimas, al paso que las otras, que tanto ambiciona, se consiguen a veces por hombres como usted, o, cuando menos, algo que las aparenta y ofrece sus mismos goces. Conque ánimo, y no le ofendan mis claridades, que yo no puedo ser de otro modo. Si le tuviera a usted por ladrón, lo mismo se lo diría.
Por último, para que nuestra gloria y nuestra felicidad sean más estupendas y vividoras, después que pasen trece o catorce siglos, contando desde el día de la fecha, aparecerá en la risueña y fértil Bética, cuna de la dinastía reinante y patria de tu abuelo político el Gran Teodosio y de otra infinidad de personas eminentísimas, cierto escritor ingenioso y verídico, el cual ha de componer sobre los sucesos de esta noche un diálogo, donde trate de competir con el divino Platón en lo elevado y grave, y con el satírico Luciano en lo chistoso y alegre.

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