Ejemplos con dudara

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y como ella dudara observándole, él prosiguió: Soy primo de Delfina Gay, y en su casa nos hemos visto algunas veces, ¿no se acuerda? Mi nombre es Avelino Palomeque.
Temeroso de que se dudara de mi eficacia varonil, yo aumentaba mi humanidad agregándome años, y mi talla usando descomunales tacones.
Lleva media armadura empavonada con labores de oro, y sobre la coraza banda carmesí, de seda, hecha un airoso lazo, cuyas puntas le flotan a la espalda, gregüescos obscuros, botas y guantes de estezado fino, chambergo de plumas pardas y blancas y golilla de canalones estrechos, todo ello pintado con tal primor que, aunque el artista dudara y corrigiese mucho, por tratarse de obra de tanta dificultad, parece la ejecución lograda con increíble facilidad y soltura.
Y como tía Carmen dudara, Angelina refirió, con muy buen acuerdo y muy donosamente, la vida de la mística.
¡Cuántos habría allí de voluntad floja que adquirieron grandes brios en su compañía! Muchos que sentían gran desconfianza y timidez se llenaron de ardor, y bien pronto no hubo quien dudara del éxito de aquella empresa.
¡Cuántos habría allí de voluntad floja que adquirieron grandes brios en su compañía! Muchos que sentían gran desconfianza y timidez se llenaron de ardor, y bien pronto no hubo quien dudara del éxito de aquella empresa.
Si el virrey dudara todavía, esta acalorada discusión le hubiera convencido de la seriedad de la empresa que acometía y de la hidalga probidad y generosidad de Bohórquez Girón que, sin verse obligado a ello, premiaba con tanta largueza los buenos oficios de un simple tercero.
-¡Pues si yo dudara -prosiguió Fernando con nerviosa exaltación-, si el conflicto en que me hallo consistiera en el más o menos de fe, si entre el dogma católico y los principios de la ciencia impía, como ustedes le llaman, vacilara siquiera mi razón, la batalla estaba ganada! Pero es, señor cura, que en mi mente no cabe.
Con este motivo, y para que en ningún tiempo se dudara de sus sentimientos, después de consultar a las viejas agoreras, juró no moverse jamás de su tierra.

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