Ejemplos con echándolos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por eso, Fone Bone discute con Phoney, ya que si sigue comportándose de la misma manera, acabarían echándolos del valle como los echaron de Boneville.
José de la Riva Agüero dice al respecto: La provincia de Caylloma fue invadida en el periodo pre-inca por el lado de Velille y el nevado de Colaguata, venciendo a los naturales y echándolos del territorio para luego quedarse en ellos, penetraron por el noreste y de ahí se extendieron a las zonas de lucanas y los chocorbos.
Este capitán, cuando le cazaron, iba recogiendo negros, metiéndolos en barricas y echándolos al agua.
Y mientras tocaba la música arriba y bailaba la gente, nosotros metiendo a los muertos en cajones, echándolos al mar y conservando a las familias en los sollados para que no escandalizaran con sus gritos.
Cuando yo caía en mi camastro al término de una de estas largas y fatigosas peregrinaciones que solían acabar en desvarío sonambulismo, lo mismo que soltaba mi ropa dejándola a un lado, soltaba mis imaginaciones y pensamientos, echándolos de mí uno tras otro, hasta caer en profundo sueño.
A los tres días de hacer yo el cochinito, supimos que en un lugar de Navarra llamado Oroquieta, había dado el General Moriones un tremendo palizón a los carlistas, echándolos a la frontera con su iluso rey, desvanecido por la adulación de sus prosélitos montaraces, y por el estímulo de las plumas y voces que en Madrid movía la turba de neocatólicos y tradicionalistas hidrófobos, explotadores de la religión como resorte de absolutismo.
¡Como tales judíos obran, cerrando su puerta a los pobres y echándolos al camino! ¡Las migajas de su mesa se las dan a los canes!.
Abrazó a Rinconete y a Cortadillo, y, echándolos su bendición, los despidió, encargándoles que no tuviesen jamás posada cierta ni de asiento, porque así convenía a la salud de todos.
Tome vuestra merced, señor licenciado: rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos dar echándolos del mundo.
Y advertid, hijo, que al soldado mejor le está el oler a pólvora que algalia, y que si la vejez os coge en este honroso ejercicio, aunque sea lleno de heridas y estropeado o cojo, a lo menos no os podrá coger sin honra, y tal, que no os la podrá menoscabar la pobreza, cuanto más, que ya se va dando orden cómo se entretengan y remedien los soldados viejos y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir, y, echándolos de casa con título de libres, los hacen esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte.
Desde entonces el maestro Tin-tin se echó a buscar por los caminos, trozos de hierro, pedazos de llanta, clavos, zunchos, pernos, tuercas, y echándolos todos a una bolsa, se volvía paso a paso a su casa y la vaciaba al pie de la fragua.
En esos días, al poco andar, dos de los muchachos cortaban de la punta delantera, cien o doscientos animales guapos y livianos, capones, los más, y echándolos por delante, los arreaban ligero, haciéndolos correr un poco.
Viven durante años en acecho, escúdanse en rencores políticos o en prestigios mundanos, echándolos como agraz en el ojo de los inexpertos.
—Calculen ustedes— prosiguió Lerzundi— si serían finos que los lavaba yo mismo echándolos, previamente, a remojar en un vaso de agua.
En efecto, no hemos de usar de cosas que tienen vida y alma como de los zapatos o de los muebles, echándolos a un rincón cuando ya están rotos y gastados, sino que es razón que en cuanto a aquellas nos mostremos cuidadosos y benignos, aunque no sea más que por excitar a la humanidad.
Quedó Argos de resultas de aquella guerra tan huérfana de ciudadanos, que los esclavos que en ella había, apoderados del estado, se mantuvieron en los empleos públicos hasta que los hijos de los argivos allí muertos llegaron a la edad varonil, pues entonces recobraron el dominio, quitando a los esclavos el mando y echándolos de la ciudad, si bien los expulsos lograron con las armas en la mano hacerse dueños de Tirinto.
Aqueste Ércules, por la divinidat de su madrasta Juno ayudado en este caso, sobró los çentauros, fuera echándolos e encogendo en las ásperas selvas del monte Pelias, e por el su miedo escondidos en las oscuras cuevas del monte Ossee, non osando más tornar entre los omnes a quien daño fazían, dándose al uso del caçar las bestias fieras en las esquivas espesuras e desabitadas de Rodope.

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